Recibe la autorización ambiental una planta de vermicompostaje que aún tendrá que lograr el plácet urbanístico del Ayuntamiento
Cientos, miles, seguramente millones de lombrices puede que sean las nuevas trabajadoras de Báscones de Ojeda en unos meses. Porque será ingente la cantidad de estos invertebrados que podría necesitar la planta de vermicompostaje que se ha planteado en la localidad palentina.
Una planta que se encargará de convertir, por medio de una determinada especie de gusanos los residuos orgánicos en humus. En humus fertilizante, no en el plato de cocina a base de garbanzos.
La Junta de Castilla y León acaba de conceder la autorización ambiental a este proyecto, promovido por Grupo K82 Logística, con sede en Congosto de Valdavia. Unas instalaciones ubicada en lo que hoy se considera una era, y en la que se almacenan pacas de paja, y que está ubicada a cerca de medio kilómetro del casco urbano de la localidad, junto a la carretera que comunica Báscones con Sotobañado y Priorato.
El terreno que ocupará será de 4.600 metros cuadrados en una parcela de 1,11 hectáreas. “Se define una capacidad máxima de tratamiento de 5.000 toneladas de residuos orgánicos al año, considerando que tanto por las dimensiones como por su capacidad, en el contexto de este tipo de instalaciones, se trata de un proyecto de pequeñas dimensiones”, explica el documento publicado en el Bocyl.
El proceso productivo se lleva a cabo en una sola fase, “utilizando la lombriz roja de California (Eisenia foetida) para producir humus a partir de la transformación de residuos orgánicos. Durante el vermicompostaje, las lombrices y los microorganismos descomponen la materia orgánica en presencia de oxígeno, lo que resulta en la producción de humus de lombriz o vermicompost. Estos residuos incluyen estiércol maduro de ganado, restos vegetales de cultivos (principalmente paja de cereal) y otros productos derivados del compostaje, como sustratos de cultivo o fertilizantes provenientes del compostaje tradicional”.
Cada una de las pilas donde se producirá el milagro de convertir desechos en abono contará con 4 a 5 kg de lombrices por metro cuadrado, por lo que su trabajo será más intenso que el que desarrollarán los humanos, dado que la previsión es que un único operario se haga cargo de la planta, tres días a la semana, con seis horas cada jornada.
Entre las labores de ese operarios, remover las pilas de material, alimentarlas y humedecerlas. Para esto último se estima un consumo anual de “aproximadamente 2.000
litros de agua, que será suministrada mediante cisterna”.
Condicionantes
En su fase previa, será necesario adaptar la planta a las necesidades de producción y limitación de riesgos, como escapes de lixiviados. En este sentido, desde la CHD se han apuntado condicionantes que tendrán que cumplirse.
En su contestación al procedimiento de audiencia, el Ayuntamiento de Báscones interesó que gestione la planta de forma correcta para evitar molestias a la población de la mano de malos olores y se advirtió que “la instalación y actividad está sujeta a autorización de uso excepcional en suelo rústico”, al estar considerado así la zona en la que se instalará.
El vermicompostaje no puede considerarse un compostaje de residuos porque, entre otras razones, no alcanza temperaturas termófilas. Por este motivo, la operación de tratamiento está incluida dentro del “reciclado de residuos orgánicos para la producción de materiales o sustancias”.
La planta funcionará como una instalación de gestión de residuos no peligrosos en la que se estima que se procesen al año 3.000 toneladas de estiercol, 1.500 de residuos vegetales y pequeñas cantidades de materiales de poda, lodos y residuos de cocina. Todo de la mano de la lombriz roja de california, que a medida que va comiendo materiales en descomposición, deposita sus deyecciones y convirtiendo el terreno y el material en productos fertilizantes ricos en nitrógeno, fósforo, potasio y calcio