Recibir el máximo reconocimiento por parte del Aguilar Film Festival le sorprende y emociona, pero al mismo tiempo le compromete con el público: «quiero seguir mereciéndolo en el futuro»Aguilar
Aida Acitores
El actor Pepe Viyuela dice que el oficio de payaso es la última de sus facetas profesionales que abandonaría. Hacer reír «tiene utilidad», porque combate el odio. Atiende a PaCO Magazine unos minutos después de lo acordado, ya que estaba jugando con su nieta. Tal vez la risa de la pequeña sea la más reconfortante, el público más emotivo para un intérprete que se ha movido sobre todo por escenarios, pero también en estudios de televisión, largometrajes taquilleros y, por supuesto, cortometrajes, en cuyos proyectos encuentra «grandes cantidades de ilusión». Se siente sorprendido y agradecido por el Premio Águila de Oro 2024, que al mismo tiempo le supone «un compromiso» con el público aguilarense, de por vida.
«En el mundo del cortometraje encuentras muchísimo entusiasmo»
No es frecuente que se den premios a toda una trayectoria a actores exponentes, principalmente, de la comedia y el clown. Pero la comedia es un asunto muy serio y además está en el cine desde su propia concepción, ¿no?
Siempre he pensado que la comedia incluso puede que sea precedente a la tragedia en la época en la que nacieron los géneros. En la vida no las podemos separar, van unidas siempre. Pero en el cine es verdad que la comedia tiene un tratamiento de menor consideración habitualmente que el drama. No sé por qué.
El hecho de que ahora a mí, que me he pasado la vida y sigo con la comedia, este premio es una forma de hacer ver que tampoco importa demasiado a qué género te dediques, que quizá es más importante el tiempo que llevas o cómo la gente considera que lo has hecho a lo largo de tu vida.
La dirección del Aguilar Film Festival ha destacado, entre otros valores, tu faceta como actor que ha apoyado a la pequeña y a menudo poco reconocida industria del cortometraje. ¿Por qué crees que es importante respaldarlo?
El cortometraje me parece que es un espacio donde uno se encuentra muchísimo entusiasmo. Ese entusiasmo que a veces echas de menos en las grandes producciones porque la gente está más profesionalizada, aturdida por los años, o abrumada por estar en proyectos muy grandes… Los proyectos pequeños están llenos de ilusión, en manos de gente joven, de valores nuevos, que están probando suerte por ahí en proyectos de presupuestos menores, pero que no por ello encuentra uno menos talento. Precisamente la falta de medios es lo que hace que en muchos cortos uno vea un derroche de genialidad, porque tienen que buscar las vueltas por otro sitio: buenos guiones, condensar historias, que quepan en un minutaje que tienen previsto… El mundo del corto es especialmente interesante por esos motivos: a todo el mundo le gusta estar en grandes producciones, pero en el corto, lo que te encuentras es energía e ilusión. Y es lo que a veces se echa de menos: gente cargada de muchas ganas.
Cada vez que me llaman no solamente no digo que no, sino que me parece una oportunidad para aprender. No siempre puedes, pero si puedes, es una alegría.
Directores como Miguel Bardem, Julio Médem o Javier Fesser, quien también ha recibido el Águila de Oro, son algunos de los compañeros de viaje que has tenido en tu trayectoria en el séptimo arte. ¿Cómo fue trabajar con ellos?
Cada director es un mundo y por ello ha sido siempre una experiencia distinta. Evidentemente son historias diferentes y el lugar desde donde esté abordada hace que sea diferente cada vez.
En el caso de Fesser, es un director que no ha perdido ese entusiasmo, contagia alegría en cada jornada. Como si llegara la luz, es alguien que es un hombre que contagia optimismo, ilusión, se nota en el día a día… Un profesional que, además, tiene la película en la cabeza, pero al mismo tiempo está abierto a dejarse sorprender en cada momento.
Y hablando de cosas serias, el oficio de cómico es tan comprometido como haber actuado en Irak, Kosovo o Palestina con Payasos Sin Fronteras… ¿Cómo es hacer reír en lugares donde impera el dolor?
Aunque parezca paradójico es más fácil, la gente cuando está mal ríe por necesidad absoluta, no es un capricho, sino que da dosis de vida y de esperanza. La risa no es un artículo de lujo, es una necesidad para la supervivencia. El sentido del humor ayuda a sobrellevar el dolor y las tragedias.
En esos lugares, como payaso no me resulta más difícil que aquí, yo diría que incluso más fácil. Y la recompensa que obtienes es enorme, de algún modo sientes que lo que haces sirve para algo.
