En los últimos 25 años se han desarrollado más de 3.000 tratamientos en Castilla y León, con tasas de embarazo que oscilan entre el 14,3% en casos de inseminación artificial conyugal y más del 30% en fecundación in vitro
Juan López / ICAL
En noviembre de 1998 llegó al mundo un varón en el Hospital Clínico de Valladolid. Hasta ahí todo normal, pero no fue un nacimiento cualquiera. Era el primer bebé alumbrado gracias a la reproducción asistida en Castilla y León, en ese caso por fecundación in vitro. “Muchos consideraban que la reproducción asistida era medicina de lujo, pero desde aquí se hizo mucho hincapié con el entonces Insalud”.
José María Fidel, miembro del equipo fundador, embriólogo y actual decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid, era un defensor acérrimo de que por la vía “de lo público” los resultados son mejores. Y apoyó la idea del doctor Eloy Díez Gregorio, la persona que más “pesada” se puso con Madrid para abrir en el Clínico esta unidad que, con los medios de entonces, pretendía ayudar al deseo maternal.
Un cuarto de siglo después, la agencia Ical se adentra en el laboratorio de Andrología que dio los primeros pasos, gracias a cuyas probetas y congeladores se han desarrollado más de 15.500 nuevas consultas desde 1998, con el periodo 2004-2007 por encima del resto, gracias al ‘cheque bebé’, y con una importante cifra en 2023, con 983 diagnósticos.
El responsable de la Unidad, Julio Gobernado, que era residente cuando nació aquel primer niño, explica que en estos 25 años se han realizado alrededor de 100.000 controles folicurales (ecografía y analítica). En total, el Clínico ha ayudado a venir al mundo por reproducción asistida casi 1.200 niños, la mayor parte gracias a la inseminación artificial, una fórmula “sencilla” que ya se aplica en todos los hospitales de capitales de provincia de la Comunidad, excepto en Palencia, y que supera ya la cifra de 3.000 casos. “Es una rama de la ginecología que se ha consolidado”, expone.
Hasta ese año, la “escasa demanda” que existía en Castilla y León se derivaba al Hospital de Cruces, en Vizcaya. El primer nacimiento por inseminación en el mundo lo protagonizó la ya célebre Louise Joy Brown, en julio de 1978, in vitro, quien después ha concebido hijos de forma natural.
Seis años más tarde llegó al mundo la primera española, en Barcelona, y no fue hasta 1998 cuando la Comunidad, en esta unidad del Clínico, dio el paso. “Al principio era un procedimiento casi experimental, porque casi todo lo que nos llegaba lo probábamos. Se aplicaban las técnicas según se iban conociendo”, apunta Fidel, quien con la experiencia habla de que “muchas de ellas se han demostrado después que eran ineficaces”.
La solución pasó por diagnosticar a cada paciente para conocer con exactitud qué técnica era la mejor para ella. “¿Para qué le vamos a hacer un procedimiento de inseminación artificial a una mujer si de esa forma no se queda embaraza? Lo mejor era analizar cuál era la mejor opción y a partir de ahí ser lo menos molestos”, sostiene. Gracias a ello, dice, la reproducción asistida ha duplicado la tasa de fertilidad de la raza humana, “ya de por sí baja”.
En un procedimiento en que las mujeres atraviesan por “situaciones estresantes”, también apunta a que entre los objetivos del departamento se encuentra la posibilidad de sumar psicólogos para atender a las mujeres, un trabajo que por el momento realizan las tres enfermeras, que “conocen perfectamente a la paciente”.
Entre los diferentes casos registrados en este cuarto de siglo, la Unidad, que pertenece a la Sociedad Española de Fertilidad y cuenta con la acreditación de Calidad de Aenor, ha contado con una mujer que ha traído al mundo a cuatro hijos por técnicas de reproducción asistida en el Clínico y que actualmente tiene 46 años. Además, cada vez reciben más pacientes sin pareja, que “buscan la alternativa del donante.
Embrión único
La Unidad de Reproducción Asistida del Clínico practica “en exclusiva” la transformación de embriones únicos, es decir, para que nazca solo un bebé. “Al principio, en otros hospitales, es verdad que nacían muchos gemelares, pero aquí ahora es muy difícil que suceda”, desliza Fidel, que añade, como embriólogo, que se llevan a cabo “cultivos largos, del entorno de cinco o seis días por fecundación”. Además, se desarrollan transformaciones en diferido.
