El traslado de usuarios del tren al autobús entre Palencia y Santander requiere de un ejercicio de logística, paciencia y autocontrol por parte de viajeros, personal de Renfe, autocares y seguridad
O. Herrero
Puntualmente, algunos bromearían que casi como nunca, apareció en la estación de Palencia a las 20,35 horas de hoy el tren 04193. Un Alvia, procedente de Madrid y con destino… en teoría Santander. Y muchos de los viajeros de los que traía pensaban lo mismo. Pero lo cierto es que hasta el día 29 de agosto, ninguno de los trenes Alvia pasará de la estación de Palencia con destino a Cantabria. Sólo los Media Distancia se adentrarán en la línea 160, pero únicamente hasta Frómista, donde sus usuarios tendrán que oír lo mismo que en Palencia: viajeros al bus.
Debido a las obras que está realizando Adif, hasta finales de agosto, los recorridos en la línea Palencia-Santander, se harán en autobús. Una exigencia logística para Renfe, que no puede llevar sus trenes pero tiene que transportar a los viajeros.
Pero este movimiento de personas requiere también de un gran ejercicio de paciencia y autocontrol por parte de los damnificados, los pasajeros, y de quienes tienen que evitar que lo que ya de por sí es un problema, se acrecenté. Es decir, del personal de abordo de Renfe, de los conductores de los autobuses contratados y del personal de seguridad.
Tren 04193
Cuatro autobuses había apostados frente a la estación esta tarde esperando a que el pasaje del Alvia, modelo S-730 (capacidad para 265 personas), se apeara en el andén 5 de la estación de Palencia. Cada uno de esos autobuses con el destino al que iba directo escrito en la puerta delantera, la única abierta: dos a Santander, uno a Torrelavega y otro con parada en Aguilar y Reinosa. Los cuatro ocupando buena parte del trazado de la calle Pedro Miguel Barreda, a la que se le ha cortado el acceso desde la estación de autobuses.
Y antes de que llegue el tren, hay que determinar cuántos vehículos de carretera se necesitan. Cuántos deben hacer el trayecto completo, cuáles pararán en cada una de las cuatro paradas establecidas, si alguno tiene que detenerse en más de una… Aunque debido a que la mayor parte de los billetes llevan ya tiempo adquiridos, ese trabajo previo está establecido desde hace unos días, con un margen de asientos a mayores para ventas de última hora. Así que lo estresante llega con la apertura de las puertas del tren en la estación de Palencia.
“Cuando llega el tren y tienen que montarse en el autobús, es el momento de más tensión. Tienes que dirigirlos. Pero ellos te preguntan cuál va a ser más rápido, cuál va a salir antes. Tenemos que explicarles que lo importante no es cuál salga antes sino el que le va a llevar a su destino. Si tiene que ir a Torrelavega, pero se monta en el de Santander porque sale antes, al final va a llegar más tarde, porque no le va a parar en Torrelavega”, explica un miembro del equipo que se encarga de organizar al pasaje en los diferentes autobuses.
Pero es normal que muchos solo miren el tiempo. “Me están esperando en Santander. A ver a qué hora llego”, se lamentaba un viajero que además explicaba que viaja en tren “por la comodidad, no en bus, donde vas tan pegado a otros. Yo he comprado un billete de tren, no de autobús. Esto se debe de poder reclamar”, opinaba antes de montarse ofuscado en el autobús.
Para otros, la resignación era la única salida ya, especialmente tras el cansancio toda la jornada viajando. “Vengo desde Alicante, así que imagínate las horas que llevo. Solo tengo ganas de llegar a Santander. Me he enterado en el propio tren de lo del autobús, y me he quedado… Es lo que hay, vale, pero igual tenían que pensar en no cortar la línea, en hacer las obras en otro momento, no el 16 de agosto cuando todo el mundo se está moviendo”.
Cada uno a su bus, o no.
Pese a los esfuerzos del personal de seguridad y de los empleados de Renfe que viajan en el tren y los de Adif de la estación, aún hay viajeros que se montan en el autobús que no es, provocando otro pequeño caos si el autobús al que tenían que montarse ya ha salido rumbo a su destino cuando se dan cuenta del error.
Dos opciones. O se queda en el autobús en el que se ha montado no haciendo parada donde le corresponde o se organiza, gracias a la voluntad de los conductores de los autobuses, un itinerario alternativo para los que aún están esperando. “Es que me tienen, me tienen… todo problemas desde que hemos salido de Madrid”, se lamentaba, entre llamada por aquí y llamada por allá, una de las azafatas de Renfe, que finalmente respiró cuando pudo dar una solución a los viajeros extraviados. “Venga, nos vamos: nos vemos”, se despedía de sus compañeras que tenían que esperar al inverso para volver a Madrid.
“Es que ven Santander, y aunque tengan que ir a Torrelavega, se montan en el autobús que pone Santander porque su tren iba a Santander. Todo, a pesar de que se lo decimos y les preguntamos dónde van”, apunta, con los cuatro autobuses ya camino de Aguilar y de Cantabria y 20 minutos de retraso sobre la hora habitual de salida, un miembro del equipo de la estación de Palencia.
Operación a la inversa.
Esta operación de embarque en los autobuses la deberán hacer tres veces por día (tres son los Alvia que unen habitualmente Palencia y Santander), hasta el 29 de agosto, pero también la inversa. Es decir, los autobuses recogen a los viajeros del Alvia ficticio en Santander, Torrelavega y en dos de los tres diarios en Reinosa y Aguilar para que confluyan en Palencia a la hora de la salida del tren con destino a Madrid o Alicante.
Y puede parecer más sencillo, porque todos van al mismo tren, pero como advierten en la estación de trenes de Palencia, “hay que pasar a todos por el escáner” y por el control de billetes.
Eso en una terminal de viajeros preparada para la demanda de una ciudad de 80.000 habitantes, que no está pensada, ni por espacio ni por dotación, para mover hasta 200 personas que pretendan montar en un solo tren a la misma hora y pasar a los andenes por una sola puerta.
Al menos, ahí no habrá quien se confunda de tren… ¿o sí?
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