Editorial de Sergio Lozano de abril 2023
Siempre he pensado que lo que da sentido y significado a la vida son los pequeños gestos, me refiero a esos detalles que a uno le tocan la fibra y emocionan convirtiendo la vida en algo grande y, que sin duda, merece mucho la pena ser luchada, aprovechada y disfrutada.
¿Por qué os vuelvo a escribir este tipo de sentimientos? Pues bien, uno no deja de sorprenderse, de conocer gente fantástica que hace cosas, que al menos a mí, me conmueven y me devuelven la fe en esta sociedad que a veces es tan fría y deshumanizada…
Como muchos sabéis soy un enamorado del queso, sobre todo, del queso con carácter y artesanal, deciros que en Palencia somos muy afortunados por el lujo de los quesos que se elaboran en esta querida tierra. Yo hace varios años he descubierto una pequeña fábrica artesanal en el polígono de Carrión de los Condes que elabora unas siete variedades de quesos, cada cual más rico, llamada ‘La Oveja que bala’. Al frente está un inquieto joven muy emprendedor llamado Carlos Hernández que desde niño ha mamado el arte de hacer el buen queso gracias a su padre Heliodoro y su abuelo Julián, grandes maestros queseros. Cada varios meses, aprovechando que paso por Carrión, subo a comprar unas cuñas y de esta manera, poco a poco, he ido conociendo y descubriendo a esta familia muy trabajadora. Así entonces, fue en mi última visita a Tierra de Campos cuando compré otra remesa de cuñas diferentes de queso, que normalmente tienen unas etiquetas muy sobrias y castellanas, pero esta semana me sorprendió un pequeño queso de cabra semicurado con una etiqueta en la que aparecía un dibujo de un pequeño niño rubito con antifaz y tupé tipo “Superman”, sí el famoso superhéroe. Me llamó tanto la atención que le pregunté a Carlos, el gerente, que cómo es que estaba ese pequeño superhéroe llamado SUPERIKER en la etiqueta del queso, fue entonces cuando un emocionado Carlos me dijo que es el pequeño Iker, el hijo de seis añitos de uno de sus mejores amigos que hace escasos meses falleció de una enfermedad repentina (meningitis por bacteria). Me contó que el día del entierro en el tanatorio había muchos dibujos de Iker junto al ataúd porque el pequeño Iker era un gran aficionado a los cómics de superhéroes y a dibujar y él siempre se refería a su abuelito Juan Carlos como “Abuman” por la admiración y cariño que le procesaba, el cual era como un superhéroe para él.
Fue en ese doloroso momento, acompañando a sus padres, cuando Carlos pensó en llamar a su última variedad de queso SUPERIKER con un dibujo en honor al pequeño-gran Iker que nos dejaba con tan solo seis añitos. Me seguía explicando con la voz entrecortada que mientras él viviera y si no se arruinaba (los autónomos estamos siempre en la cuerda floja) siempre llamaría SUPERIKER a esa variedad de queso.
Yo por la noche, al regresar a casa, me dispuse a probar esas maravillas de quesos y cuando llegó el momento de catar SUPERIKER, que por cierto está buenísimo, me vino a la memoria todo lo que me dijo Carlos y pensé en lo injusta que es a veces la vida. Imaginaba a los padres de Iker y a su abuelito “Abuman” que perdieron de forma tan dura, repentina y antinatura al pequeño Iker.
Pienso en lo bonito y significativo de este homenaje. El recuerdo, el cariño y buen hacer de Iker perdurará aún más vivo gracias a este pequeño gran gesto de Carlos que me ha emocionado.
Está claro que estamos de paso y, por ello, amigos, debemos hacer el bien a quien nos rodea y disfrutar con cabeza todo lo que podamos.
Os deseo un estupendo mes de abril y los amantes del buen queso no dejéis de probar los quesos palentinos y, especialmente, a SUPERIKER.