La historia de una mujer, y sus problemas al confundir en Madrid el tren a Palencia con el de Valencia, se hace viral por el trato que recibió de los empleados de Renfe
Óscar Herrero
Una letra. Pero más de 550 kilómetros de diferencia. Una especie de Tú a Boston y yo a California desde la estación de trenes de Chamartín -Clara Campoamor de Madrid. Tú a Palencia y yo a Valencia.
Hasta hace unos meses no cabía confusión, porque de la estación norte de Madrid solo salían trenes hacia Palencia. Pero desde que la cabecera de los servicios al Mediterráneo cambiara de Atocha a Chamartín, haciendo uso del tercer túnel de la risa de Madrid, también salen trenes hacia Valencia y hay que andar con ojo a esa primera letra: V o P.
Y esta confusión de una letra es lo que le ha pasado hace unos días a una mujer. Quería ir a Valencia, pero se montó en el tren de Palencia (y Santander), superando los controles de acceso al tren. Y su historia se ha hecho viral en redes sociales por el trato que recibió de los empleados de Renfe. Un trato exquisito, como explican quien ha dado a conocer esta historia.
Lo cuenta en Facebook Maribel Madriguera de Llanes, que de primeras pide máxima difusión porque “hay cosas que tienen que contarse”.
Afirma que el pasado miércoles 4 de enero su pareja viajaba en el Alvia que une Madrid con Palencia y Santander saliendo de la capital de España a las 13,40h.
“Al pasar por Palencia una señora mayor se puso a gritar y a llorar… ¡yo quería ir a Valencia!”. Puede parecer una broma pero no lo era, y para ella era un drama, sola como estaba, mayor y perdida en dirección contraria a su destino”, narra Madriguera quien no sabe si es que no le comprobaron el billete o que en la taquilla pidió un pasaje para Valencia y le entendieron Palencia, dirigiéndole luego al andén donde salía tren a la capital palentina. “El caso es que estaba en una situación muy difícil”, apunta quien ha dado a conocer esta historia.
“Como sólo harían unos hijos”
“Renfe podía haberse desentendido, pero por suerte, el personal del tren se comportó de 10, asistiendo a la señora cómo solo unos hijos harían con su madre”, resalta. “Lo primero, la tranquilizaron y le dijeron que podría volver a Madrid sin ningún coste”.
Para regresar, le explicaron que podría volver a Madrid en el mismo tren de vuelta y le dieron la opción de bajarse en Palencia a las 15:17 y esperarle a la vuelta de Santander y subirse a las 21:29 horas en Jardinillos.
“Pero la animaron a que siguiese en el tren hasta Santander y volviese con ellos para no quedarse sola en la estación de Palencia con el frío que hacía y así estaría acompañada”. Además, explica en su cuenta de Facebook Maribel Madriguera que a esta mujer “le gestionaron y facilitaron un billete gratis para ir a Valencia ya al día siguiente en el AVE”, puesto que el tren regresaría a Madrid a las 23 horas. “Lo único es que se tendría que quedarse a dormir en Madrid y eso ya no se lo podían pagar. Como la señora no sabía cómo reservar un hotel, se lo gestionaron y llamaron a un familiar para que hiciera el pago con tarjeta”.
Para acabar, señala que “desde el supervisor, hasta el camarero del vagón restaurante, todo el personal del convoy, estuvieron atentos a la señora y la cuidaron con toda la amabilidad y el cariño del mundo”.
Una historia que ha despertado muchos comentarios alabando la labor y humanidad de los trabajadores de Renfe y que, por otro lado, ha puesto el acento en poner mucho ojo a la hora de pedir un billete a Valencia o a Palencia. Para no acabar a orillas del Mediterráneo cuando se quiere llegar a las del Carrión, o para no ver antes el Cristo del Otero en un viaje a La Malvarrosa.