Un equipo altamente especializado del Centro Tecnológico de Cereales de Castilla y León desarrolla proyectos de investigación para desarrollar nuevos productos de alimentación, pero también para dar salida a residuos como la corteza de pan o los huesos de la fruta. Hablamos con Ana Garcinuño, directora del departamento de I+D+i de CETECE
El CETECE (Fundación Centro Tecnológico de Cereales de Castilla y León), que este año celebra su 25 aniversario, desarrolla una importante labor investigadora que en estos años ha sido crucial para las empresas del sector agrolimentario. Además de la formación y el asesoramiento, el Departamento de I+D+i, que coordina Ana Garcinuño, con una decena de investigadores, es una de las piedras angulares del centro tecnológico palentino. Hablamos con
¿Cómo surge el Departamento de I+D+i de CETECE y qué trayectoria ha tenido hasta el momento?
El Departamento de I+D+i surge en el año 2005 como consecuencia de la demanda de las empresas con las que ya trabajábamos en otras áreas, como la de calidad o el laboratorio. Ellos tenían interés en desarrollar productos nuevos o mejorar algunos de los que ya tenían y nos preguntaban si podíamos hacerlo.
Poco a poco fueron demandándonos nuevos proyectos y fuimos incrementando su número. El departamento fue cogiendo tamaño a medida que íbamos incorporando nuevos investigadores y, poquito a poco, en el año 2023 es un departamento consolidado y con un creciente número de proyectos.
¿Qué perfiles profesionales integran este equipo de investigación y desarrollo?
Es un equipo multidisciplinar. Tenemos profesionales de todos los ámbitos: nutricionistas, químicos, tecnólogos de alimentos, ingenieros agrónomos, ingenieros agrícolas con la especialidad de industrias alimentarias… Es decir, una representación de todo el sector pero con perfiles un poco distintos.
¿Qué hitos de investigación se han ido alcanzando?
En CETECE trabajamos principalmente de dos maneras. La primera, en colaboración directa con las empresas, que nos trasladan demandas concretas que trabajamos con ellos, bajo contratos de confidencialidad. Por lo tanto, son desarrollos para ellos, investigaciones a las que hacen frente con sus propios recursos y el resultado suelen ser productos que después encontramos en el supermercado.
Luego hay otra manera de trabajar, que también la mantenemos desde el principio, que es en colaboración con otros centros tecnológicos y de investigación, así como algunos proyectos de investigación propia. Son de un rango mayor, en el sentido de que quizás tardamos varios años en hacerlos, pero luego hacemos transferencia a las empresas y transmitimos conocimientos al sector de los resultados obtenidos.
Tenemos numerosos ejemplos en todos estos años. Siempre destacamos uno que fue premiado a nivel europeo, relacionado con el aprovechamiento de un subproducto como las cortezas del pan de molde, que nosotros las utilizamos para reconvertirlas en un plástico. Hicimos una digestión a partir de unas bacterias para obtener un ácido láctico que luego se polimeriza y con él obtenemos un plástico que se puede utilizar para envasar alimentos. Ese proyecto, denominado Bread4PLA, que trabajamos junto con bastantes institutos de Europa, y fue premiado como uno de los mejores proyectos europeos de los últimos 25 años.
Además de investigar en la creación de nuevos productos alimentarios, también investigan cómo aprovechar los residuos, algo que es tendencia en estos tiempos en los que las empresas deben ser sostenibles
Trabajar con residuos y reaprovecharlos es algo que llevamos haciendo desde hace bastantes años, pero es verdad que va cogiendo más interés en los últimos años, por esa tendencia que estamos observando en todos los sectores.
Este año, por ejemplo, hemos trabajado con el reaprovechamiento de un subproducto del pistacho para incorporarlo en pan sin gluten, pero cada año tenemos algún ejemplo de ello. Por ejemplo, hemos reaprovechado el hueso del membrillo para obtener productos bioactivos y fibra; algunas fibras procedentes de salvados de cereales… Y otras tendencias que solemos tener son los productos ecológicos, los de origen vegetal, la reducción de aditivos y mejorantes en alimentos, con la reducción de azúcares y grasas, mejoras del perfil nutricional, etcétera.
Investigaciones cuyos resultados se transmiten después a la industria. ¿En qué medida es importante la transferencia de conocimiento para CETECE?
Como Centro Tecnológico, tenemos esa misión de transferir los resultados. Cuando detectamos una necesidad en el sector, observamos una tendencia que está viniendo o algo que vemos que es sensible sobre lo que investigar, pues nos ponemos manos a la obra. Todos los años tenemos algún trabajo en este sentido y luego organizamos jornadas para poder hacer esa transferencia a las empresas del sector. Creemos que es muy importante, somos oficina OTRI (Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación) y, por tanto, conseguimos esa labor a través de toda esa divulgación que hacemos.