Ejemplar de topillo campesino
Ejemplar de topillo campesino.

Un estudio de la Universidad de Valladolid determina que la población de roedores se dispara de manera cíclica cada cinco años

A. Míguez / ICAL

El equipo científico de la Universidad de Valladolid (UVa) augura que esta primavera podría haber plaga de topillos especialmente en Tierra de Campos. Se basan en un estudio en el que llevan trabajando 15 años y que concluye que, cada cinco años, hay una proliferación en la población de topillo campesino. Coincide con la Oscilación del Atlántico Norte, un fenómeno climático que favorece otoños cálidos y lluviosos. “Si las previsiones meteorológicas no fallan, la población de topillos irá creciendo hasta densidades muy altas”, explica a Ical el investigador del iuFOR del Campus de La Yutera Juan José Luque.

Este estudio nació a raíz de la gran plaga de topillos de año 2007. “Fue entonces cuando nos surgieron preguntas como ¿esto ha pasado antes? ¿y con qué regularidad? Lo cierto es que los topillos pueden tener hasta once crías y se reproducen cuando tan solo tienen un mes de vida lo que favorece su expansión. Los científicos del Campus de la Yutera animan a los agricultores a tomar medidas de prevención ante la posibilidad de que esta primavera sea complicada. De hecho, algunos agricultores ya han empezado a notar la presencia de estos roedores y aunque, al menos de momento no es preocupante, los trabajadores del campo ya están en alerta. En las pocas tierras que se han sembrado a estas alturas del año, ya se han comido algunos brotes.

Si bien es cierto que puede haber riesgos de daño sobre las plantaciones sobre todo de alfalfa, lo preocupante también es que la aparición de topillos provoca un riesgo real de zoonosis o cualquier otro tipo de enfermedad infecciosa como la tularemia. Estos animales atraen además, la atención de depredadores, patógenos y parásitos. No solo los agricultores deben extremar la precaución, también los cazadores o los pescadores de cangrejos. De hecho, si la densidad aumenta, lo más recomendable, a su juicio, sería normalizar el uso de mascarillas y guantes. “Ahí radica la importancia de estos estudios. Ayudan a prevenir y estando en preaviso, el sector agrario puede poner en marcha medidas que eviten su propagación y minimizar los daños”.

Además, este estudio de la Universidad establece que los topillos han experimentado un fenómeno ecológico puesto que antes su hábitat eran las zonas montañosas. Sin embargo, ahora la proliferación de los regadíos y la agricultura de conservación han favorecido su éxodo hacia el sur. Son animales que realmente necesitan suelos húmedos y con bastante cobertura vegetal para cavar y hacer agujeros. Eso, antes de la década de los 60 era impensable en algunas zonas pero con la llegada de la revolución técnica al campo, se empezaron a usar fertilizantes y sistemas de riego más complejos y el paisaje cambió. “Cultivamos muchas hectáreas de alfalfa y los topillos las colonizan. Al ser una zona plana, no encuentran barreras físicas que les impidan dispersarse y proliferar”, detalla Luque.

Una situación ante la que los investigadores reclaman más ayudas y más financiación por parte de las Administraciones. “Para poder seguir trabajando necesitamos infraestructuras y apoyo logístico. Sin inversión no hay investigación y sin ella, ni hay conocimiento ni hay soluciones a los problemas”, concluye.

Por su parte, y de manera paralela, los agricultores piden soluciones que “de verdad” ayuden a atajar los problemas que acarrea para ellos una plaga de topillos y abogan por la quema controlada de cunetas y rastrojos. “No queremos eliminar ni los topillos, ni los pájaros ni ningún otro animal. Queremos convivir con ellos pero hay que tener un control. No nos sirve utilizar un rodenticida que en vez de envenenarlo, lo que hace es engordar al animal”, denuncia el vicepresidente de Asaja Palencia, Lorenzo García.

Asimismo, cree necesario recordar que desde Europa cada vez las restricciones son más estrictas y “casi se obliga” a realizar la siembra directa en las explotaciones, algo contraproducente en la lucha contra el topillo. Por eso, insistió en la urgencia de encontrar algo realmente “efectivo”. “Cuando una persona tiene una enfermedad le damos un antibiótico y aquí necesitamos lo mismo. El topillo campesino está en todas las praderas y lo que urge es sacarlo”.

Lo sabe bien César Infante, agricultor en Paredes de Nava (Palencia), que ya ha sufrido los primeros daños por topillos y mucho se teme que la situación no haga más que empeorar de cara a los próximos meses. Todavía resopla al escuchar hablar de la plaga del año 2007 y confía en que aquellas imágenes con campos, arroyos, cunetas y carreteras con miles de animales muertos no vuelvan a repetirse nunca.

“Ese escenario sería insostenible a día de de hoy con los costes de producción disparados y las pocas ganancias que tenemos”, explica Infante al tiempo que reconoció que hay “cierta preocupación aunque todavía sea temprano”. “Si echamos la vista atrás sí que da miedo porque en aquellos años de plagas, era normal ver una parcela completamente verde y en apenas 15 días, todo había desaparecido y parecía como si nunca hubiera estado sembrada. Todo se lo habían comido”, recuerda. De momento, y a la espera de si las malas previsiones se cumplen, los topillos tienen poco alimento. En Tierra de Campos solo se ha podido sembrar el 30 por ciento de la superficie.

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