Aquí en este mundo nuestro, donde tenemos bienes materiales, comemos, dormimos en sitios seguros y vivimos sin temor, con tranquilidad y abundancia… Aquí ser payaso es un oficio más, vas a trabajar, la gente se ríe y cobras un dinero por ello… En esos sitios la recompensa no tiene nada que ver con lo material, sino con un sentimiento de empatía y cercanía, compartir emociones con alguien. Y curiosamente lo que te llevas es más valioso que el propio dinero. Evidentemente no puedes comer con eso pero te llena de otra manera y hace que sientas que tu trabajo puede tener una utilidad importante. Siempre pienso en la utilidad que tiene un médico, un abogado, un bombero… Y durante años me he preguntado si ser payaso servía para algo. Y a través de Payasos Sin Fronteras me he dado cuenta de las posibilidades que tiene un payaso en esas situaciones y de colaborar en momentos difíciles para la gente… Tiene un valor incalculable. No se puede decir cuánto vale la sonrisa de un niño, pero cuando lo consigues te sientes muy afortunado y ves que realmente sirves para algo.
«Siempre me pregunté si ser payaso servía para algo… Lo aprendí con Payasos Sin Fronteras»
Quizá deberían leer esta respuesta algunos políticos en nuestro país, donde tenemos tanta crispación y mal humor
Sí, sobra mala uva, sobran malas intenciones… Sobra odio… El odio es el culmen de los despropósitos, tiene muy poco sentido cimentar las relaciones con las personas sobre el odio.
De hecho, el nacimiento de Payasos Sin Fronteras tiene que ver con eso. Durante la guerra de Yugoslavia se le preguntó a unos niños en un colegio qué se podía hacer para acabar con la guerra y decidieron enviar payasos. El origen no está en una cabeza adulta sino en una cabeza infantil, que piensa que quien ríe no va a tener ganas de odiar ni de disparar y que se va a entender mejor. Porque ellos mismos han experimentado que la risa es más agradable y recomendable que el odio.
Recientemente has visitado teatros de Palencia recuperando aquel número inolvidable para toda una generación de españoles, con tu escalera y tu silla… ¿Tantos años después, cuál es la clave para continuar conectando a través del humor más entrañable?
No hay un secreto… Lo único que hace falta es pasártelo bien tú. Si tú te diviertes tienes la mitad del trabajo hecho, eso se contagia. La gente disfruta cuando ven que tú estás bien, ven que estás jugando y que te lo estás pasando bien con ellos. No aburrirse es el ingrediente fundamental para hacer comedia, pasártelo bien como cuando eras un crío y salías a la calle, y eso contagiaba a los demás ilusión y alegría.
Entonces si hay un secreto, está en eso: en que no me he aburrido, de hecho me lo paso cada vez mejor… Y es la experiencia. Al cabo de tantos años de hacer este tipo de comedia, de relacionarme con los objetos, algo aprendes.
No solo no me aburro sino que la faceta de payaso sería la última que abandonaría. Si me hubiera aburrido lo habría dejado porque seguramente la gente se habría aburrido también…
Hablemos de tu faceta como escritor, porque tienes publicada una obra de teatro y varios poemarios, algunos merecedores de premios… Has mencionado que escribir es para ti como interpretar: contar historias a través de otras vidas, que haces tuyas…
Yo no me considero escritor, escribo porque me gusta pero creo que un escritor dedica algo más de lo que yo le puedo dedicar a la escritura. Yo escribo por afición, por gusto… Me gusta escribir y tengo libros publicados pero eso no me convierte en escritor. Me queda demasiado grande… Ser escritor es un oficio… ¡y ese oficio no lo tengo! Un aprendiz, como mucho.
“El secreto de la comedia es pasártelo bien”
¿Qué proyectos en marcha?
Tengo una función de teatro que estuve hace poco con ella en Aguilar, Guitón Onofre, una novela picaresca adaptada al teatro y que acabamos de estrenar este verano. Estaré de gira hasta el año que viene. Pero entremedias estoy con otra función titulada El Barbero de Picasso, de Borja Ortiz de Gondra, que se estrenará a mediados del año que viene en el Teatro Español de Madrid… Y eso en teatro.
En cine, como sabrás, está el proyecto de hacer una película sobre Aída, que está previsto rodarla a principios del año que viene… Y otros proyectos que están apenas esbozados y a veces ocurre que ni siquiera llegan a buen puerto. Una serie de televisión, recitales de poesía… ¡Bastantes!
¿Qué le dirías al público y al festival, por este premio?
Lo fundamental es agradecer que se hayan acordado ty me hayan tenido en cuenta me hace mucha ilusión. Y buscar juntos el motivo de por qué ha ocurrido esto, si realmente están convencidos… ¿Estáis seguros de lo que habéis hecho? Pero por otra parte comprometerme de cara al futuro. Porque yo creo que los premios se dan mirando hacia atrás, pensando en que quien lo recibe lo merece, pero tienes que mirar hacia adelante para seguir mereciéndolo y pensar qué hacer “para que esta gente no se arrepienta nunca de darme este premio”.