Se trata de una estatua de 21 metros de altura realizada por el también escultor palentino, Victorio Macho
Desde lo alto del cerro del Otero, al que le da nombre, el Cristo bendice con sus grandes manos toda la ciudad. Es el emblema de Palencia, seguramente su monumento más reconocido, junto a la Catedral, a la que dedicaremos otro importante pasaje.
La estatua es obra del escultor palentino, Victorio Macho, que puso la primera piedra de este popular Cristo el 15 de junio de 1931. Es, igualmente, la obra más famosa del autor palentino, tanto es así, que pidió ser enterrado en la cripta de la ermita de Santa María del Otero, excavada a los pies del propio Cristo.
Este verdadero icono para los palentinos se avista de una distancia muy lejana. Los 21 metros de altura van acompañados de 392 toneladas de piedra. Su construcción realizó en apenas ocho meses, ya que fue terminada en febrero de 1931.
Curiosamente, el mismo año se finalizó la construcción del Cristo Redentor de Río de Janeiro, ciudad con la que Palencia está hermanada a propósito de estas emblemáticas esculturas.
Aunque el de Rio es infinitamente más conocido, el Cristo del Otero adquiere su importancia en base a su imponente altura. Sus 21 metros le convierten en el Cristo más alto de España, un slogan que se ha utilizado en diferentes campañas promocionales como la protagonizada por Renfe en sus reposacabezas o sus apariciones en las pantallas de la madrileña Plaza de Callao durante los últimos años.
Los más entendidos aseguran que tiene alguna de las influencias culturales más internacionales de la época como el Art Decó o el cubismo, pero para los palentinos en general, es, sencillamente, el emblema de toda una ciudad. Incluso da nombre al barrio que crece bajo sus pies, el popular barrio de El Cristo, que celebra sus fiestas populares honrando a Santo Toribio.
SANTO TORIBIO
Una particular romería que data de comienzo del siglo XVII, cuando el Ayuntamiento encargó una nueva talla del Santo Toribio, para que saliera de la Catedral y cumplir el voto de villa hasta la ermita a la que el santo le da nombre, situada a pocos metros de los pies del Cristo del Otero.
Más adelante, el Consistorio optó por reforzar la leyenda del santo ofreciendo este nombre a la Compañía del Norte para algunos de los trenes que llegaban a la ciudad.
Además, dada la situación de hambre de la época, se empezó a realizar la “pedrea” de pan y quesillo desde el balcón de la casa-ermita de Santo Toribio en la ladera del Otero.
Así, más adelante llegarían las bolsas en las que se lanza la comida, la procesión en la que los peñistas de San Antolín portean al santo y, finalmente, la declaración de Fiesta de Interés Turístico Regional que, cada año, deja imponentes imágenes de cientos de personas, aguardando para coger su bolsa de pan y quesillo, mientras el Cristo mira de reojo desde lo alto del cerro del Otero a todos los palentinos y visitantes que se agolpan en los entornos de la ermita.