La pintora y profesora, Marian López, regenta un taller en Palencia donde cerca de 50 alumnos de todas las edades dan alas a su creatividad, donde el realismo cobra el mayor espacio
David Herrero / ICAL
Expresión artística para todos los públicos, niveles y edades, pero con el pincel en la mano. Marian López encabeza desde hace dos años su nuevo taller de pintura en la capital palentina donde enseña y hace volar la creatividad a unos 50 alumnos que da lugar a creaciones de todo tipo, aunque el realismo cobra el mayor espacio.
La profesora y responsable del taller, Marian López, afirma a la Agencia Ical que lleva pintando 40 años y dando clase unos 18 años, aunque en las épocas pasadas compartía estudio con su marido, pero todo cambió hace dos años, cuando comenzó su andadura en el taller actual.
Deja claro que es autodidacta completamente, porque su madre también pintaba y es una cosa que siempre le ha llamado la atención y al ser madre joven de cuatro hijos, “siempre ha mezclado la maternidad con la pintura”.
De aprender sola a enseñar a otras personas quien detalla que le gusta todo tipo de pintura, porque “cualquier expresión artística es maravillosa”, dado que el arte “siempre sale del interior de cada uno y poder expresarse de esa manera es muy bonito”. Aun así, reconoce que su estilo es el realismo.
El cilindro
En el taller, algunos alumnos dibujan, mientras que otros van directamente a pintar el cuadro. No obstante, explica que, en el caso de los alumnos nuevos, López les pone como tarea la realización del ejercicio del cilindro, el cual es muy útil para aprender el volumen, el contraste y la atmósfera, además de dibujar con el pincel dicho cilindro.
Tras ello, con cierta periodicidad, los alumnos deben realizar alguna tarea o ejercicio particular que implementa Marian López, que se suma a las pinturas propias que deciden llevar a cabo cada persona, aunque apunta que los animales y los motivos naturales son habituales en el taller, ubicado en el pasaje Don Sancho, junto a la plaza Mayor.
Buen nivel
Aunque hay diferencias entre los alumnos, traslada que el “nivel es bueno” y los resultados son muy positivos con apenas un año de trabajo con el pincel en la mano, donde las edades de todos ellos son muy dispares, que están comprendidas entre los siete y cerca de los 80 años.
Es el caso de Yolanda Campo, quien carece de alguna formación plástica y lleva un año y medio acudiendo al taller. “Noto un valor terapéutico con la pintura, porque me relaja y quita la ansiedad. En mi caso, llego a notar que el estómago me dejaba de doler y me sirve de terapia”, añade.
Comenta entre risas que desde que está en el taller ha empezado a recibir diversos encargos de la familia, por lo que ha pintado aspectos de la naturaleza, una gata reflejada en un espejo o un mueble, entre otros ejemplos, pero todo lo que lleva a cabo es realista.
Pintura en soledad
De igual manera se muestra Maite Laso, alumna del taller desde el pasado mes de octubre, al reconocer que pintaba con anterioridad en casa, pero “hacerlo sola es muy duro”, por lo que asegura que una forma de motivarse es desplazarse y compartir experiencias e intercambiar impresiones con los compañeros y con Marian López.
Subraya que era maestra y era buena con el ámbito plástico, pero no tiene formación alguna especializada en la materia, quien relata que en otras épocas se sacaba un dinero al realizar retratos de comunión de pastel, aunque después se dedicó a otros cometidos profesionales y se olvidó de este aspecto más artístico.
Señala que le gustan muchos los paisajes y los animales, aunque afirma que no se ha dado cuenta de que le gustaban tanto hasta que no ha acudido al taller, unas visitas que le han permitido avanzar en la forma de pintar y en el uso de la gama cromática, ya que antes no utilizaba más de siete colores y ahora puede pintar con 80 diferentes, asevera.
