Celia y Tamara son dos de las trabajadoras de la asociación ADAVAS Palencia
Celia y Tamara son dos de las trabajadoras de la asociación ADAVAS Palencia

Desde el pasado mes de julio, Palencia cuenta con un nuevo recurso para las mujeres que sufren agresiones sexuales, o psicológicas o físicas por parte de sus parejas: la asociación ADAVAS

«Es una verdadera tragedia». Con esa contundencia se expresan Tamara Camino y Celia Rodrigo, cuando explican el cambio en el perfil de mujeres que sufren, hoy día, violencia machista.

Tamara es psicóloga y Celia profesora, y son dos de las cuatro profesionales que desde el pasado mes de julio trabajan en Palencia como nuevo recurso para luchar contra la violencia de género y apoyar a las mujeres que la sufren: la sede en la capital de la asociación ADAVAS, que lleva tres décadas implantada en Valladolid. Junto a ellas, están Patricia Navarro, trabajadora social, y Margarita Samper, abogada.

Desgraciadamente, los años de lucha por la prevención contra la violencia de género (una lacra en la que se incluye también la violencia sexual), no han calado en el ámbito educativo con el mismo éxito que sí se está alcanzando en otros sectores.

«En los últimos cuatro o cinco años ha aumentado entre un 139 y un 150 por ciento, depende de estudios, la cantidad de delitos sexuales con menores. Y ha aumentado mucho, también, la cantidad de delitos en los que los menores también son agresores. Así que estamos viendo que la prevención es algo imprescindible dentro de los institutos». Es una de las misiones que ADAVAS se ha marcado como prioritaria desde su llegada a la capital palentina y, pese al poco tiempo que llevan por estar el curso recién iniciado, ya están teniendo un impacto en la llegada de chicas derivadas desde los equipos de orientación: solo en este comienzo de curso están trabajando ya con cinco víctimas menores.

ADAVAS es una Asociación de asistencia a víctimas de agresiones sexuales y malos tratos. Llegó a Palencia el pasado mes de julio, pero lleva más de 30 años en Valladolid y otras capitales de Castilla y León. Puedes seguir su trabajo, campañas de divulgación y sus servicios en redes sociales (@adavaspalencia) y contactar con sus profesionales (profesora referente para charlas e intervenciones en centros educativos, psicóloga, trabajadora social y abogada) en el correo adavaspalencia@gmail.com y en los teléfonos 979052757 y 613120904 (urgencias 24H).

En los centros educativos, el trabajo comienza por algo tan básico como es ayudar a los chicos y chicas a discernir «qué es violencia, cómo identificarla, cómo conocer tus límites y hacerlos respetar, cómo tenemos que respetar los de los demás, cómo ver las relaciones de abuso, cómo ver que es una violencia sexual», explica Celia, responsable del programa. En resumen, «cómo son esas violencias… porque no lo saben».

Un problema relacionado con el acceso a la pornografía desde edades muy tempranas y la escasa formación en educación sexual.

«El porno que consumen no es el de los años 80… El porno de hoy en día es todo violencia sexual: agresiones y violaciones», advierte Tamara, la psicóloga, que recalca que ese contenido se ha convertido en «la educación que reciben a nivel afectivo sexual», de tal manera que asimilan como normales conductas devastadoras para la mujer.

«Es súper importante hacerles entender que eso que han visto no es la realidad, no lo pueden imitar después», porque, cuando se producen agresiones, las profesionales de ADAVAS detectan que muchos de los agresores, especialmente menores, no eran conscientes de estar ejerciendo violencia sobre sus parejas sexuales.

En las sesiones en los institutos, que se ampliarán después a centros de Educación Primaria, trabajan con naturalidad conceptos como la sexualidad sana, pero también «qué es amor y qué no, cómo querer bien, qué comportamientos son violentos y cuáles no. Y dentro de esa parte afectivo sexual, cómo relacionarme con la otra persona sexualmente, cómo poner límites, detectar una relación tóxica o qué tiempos manejar», apunta la profesora.

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Apoyo y acogida

ADAVAS Palencia, al igual que las sedes de otras ciudades de Castilla y León, está reconocido por el Gobierno como centro para víctimas de agresiones sexuales, por lo que es el lugar de referencia al que acudir.

Como lo es también para la violencia machista que se ejerce en el ámbito doméstico, por parte de la pareja o la ex pareja.

Cuando las mujeres contactan con la asociación, muchas veces solo quieren informarse, saber detectar si de verdad están siendo víctimas. porque «a menudo ni siquiera lo saben»: situaciones como la violencia psicológica, el control u otro tipo de abusos de poder son más difíciles de advertir.

Una vez en la asociación, las cuatro profesionales se coordinan para trabajar con cariño y cercanía, pero también con eficacia, evitando la revictimización que se produciría si, por ejemplo, hicieran a las víctimas explicar los mismos detalles una y otra vez. «Es importante recalcar que todos los servicios son totalmente gratuitos», destaca

Así, trabajan aspectos como la denuncia, de la mano de la abogada (en los casos en los que ellas desean interponerla, que no son siempre), su estado emocional de la mano de la psicóloga, o su situación económica y social, junto con la trabajadora social, que ayuda también a reconstruir «esa importante red familiar y social que el agresor ha cortado».

«Se respeta su confidencialidad, por supuesto, pero también ese ritmo de cada una: es básico que se sientan cómodas, que sepan que  se va a hablar de hasta dónde ellas quieran y de lo que ellas quieran, que se va a respetar sus decisiones», apunta Tamara.

Una parte fundamental de su intervención se vincula con los hijos, el principal temor de las madres víctimas de violencia de género. «No solo porque tienen miedo a perderlos, sino porque a veces esos hijos también han sufrido violencia… O vienen padres y madres cuyas hijas son quienes están viviendo una situación de peligro y quieren ayudarlas», detalla Celia. «La violencia no afecta solo a la víctima directa, sino a todo su entorno».

En terapia, se trabaja en sesiones individuales y, próximamente, también en sesiones en grupo, no solo para reconstruir esas emociones rotas por la violencia, sino también para adquirir herramientas de defensa.

«Dar el paso de acudir a terapia y ser constante es muy difícil para ellas porque remueve vivencias dolorosas. Pero trabajamos también esas herramientas que a partir de ahora tendremos para prevenir situaciones similares en el futuro».

Sin culpa

Una de las heridas más profundas que comparten todas las mujeres que han sufrido violencia sexual o machista es la culpa. Entre las cuatro profesionales de ADAVAS Palencia, trabajan en «esa desculpabilización tan importante», detalla Celia. Porque a veces sienten que podían haberlo evitado, que debían haberse defendido.

«No hay culpa, pero sí trabajamos en la responsabilidad, a futuro, de cuidarnos y detectar esas banderas rojas en las personas que pueden volver a hacernos daño».

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