El Obispado organiza, junto a seis conventos de clausura, una nueva cita de Dulzura en Clausura
Hay quien mira los dulces como la tentación. Esa dura prueba ante la que a veces ceden al pecado. Al pecado de comerlos.
Pero unas pastas o dulces hechos con tanto amor y por monjas de clausura, lejos están de convertirse en pecado, ni siquiera al acercarse a la gula. Se aproximan más a una bendición para el paladar. Un salmo elaborado con recetas muchas veces centenarias, de primera calidad, trabajadas con el mimo de las religiosas de clausura de Palencia.
Además, la elaboración de dulces es, para muchos de los conventos conventos y monasterios de Vida Contemplativa de Palencia, su medio de subsistencia y su principal fuente de ingresos. Algo que se pondrá de nuevo de manifiesto en la ya tradicional cita de la muestra “Dulzura en Clausura”, que este año se celebrará en el hall del Seminario Mayor Diocesano de Palencia, del 8 al 10 de diciembre. Esto es, a lo largo del puente de la Constitución y la Inmaculada.
Una cita con la repostería conventual en la que encontrar adelaidas, almendrados, amarguillos, bombones, ciegas, cocadas, cordiales, damianitas, glorias cañas, magdalenas, mantecados, mazapanes y mostachones, paciencias, pastas, perrunillas, polvorones, roscas y roscos, roscones, rosquillas, sacristanes, tejas de almendra, tortas y turrones, estos últimos para ir preparando la bandeja para las fechas navideñas.
Los horarios para acercarse al cielo gastronómico serán, el viernes 8, de 12 a 14 y de 17 a 20,30 horas y el sábado y el domingo, desde las 11 a las 14 y desde las 17 a las 20,30 horas.
Allí en esas horas, los llevarán las especialistas en la divinidad del dulce: Los conventos de las Brígidas de Paredes de Nava; las Dominicas de Palencia; las Clarisas de Carrión de los Condes, de Calabazanos y de Astudillo; y las Carmelitas de Carrión de los Condes.
“Dulzura en Clausura” nació en diciembre de 2016 a iniciativa del hoy obispo administrador apostólico, Manuel Herrero, para dar a conocer la labor y el trabajo que de manera artesanal realizan las religiosas de vida contemplativa; para posibilitar adquirir estos productos que habitualmente se venden solo en los conventos; y para facilitar a las comunidades religiosas incrementar las ventas de estos productos, ya que para muchas de estas comunidades este es su principal medio de subsistencia.