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La Junta declara desfavorable el impacto ambiental de una granja de cerdos que se ubicaría en Peral de Arlanza, pero afectaría a seis municipios palentinos

O. Herrero

Siete municipios del Cerrato y de la Ribera del Arlanza, seis de ellos palentinos, se libran, por ahora del extendido anual de casi 10.000 metros cúbicos de purines, en sus tierras. La Junta de Castilla y León acaba de dar por desfavorable la Declaración de Impacto Ambiental de una granja de cerdos que se preveía instalar en el municipio burgalés de Peral de Arlanza, limítrofe con la provincia de Palencia.

Esta granja hubiera tenido una capacidad para 4.650 plazas de cerdos de cebo (de 20 a 110 kg), equivalente a 558 Unidades Ganaderas Mayores (UGM) y , estaría en una parcela con 57.717 m², siendo la superficie construida de 4.158,29 m, correspondientes a dos naves de porcino de unos 2.000 metros cuadrados cada una y un edificio anexo, además de una balsa para más de 5.000 metros cúbicos de purines.

Unos purines que deberían vaciarse al menos dos veces al año y extenderse en tierras. Una cantidad que, según el informe, se estima una producción anual de purín de 9.998 m³ con un contenido en nitrógeno total de 41.850 kg. Esos purines se valorizarían en aprovechamientos agrícolas. Es decir, extenderlos como fertilizantes en 256,88 hectáreas de tierras cercanas. ¿Y dónde estarían esas tierras cercanas?

Extendido de purines para su uso como fertilizantes en los campos.

Pueblos del Cerrato.

Según el documento hecho público, “la aplicación agronómica de purines, está prevista en parcelas pertenecientes a los términos municipales de Peral de Arlanza, Hornillos del Cerrato, Palenzuela, Tabanera de Cerrato, Villahán, Baltanás y Herrera de Valdecañas. De ellos, a excepción de Peral de Arlanza y Hornillos el Cerrato, el resto están incluidos en la Zona Vulnerable «Páramo de Esgueva»” según lo establecido por Decreto 5/2020, de 25 de junio, como zona vulnerable a la contaminación de aguas por nitratos procedentes de fuentes de origen agrícola y ganadero.

Es decir, 166,49 hectáreas se corresponden con Zonas Vulnerables en una comarca una zona en la que ya se tienen problemas para los abastecimientos de agua libres de nitratos.

En el documento, publicado en el Bocyl, la Junta reconoce que entre los principales problemas que generan las granjas de cerdos se encuentra “la posible contaminación difusa por nitratos a las aguas subterráneas derivada de los almacenamientos y de la aplicación de purines, y los malos olores que se generan tanto en las instalaciones como en la valorización agrícola de los purines”.

Malos olores.

En todo caso, la justificación para denegación de los permisos no se establece por la posible contaminación, al entenderse que la superficie a aplicar esos purines es bastante extensa y se cumpliría con lo establecido en el Código de Buenas Prácticas, sino en las afecciones que fijan en lo referente a olores.

Porque la explotación se encontraría a 1.015 metros del punto más cercano de Peral de Arlanza. “Conforme a la rosa de los vientos incluida en el estudio de impacto ambiental, en el ámbito de Peral de Arlanza predominan los vientos de componente norte-noreste (NNE) y suroeste (SW). En particular el más frecuente, esto es, con mayor número de horas al año, es el viento con componente NNE. A tenor de la ubicación, los impactos derivados de la actividad y la componente principal de vientos, es previsible un impacto directo y frecuente de la actividad sobre la población de Peral de Arlanza, derivado del aporte de malos olores”.

Además, la Junta considera como insuficiente la pantalla vegetal que se pretendía colocar entre el pueblo y las instalaciones a fin de que no se dieran problemas de olores, por lo que al no existir una ubicación alternativa para la granja, informa el estudio desfavorablemente.

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