Así fue la primera corrida de toros de la Feria Taurina de San Antolín en Palencia, una de las más esperadas
Crónica de Javier Cáceres Herrero. Fotografías: Empresa Plaza de Palencia
Comenzó la feria taurina de San Antolín, seguramente la más esperada -y espectacular- de los últimos años en el coso palentino de Campos Góticos.
La tarde prometía emociones fuertes. En cartel, tres de los espadas más en forma de la temporada, Antonio Ferrera, Paco Ureña y Daniel Luque, que se encerraban con seis astados de la ganadería extremeña de Adolfo Martín, siempre precedidos por su fama de ser toros difíciles de torear.
Ayer lo han sido, sobretodo debido a la alarmante falta de fuerza en cada uno de ellos. Exceptuando el cuarto, un bravo “adolfo” que fue lo más reseñable de una tarde decepcionante en general. Y no por los toreros, que pusieron todo y más para intentar encontrar un resquicio que levantara el ánimo del respetable, que llenaba casi la mitad del aforo de la plaza palentina.
Dos apéndices cortó el de Bunyola -Antonio Ferrera- al nombrado cuarto de la tarde, con el que se adornó y lució un toreo de muleta que puso en pie al exigente público palentino, matándolo de una forma peculiar -alejándose de él primero, para ir caminando a su encuentro, estoque en mano-. Gran ovación para diestro y astado. Por cierto, éste último bien mereció una vuelta al ruedo para reconocer su bravura. Otra oreja cortó al primero, en el que cuajó una buena faena rematada con una estocada que hizo que el cinqueño “Volador”, cayera casi al instante al albero palentino. Puerta grande -una vez más- para Ferrera, en una plaza talismán para él.
Poco se puede decir de las faenas de Ureña y Luque, que como digo, pusieron todo de su parte para tratar de sacar lo poco que ofrecían los morlacos que les tocó en suerte.
El primero, Ureña, fue capaz de cortar una oreja al segundo de la tarde, gracias en parte a otra gran estocada. Sin embargo, al quinto, a pesar de la perseverancia en el tercio de muleta tanto con la diestra como al natural, no pudo hacerse con ningún trofeo, que le hubiera sacado a hombros. Una pena.
De Daniel Luque hay que destacar la entrega y las ganas que le puso al peor lote. Al tercero le “robó” algún muletazo de calidad, de la que el sevillano derrocha allá por donde torea, pero un pinchazo que precedió a la estocada definitiva, quizás le privaron de un mínimo premio. El sexto, fue de largo el peor de la tarde, sin fuerza, sin manos y sin ganas -pidiendo incluso el decepcionado público su regreso a los corrales- Luque dio buena cuenta de él, con un “metesaca” poco después de entender, que ponerle la muleta era alargar un tedio improductivo.
Decepcionante tarde, con una terna que quiso -y mucho- y no pudo, por los toros de Adolfo Martín que dejaron muchas sombras y una sola luz.
Fotos: Plaza de Palencia