El dramaturgo, actor y director de cine y teatro palentino preestrena en Palencia su nueva obra, una versión libre de Las Criadas de Jean Genet protagonizada por Bibiana Fernández, que se representará este verano en el Teatro Pavón de Madrid
La Señora se representa este domingo en el Teatro Ortega de Palencia, como preestreno de las funciones programadas en el Teatro Pavón de Madrid, protagonizado por Bibiana Fernández. ¿Cómo surge este proyecto, en paralelo a tus proyectos cinematográficos como Rubio Cobrizo?
Después de mi primer montaje, La Gaviota o los hijos de, que estuvo en el LAVA y se representó en Madrid, me fui dando cuenta de que, del teatro, me interesa prácticamente todo, al igual que el cine. Me imagino mi carrera a futuro dirigiendo ambas cosas y caminando por ambos lenguajes. Son lenguajes muy distintos, pero que a mí me apasionan por igual y quisiera, como te digo, ir compaginando uno y otro. Con La gaviota me di cuenta de que me gustaba mucho esta idea de contemporanizar los clásicos, y por otro lado, provocar a los clásicos. Y quizá esto es lo que he hecho con Las Criadas de Jean Genet.
De alguna manera me fascinan los grandes autores, pero siempre intento buscar en ellos la contemporanización, para lo que creo que hay dos vías: una, respetando el texto y sencillamente haciendo contemporánea la puesta en escena, y la otra, rompiendo y manipulando el texto un poco a tu propio beneficio, ¿no?
Con estas Criadas de Jean Genet no tenemos un texto del siglo XIX como puede ser La Gaviota de Chéjov, sino que se trata de un texto de finales de los años cuarenta. Pero sí que es un texto, como idea, de una magistralidad universal, porque, al igual que Lorca, Jean Genet ha pasado a la historia de los grandes autores de la literatura y del teatro. Y pero eso era un texto que me fascinaba. Y yo soy muy seguidor de Núria Espert y, investigándola mucho, me di cuenta de que ella fue la primera persona que trajo Las Criadas a España en el año 1969, que fue un montaje que estuvo a punto de no pasar la censura de época. De alguna manera, ese montaje que hizo Núria Espert con un director argentino que era Víctor García, es como el embrión del teatro de vanguardia español, ¿no? Y la circunstancia de que ese montaje estuviera a punto de no pasar la censura siempre me dejó muy curioso e interesado.
Este montaje de Núria era un binomio de dos textos: Las Criadas de Jean Genet y los dos Verdugos de Arrabal. Entonces, los censores de la época fueron a un ensayo, vieron solo el primer texto y lo incluyeron en la nota de la censura, pero no incluyeron Las Criadas. Y casi por casualidad, las criadas se pudo se pudo estrenar porque los censores solo vieron el texto de Arrabal. La circunstancia de una actriz, que había intentado levantar Las Criadas en esos años, que en mi fantasía no había conseguido hacerlo porque la censura se lo había prohibido, y que vivía hoy obsesionada con ello, pues me motivó a escribir esta versión libre y contemporánea que he llamado La Señora, porque es el tercer personaje de Las Criadas, ese tercer punto de vista.
Y en realidad es la historia de una actriz que vuelve a los escenarios, la rentrée de una actriz que vuelve a los escenarios después de cuarenta años de retiro con un texto que no pudo hacer en los setenta porque no pasó la censura, con el que vive obsesionada. Y esta actriz es Bibiana.
Bibiana Fernández estrena ‘La Señora’, de Pablo Quijano, en el Teatro Ortega
Y tenía que ser Bibiana, ¿no? Porque tenías que recuperar a una figura singular del cine y el teatro de esa etapa, ya que Bibiana Fernández forma parte la historia del cine y el teatro español
Claro, efectivamente. Pensé muchísimo qué actriz, le di muchísimas vueltas. Y tenía que ser, primero, una actriz arriesgada, porque querer trabajar con un director joven es un gesto que tiene punto de riesgo, de valentía. Y segundo, que yo estoy retratando en la función a un personaje icónico, María, que interpreta Bibiana, y que es la actriz que vuelve a los escenarios en ese país ficcionado que retrato. Es como una especie de Marisol retirada, un pequeño prodigio.
