Sergio Lozano

Anoche, el Teatro Principal de Palencia, vivió un concierto que no fue solo un espectáculo, sino una experiencia emocional que unió a todos los presentes

Había ganas. Muchas ganas. Volver a ver, escuchar y sentir a Siloé, el trío vallisoletano que lleva a Castilla y León por bandera, era una cita ineludible para quienes amamos la buena música. Anoche, en el Teatro Principal de Palencia, nuestra pequeña gran bombonera, se hizo justicia: vivimos un concierto que no fue solo un espectáculo, sino una experiencia emocional que nos unió a todos los presentes.

Este grupo, que hace apenas unos años tocaba en salas pequeñas y en horarios ingratos de festivales, es el ejemplo vivo de que el esfuerzo, la constancia y el talento terminan por encontrar su lugar. En esta ocasión, agotaron las entradas en tan solo ocho minutos, un gesto que habla del reconocimiento y el cariño que se han ganado a pulso.
Siloé no es una banda efímera del momento, de esas impulsadas por el marketing o una canción pasajera. Es una banda con alma, con historias que conectan, con melodías que emocionan y arreglos que demuestran un profundo respeto por su arte.

Llevo años siguiendo a esta banda que comenzó allá por el 2016, y siempre al terminar sus conciertos pensaba, que merecían estar más arriba, Siloé cuando se sube al escenario son capaces de trasmitir su energía arrolladora, contar historias que todos, en algún momento, hemos vivido y nos sentimos identificados con sus letras, y todo ello, con temas muy trabajados, donde sus arreglos están muy estudiados, las guitarras, teclados y baterías saben lo que hacen en cada instante (Xabi Road y Jaco Betanzos), reforzando el mensaje y la singular voz de Fito Robles. Es sin duda un grupo bien engranado y rodado.

La noche empezó con “La verdad”, ese tema icónico que Fito Robles, guitarra en mano, interpreta desde el corazón del público. Desde ese instante, la conexión fue absoluta. Los acordes, acompañados por la fuerza en la guitarra y teclados de Xabi Road y el ritmo de la batería de Jaco Betanzos, resonaban en cada rincón del teatro, impregnándonos de una energía irresistible. A partir de ahí, nos entregaron una noche repleta de joyas, un viaje emocional, desde la potencia de “Sangre en las venas”, hasta la melancolía de “La niebla” y “Cierra los ojos” sin olvidarnos de “La vida que me das” y para seguir flotando no faltó “Levita y ven” y, cómo no, nos regalaron ese “Nada que se parezca a ti”, convertido ya en un himno desde que despegó en 2024 tras su interpretación en Fitur. (Después de dos intentos fallidos en 2020 con artesanos de Castilla y León y posteriormente con Fetén Fetén… El que la sigue la consigue).

El momento mágico llegó con “Esa Estrella” y “Que merezca la pena”, dos temas que reflejan la esencia de Siloé: letras que cuentan nuestras propias historias y una música que te envuelve y te eleva. Como sorpresa de la noche, no faltó su versión remix de “Song 2” de Blur, un clásico que nos hizo saltar de nuestros asientos y vibrar al unísono y un guiño doble a los inigualables Héroes del silencio (riff de “Entre dos tierras” en la intro del tema “Reza por mi” y en el cierre con“maldito duende” de fondo mientras se despedían del respetable) así hasta desgranar 18 temas que cautivaron a propios y extraños culminando con su esperadísimo “Todos los besos”.

siloe palencia
Fotografía: Sergio Lozano

Por fin se ha hecho justicia Siloé es ahora son una de las bandas más importantes del panorama independiente español, su esfuerzo, sus letras, su música son demandadas por doquier. Ese esfuerzo, esa constancia y el buen hacer han tenido su recompensa.
Me alegro de poder vivir este momento en Palencia, en mi tierra, en este bonito teatro, nuestra bombonera, rodeado de personas que amamos la música y que sabemos qué son y qué significan Siloé para los castellanos.

Un público, entregado de principio a fin, se despidió con el corazón lleno y la certeza de haber asistido a algo más que un concierto. Éramos parte de un momento histórico, un testimonio de cómo tres castellanos y leoneses han conquistado su lugar en el panorama musical español, desde la humildad de las salas pequeñas hasta recintos llenos de almas que cantan al unísono sus letras.

Siloé tiene esa capacidad mágica de conectar con su público, de convertir cada canción en un abrazo sonoro que alivia, emociona y motiva. Anoche, en la bombonera palentina, no solo disfrutamos de un concierto; vivimos una conexión entre artistas y público que pocas veces se logra.

Desde aquí, nuestro agradecimiento a Siloé por su música y su particular arte, a Palencia Sonora como promotora, y a toda la concejalía de fiestas de Palencia, encabezada por Fran Fernández, por hacerlo posible. También, un guiño a todas esas manos invisibles que trabajan tras las bambalinas para que todo salga perfecto. Anoche, en el Teatro Principal, vivimos magia, y esa magia tiene nombre: Siloé. Larga vida a la música en vivo, larga vida Siloé por hacernos sentir vivos.

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