Investigadores de las universidades de Estocolmo y de Lund (Suecia) trabajaron con diez lobos y 12 perros
Investigadores de la Universidad de Estocolmo emplearon diez lobos y 12 perros -todos con 23 semanas de vida- para una prueba de comportamiento diseñada específicamente con el fin de cuantificar los comportamientos de apego en los cánidos.
Los lobos discriminaron espontáneamente entre una persona familiar y un extraño tan bien como los perros, y mostraron más comportamientos de búsqueda de proximidad y afiliación hacia quien le era familiar.
Además, la presencia de la persona familiar actuó como un amortiguador del estrés social para los lobos, calmándolos en una situación estresante.
Estos descubrimientos se basan en un cuerpo de evidencia que se acumula lentamente y que contradice la hipótesis de que las habilidades necesarias para formar un apego con los humanos surgieron en los perros solo después de que los humanos los domesticaron hace al menos 15.000 años.
“Sentimos que era necesario probar esto a fondo”, indica Christina Hansen Wheat, etóloga de la Universidad de Estocolmo, quien añade: “Junto con estudios anteriores que hicieron contribuciones importantes a esta pregunta, creo que ahora es apropiado considerar la idea de que si existe una variación en el comportamiento de apego dirigido por humanos en los lobos, este comportamiento podría haber sido un objetivo potencial para las presiones selectivas tempranas ejercidas durante el perro. domesticación”.
Hansen Wheat y sus colegas criaron cachorros de lobo y perro a partir de los diez días de edad y los sometieron a varias pruebas de comportamiento.
En una de esas pruebas, una persona familiar y un extraño se turnaban para entrar y salir de una sala de pruebas con el fin de crear una situación un tanto extraña y estresante para el animal. La teoría detrás de la prueba, desarrollada originalmente para evaluar el apego en bebés humanos, es que, al crear este ambiente inestable, se estimulen los comportamientos de apego, como la búsqueda de proximidad.
En esencia, lo que los investigadores buscaban era si los lobos y los perros podían discriminar entre la persona familiar y la extraña. Es decir, si mostraban más cariño y pasaban más tiempo saludando y en contacto físico con la persona familiar que con la desconocida. Si los lobos y los perros lo hicieran por igual, esto indicaría que esta habilidad no es exclusiva de los canes.
“Eso fue exactamente lo que vimos. Estaba muy claro que los lobos, como los perros, preferían a la persona familiar sobre la extraña. Pero lo que quizás fue aún más interesante fue que, si bien los perros no se vieron particularmente afectados por la situación de la prueba, los lobos sí”, indica Hansen Wheat.
Esta investigadora agrega al respecto: “Estaban paseando por la sala de pruebas. Sin embargo, lo notable fue que cuando la persona familiar volvió a entrar en la sala de prueba, el comportamiento de estimulación se detuvo, lo que indica que la persona familiar actuó como un amortiguador de estrés social para los lobos. No creo que nunca antes se haya demostrado que este sea el caso de los lobos y esto también complementa la existencia de un fuerte vínculo entre los animales y la persona familiar”.
Apego a los humanos
Pruebas.