David Herrero / ICAL
Joyas didácticas de aquellos tiempos en los que internet era un espejismo. El nuevo Museo de Ciencias Naturales que alberga el IES Jorge Manrique de la capital palentina muestra un conjunto de piezas, láminas, objetos y artilugios comprendidos entre finales del siglo XIX y principios del XX, los cuales fueron empleados por los docentes y alumnos de aquellos tiempos, que se reparten en tres salas diferentes de este centro histórico.
Todo comenzó tras la reforma del edificio en los años 80, momento en el que aparecieron multitud de elementos antiguos dedicados a la enseñanza, los cuales estaban apilados en salas y almacenes sin ningún uso. El ímpetu de diversos docentes y personal del centro, y tras mucho trabajo, originó este nuevo espacio cultural que se suma a los museos existentes de la Ciencia y el Humanismo y el de Jerónimo Arroyo.
Las profesoras del Departamento de Biología, Rosa María Rivera y María José Santo Tomás, explican en declaraciones a la Agencia Ical que este centro tenía gran cantidad de recursos y de material muy antiguos, motivo por el que, en los últimos cinco años, se ha dado más impulso para poder mostrar todo lo que se guardaba.
En la primera parte, destinada al área de Geología, destacan la forma en la que se organiza la sala, la cual está dividida en la zona de minerales y la de rocas. “Es una idea didáctica, porque aquí pueden venir escolares y no podemos poner solamente los ejemplares por la importancia y la curiosidad que tienen”.
En la parte central se localizan ejemplares más grandes, mientras que la parte superior se pueden encontrar una pequeña colección de fósiles. Entre todo lo que se expone en esta primera sala, se aprecian piezas curiosas, como la bomba volcánica o una rosa del desierto.
Trasladan que se tiene una representación de todas las clases minerales y de todas las rocas clasificadas convenientemente, además de antiguas laminas geológicas que explicaban conocimientos sobre la materia en alemán.
Animales disecados
La segunda sala es, sin duda, la más llamativa entre todos aquellos que acceden al espacio museístico, conformada por diversas piezas de animales disecados. “Lo más importante es que los alumnos vean animales que no van a ver en su vida, como ocurre con el perezoso, un oso hormiguero o un delfín negro chileno, habitual en la zona del Pacífico”.
Lógicamente, también hay ejemplares más comunes, como la nutria, una avutarda o un jabalí, añaden. La intención es que puedan ver este tipo de animales, al mismo tiempo que aprenden y estudian, donde muchos de ellos están actualmente en peligro de extinción.
Entre todos, subrayan la presencia de un pez globo, una oveja con dos cabezas por una malformación, un ornitorrinco, un puma o una foca. Y es que, el centro se fundó en 1845, aunque se acabó inaugurando en 1915, de ahí que el recorrido sea anterior.
María José Santo Tomás comenta que en el siglo XIX se promovía que tuvieran materiales didácticos que venían estipulados en boletín, entre los que se hablaba de colecciones de minerales o animales, de ahí que todos estos animales disecados se puedan remontar a finales del XIX, ya que se han llegado a encontrar facturas y certificados.
Además, se suman una exposición de moluscos, con conchas de gasterópodos y de bivalvos, que “son espectaculares”. Y es que, la idea de la sala es denominarse diversidad de los seres vivos, agregan las profesoras.
Hay espacio para varios recipientes de cristal que hacen el efecto lupa para ampliar y poder observar de mejor forma el contenido, donde se conserva con un líquido, por ejemplo, una culebra. En él se aprecia todas las etapas y el ciclo de crecimiento.
Joyas expuestas
Ambas aseguraran a Ical que en la tercera sala se han querido exponer otro tipo de materiales, en donde se encuentran las “verdaderas joyas” de todo lo que se muestra en el museo. Explican que las láminas que cuelgan en las paredes son alemanas y francesas, ya que en aquella época todas las editoriales y las imprentas de este tipo de materiales se ubicaban en ambos países.
La particularidad de estas litografías es que estaban diseñadas por especialistas en la materia, ya fuera en anatomía o botánica, y cuyos dibujos recurrían a un artista de fama que era realmente bueno. “Era la conjunción de alguien que sabía mucho con otra persona que plasmaba los conocimientos”.
Entre ellas hay litografías que explicaban de manera detallada las partes de una planta, algo que ahora hubiera perdido su utilidad, debido a las nuevas tecnologías y la búsqueda en la red.
También se aprecia un esqueleto humano real y natural, además de un hombre clástico desmontable, realizado en papel maché con pequeños enganches de latón. Es una de esas joyas de las que hablan ambas docentes, el cual debe ser restaurado debido a su mal estado.
A su derecha se puede apreciar un modelo de laringe, realizada también en papel maché y con unos pequeños enganches de latón para poder articularlas y desmontarlas.
De esa forma, las partes móviles se pueden articular como si fueran los cartílagos que comunican la faringe y la tráquea. La sala de complementa con una colección de diversas semillas, varios microscopios e instrumental de laboratorio, así como un epidiascopio o proyectos de placas de linterna junto a sus respectivas placas.
Fin didáctico y social
El IES Jorge Manrique como centro histórico tiene gran número de patrimonio de todo tipo, ya sea documental, bibliográfico, técnico y de aparataje, que acabó en salas y desvanes tras la reforma del edificio en los años 80, subraya su director, Arturo Polanco.
Apunta que se quiere poner en valor todo lo que se alberga, no solo con el afán museístico, ya que la intención es que pueda tener un fin didáctico, porque “no tendría sentido tener este tipo de espacios en el instituto sin que los chavales no lo puedan aprovechar”.
Reconoce a la Agencia Ical que la pretensión es darlo a conocer a la sociedad. “Es una pena que se tengan tres entornos museísticos, junto al de la Ciencia y el Humanismo y el de Jerónimo Arroyo, y la difusión sea limitada. Nos encantaría tener un guía contratado y alguien que lo enseñase, pero son las instituciones públicas las que tienen que responder y colaborar”.
Por ello, recalca que la aspiración es que sea “un punto de comunicación entre el instituto y la sociedad”, pero que también los palentinos lo puedan ver. Es decir, que el entorno del museo sea agradable para que la gente lo visite, pero el centro educativo no tiene recursos ni capacidad para ello, asevera Polanco.
Imágenes. Brágimo-ICAL