Entonces, representar a iconos en la ficción o en el teatro siempre es difícil y tomé aquí una elección; que un icono representara a otro icono, pensando que así el público iba a empatizar más con ello, y que también ella podía empatizar con cosas del personaje.
Enfatizas que es valiente trabajar con un con un director joven, pero tampoco eres ya un director novel, después de La Gaviota o los hijos de en teatro y los dos cortometrajes que has escrito y dirigido, entre otros muchos proyectos. ¿Pero cómo es ese momento en el que Bibiana Fernández acepta tu propuesta?
Pues es una apuesta un poco mutua. Por ejemplo, en Rubio Cobrizo hicimos un personaje que María Barranco nunca había hecho, que era una mujer árida, una mujer seca… Y con Bibiana Fernández, como director y como espectador siempre he pensado que ella tenía una vena dramática por explotar. Ha sido ha sido como un pacto mutuo, ¿no? Decirle “yo quiero verte aquí, quiero verte dramática, quiero verte explotando con esto”.
Y ella se leyó el texto, me llamó, comimos juntos… Todo por mediación de una amiga en común, buenísima amiga, que es Valeria Vegas, nuestro nexo entre ella y yo… Y cuando nos sentamos hubo muchísimo feeling, la verdad, de primeras. Estuvimos dos o tres horas los tres y nos quedamos con ganas de continuar… Y además, Bibiana es un ser muy culto, tiene muchísimas referencias, tanto teatrales como cinematográficas. Muchísimas. De hecho, ella había visto este montaje de Las Criadas que me ha inspirado…
Es curioso que ella tuviera esa referencia directa, ¡tú no habías nacido!
¡Claro! Fue algo precioso que ella nos pudiera contar a mí, al equipo y a los actores su experiencia viendo ese montaje. De alguna manera es como un círculo que se cierra. Y, como decía, tuvimos mucho feeling y rápido ella quiso embarrarse a probar ese dramatismo que yo le proponía. Y desde entonces no ha habido más que confianza, que es algo muy importante para trabajar.
Esta representación en el Teatro Ortega es un preestreno, porque ya está anunciado como estreno en Madrid. Pero tú decides traértelo primero aquí, a tu tierra
Sí, eso es. Hemos hecho unas pocas previas en Castilla y León y a mí me parecía que no podía no ir a Palencia. Es que, claro, yo quiero que el Teatro Pavón se llene aquí en Madrid… Pero, a mí, lo emocional me surge allí, en Palencia.
Entonces, esta función en Palencia supone para mí ese otro calor… Me hacía muchísima ilusión y tenía mucho interés y el director del Teatro Ortega, la verdad es que no dudó ni un segundo, han sido totalmente impecables. Me apoyaron en el momento en el que llamé, como lo hacéis siempre también los medios de comunicación, que me trasladáis ese “aquí estamos para apoyar y sin peros”.
¿En qué otros proyectos estás trabajando? Además de la escritura del largometraje de Marinera de Luces, que has comentado en alguna otra ocasión
En estos últimos meses he estado totalmente centrado en esto, porque además es un proyecto del que yo también soy coproductor. En La Gaviota o los hijos de también hice una coproducción, pero era mucho más pequeña. Esta vez estoy súper inmerso en esto. Y luego, a la par, he estado trabajando estos meses en una serie que estoy escribiendo junto con Valeria Vegas… ¡Pero no puedo contar mucho más!
Estás centrado en escribir y dirigir cine y teatro. ¿Y qué hay respecto a tu faceta de actor?
La realidad es que sí, estoy más por escribir y por dirigir. Si me llegara alguna oportunidad apetecible, lo aceptaría, pero yo no entiendo mucho las cosas sin poner energía en ellas. Ha sido una elección totalmente pactada conmigo mismo el darme cuenta de que hay un sitio en el que tengo más cosas que contar. Eso no quiere decir que no me guste mucho la la actuación… Lo último que hice, hace un año y pico, fue un personaje en la serie Bosé: era la primera vez que hacía una serie y estuve cinco días de rodaje, un personaje en un capítulo, y la verdad es que disfruté mucho, fue placentero. Pero ahora, de alguna manera, estoy mucho más centrado en la dirección y en la escritura.