Editorial de noviembre 2023
Por Sergio Lozano
Los que me conocéis sabéis que me apasiona observar, especialmente a las personas, sobre todo en sitios públicos de mucho trasiego como estaciones, aeropuertos, parques… y de esta manera intentar comprender lo complejos y diversos que somos los seres humanos.
Quería compartir con vosotros, sabios lectores, una idea que espero se me entienda y no conlleve a malas interpretaciones, es sólo un pensamiento utópico e imposible de llevar a cabo, que muchas veces cavilo al ver las reacciones de las personas en su día a día. Espero saber explicarme y que me entendáis. Pudiera ser que todos, en algún momento, hayáis pensado lo mismo aunque sea un instante ante determinados comportamientos…
Se trata de que, si para conducir un vehículo (moto, coche, camión, etc.) es necesario estudiar una teoría de normas lógicas y precisas de circulación y tener unos conocimientos y habilidades prácticas antes de que podamos manejar un vehículo en una vía pública, si igualmente para ser maestro, profesor y no digamos catedrático tienes que tener un amplio conocimiento en diversas materias y tener unas capacidades docentes para poder enseñar y tutelar a un joven alumno y así ocurre con otros muchos oficios y profesiones… pues bien, ¿no pensáis que para ser padre (o madre) se debería también hacer un mínimo examen de cordura? ¿o al menos demostrar que se tiene un mínimo de sentido común y unos conocimientos básicos para poder criar, educar y tutelar a un hijo desde que nace hasta que es independiente?
Creo que ser padre (o madre) es la tarea de mayor responsabilidad que un ser humano puede tener, exige una dedicación plena y continua, exige un compromiso de por vida (con mayor o menor intensidad) y que en gran medida, de nuestra actuación en los primeros años de un hijo/a así como en su adolescencia, dependerán las decisiones que marcarán irremediablemente el futuro de ese hijo.
Cómo es posible que sujetos que no tienen ni dos dedos de frente, ni sentido común, personas que no saben ni cuidar de sí mismos, se les permita traer al mundo a un ser indefenso que deberán cuidar y enseñar y que lo que hagan con ellos en los primeros años de su vida, sin duda, les marcará para siempre. Divagando más y siendo aún más utópico, pienso que incluso se debería hacer un examen a una persona para poder votar, un examen básico de sentido común, de saber discernir lo correcto de lo incorrecto, de saber tener criterio propio de interpretación socio económica.
Con esto, Dios me libre, no pretendo coartar las bases más esenciales del principio absoluto de libertad que tenemos todas las personas por el mero hecho de nacer y estar dentro de una comunidad o sociedad civilizada y democrática, pero creo que en muchas ocasiones ser padre es algo muy importante como para que algunos se lo tomen tan a la ligera con graves consecuencias para sus hijos y para todos los que les rodean…
Y por ende el futuro de un pueblo, provincia, comunidad y nación no se debería dejar en manos de seres que no respetan ni entienden las normas más elementales de convivencia, ni los principios más elementales propios de alguien con sentido común.
Recalco, y no me malinterpreten, no me refiero a personas con un grado de discapacidad física o mental, quienes en muchas veces actúan mucho mejor que cualquier de nosotros, me refiero a esas muchas personas que al observarles día tras día nos demuestran que les queda muy grande ser padre, ser persona merecedora de tomar decisiones importantes para una comunidad.
Por último y no por ello menos importante, si para la mayoría de los trabajos nos exigen unos estudios, habilidades y conductas, con más razón, deberían exigir una mínima preparación y capacitación a nuestros políticos o representantes públicos a quienes también habría que hacerles un examen antes de presentarse a unas elecciones ya que tomarán luego decisiones importantes que nos afectan a todos.