Las buenas noticias hoy se celebran el doble. O el triple. Vivimos tal escasez de alegrías, que a Susana Navarro le da hasta apuro confesar que ella y su pareja, Miguel Ángel, se sienten «saturados de felicidad». Parapetada tras unmostrador restaurado a mano en su nuevo local de la calle San Bernardo número 2 de Palencia, no sonríe, sino ilumina con la mirada, expresando toda la ilusión que la mascarilla oculta en las comisuras de sus labios. No es felicidad gratuita: Susana sabe lo que es sufrir. Ha vivido en carne propia las renuncias, la lucha por vivir, la añoranza o la necesidad de ser aún más fuerte de lo que una se siente. Sabe que la vida a veces es cruda. Y para domar sus envites hace falta un poquito de «mala saña».

Apenas lleva dos meses abierta en Palencia, pero los orígenes de esta tienda llamada MalaSaña se remontan una década atrás, cuando Susana, que se había mudado de su Torrevieja natal a Burgos, comenzó a interesarse por el estilo de moda que había conocido en Londres. E investigando, se dio cuenta del escaso apoyo que tenían los diseñadores españoles de estos estilos, así que apostó por ellos cuando, definitivamente, se decidió a abrir su local en la capital burgalesa, compaginándolo con otro trabajo en una compañía telefónica. «Estamos acostumbrados a gastarnos 100 euros en una prenda Nike, pero si es una marca española, nos parece caro», lamenta. Ella, sin duda, ha contribuido a combatir ese prejuicio distribuyendo productos de todo el país, primero desde aquel céntrico local burgalés y, después, desde malasanashop.com.

Apostó por una selección variopinta, pues aquí se puede encontrar de todo, como en el barrio madrileño que le da nombre: ropa de niños y mayores, tallas desde la XXS hasta las extra grandes, calzado sanitario, semillas ecológicas, artesanía… En su experiencia burgalesa fue creando una gran comunidad en torno a su tienda y sus productos. Pero, reveses de la vida, tuvo que cerrar el local para atender asuntos familiares en su tierra natal y reconstruir su vida tras afrontar cambios personales.

Entretanto, conoció a su actual pareja, un vallisoletano llamado Miguel Ángel con el que construyó una vida en común marcada por la ilusión. Primero, por superar una relación a distancia. Después, para mudarse a una Palencia que no conocían (entre Burgos y Valladolid, pequeña y acogedora, justo lo que buscaban). Y finalmente, para apoyar a los sanitarios durante el confinamiento de marzo desde la tienda online de MalaSaña, que hasta ese momento había estado en barbecho. «Decidimos, con permiso del fabricante, vender el calzado sanitario a precio de coste para apoyar a las personas que estaban dando la batalla». Los pedidos fueron creciendo y, mientras, lograron una popularidad enorme en todo el país, con más de 25.000 seguidores en Instagram y 11.000 en Facebook, a los que cuidan con todo su cariño.

Mientras vivían el drama de la pérdidas familiares y los rigores de la pandemia, se  garraban a Mala-Saña como fuente de alegrías sanadoras. Y una cosa llevó a la otra. Un día, en sus primeros paseos por la Calle Mayor tras el confinamiento total, se sorprendieron a sí mismos mirando un local para volver a darle a MalaSaña una sede física. El éxito de la tienda online allanaba el camino, pues incluso contaban con seguidoras de Palencia que acudieron a la inauguración en plena Navidad. Vinieron, incluso, de otras provincias, con pastas y bombones y, sobre todo, palabras de ánimo.

La respuesta en estos dos meses ha sido igual de emocionante, con clientes que repiten, que se sienten bien acogidas por esta pareja de ojos sonrientes, que, en voz baja –por si acaso– se confiesan saturados de felicidad.

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