Ampliada la cartera de servicios
Julio Gobernado recuerda que la cartera de servicios de Sacyl en reproducción humana asistida está dirigida a “dar respuesta terapéutica a los procesos patológicos responsables de esterilidad, así como respuestas de tipo preventivo en el caso de enfermedades transmisibles y para la preservación de la fertilidad”.
Incluye las técnicas de inducción de la ovulación para coitos dirigidos, inseminación artificial (tanto con el semen de la pareja o donante), fecundación in vitro clásica y transferencia de embriones (FIV-TE), con semen del cónyuge o de donante, inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI), con espermatozoides del cónyuge seminales o testiculares (TESE) o de donante, donación de ovocitos (FIV-TE o ICSI con ovocitos donados y semen del cónyuge), diagnóstico genético preimplantacional (DGP) de enfermedades monogénicas o de alteraciones cromosómicas (DGS), preservación de la fertilidad masculina (congelación seminal) en caso de patologías oncológicas o médicas responsables de su posible pérdida y preservación de fertilidad femenina (vitrificación ovocitaria o embrionaria) en caso de patologías oncológicas o médicas responsables de su posible pérdida.
Las técnicas más sencillas, como la inducción de la ovulación o IAC/IAD, se realizan en siete hospitales de la Comunidad dotados para ello (Salamanca, León, Burgos, Soria, Segovia, Valladolid y Zamora). Mientras, las más complejas, como FIV/ICSI, se desarrollan en los hospitales universitarios Río Hortega y Clínico de Valladolid. De hecho, este último es “referencia” para realizar las técnicas de Diagnóstico Genético Preimplantacional (DGP) y para la realización de los tratamientos de fecundación in vitro con ovocitos donados.
A principio de este año, además, entró en vigor la nueva cartera de servicios. En ella, se extiende la edad de la mujer de 40 a 42 años, y hasta 60 de los hombres, para acceder a estás técnicas. Otro de los objetivos es que todas las mujeres “puedan completar un ciclo iniciado”, sin tener en cuenta si superan la edad límite durante el proceso.
Y un tercero aborda, aunque arrancará más adelante, un software de gestión de todas las áreas de salud para que los profesionales cuenten con una gestión “compartida” de los procesos, evitando desplazamientos “innecesarios de las pacientes y mejorando la calidad asistencial”.
Gobernado recuerda que el límite de edad “está basado en datos biológicos”, pues a partir de los 40 años, la mayor parte de los embriones que se generan “tienen alteraciones cromosómicas, les llamamos aneuploides, y no implantan, producen abortos…” Esto hace que el rendimiento de las técnicas de reproducción asistida a partir de esas edad “disminuya mucho”.
Al ampliar la cartera de servicios cambia también la indicación de los tratamientos por encima de los 40 años. “Habrá mujeres que tengan una buena reserva ovárica, que puedan dar bastantes ovocitos, a las que se podría hacer fecundación in vitro con sus propios ovocitos, pero añadiendo un diagnóstico genético de esos embriones, para seleccionar a aquellos que son sanos y que las tasas de embarazo sean similares a las de mujeres menores de esas edad”, explicó.
Ese grupo, matiza, “será una mínima parte”, porque la mayoría de ese grupo de pacientes será con ovocitos de donante, algo que “a veces la pareja no lo acepta”.
El futuro es la genética
Este tipo de tratamientos, aclara el doctor Gobernado, no cuenta prácticamente con efectos secundarios y “solo a veces se relaciona con alguna alteración genética”. El responsable de la Unidad, formada por una plantilla de doce personas, vaticina que precisamente el estudio genético embrionario es el “futuro” de este ámbito, pues “se escogerán los embriones de calidad y se preservarán”, además de “buscar úteros artificiales”, aún en proceso experimental.
Sostiene que es “muy difícil” vaticinar “cómo serán los tratamientos dentro de otros 25 años”. “Es una utopía, porque cambia todo muy rápido. Nadie imaginaba en 1998 cómo íbamos a estar hoy y los avances que hemos implementado”, comenta, para añadir que “muchos avances vienen para quedarse y otros son modas pasajeras”, pero en el Clínico “no hay nada que se eche de menos respecto a técnicas de otros sitios”. Sacyl ampliará las instalaciones de la Unidad, próximamente, gracias a las obras que se acometen en el Clínico.