D. H.
Las emociones básicas o primarias son, siguiendo la teoría de Ekman, la ira, alegría, el miedo y la tristeza, siendo esta última una que no gusta sentir y que se tiende a evitar y rechazar con frecuencia. Una reacción ante una pérdida o situación adversa por la que nos vemos superados.
Así lo explica el equipo del perfil divulgativo de psicología @elelo.psicologia de la mano de su propia guía de las emociones, donde la responsable de comunicación y relaciones públicas, Cristina López, y la psicóloga sanitaria y responsable de contenidos, Elena López, ofrecen herramientas básicas para reconocerlas, interpretarlas y aprender a gestionarlas. Dicho libro se puede descargar gratuitamente en https://mailchi.mp/791ba59e9eaa/descubre-tus-emociones.
Detallan a la Agencia Ical que la tristeza tiene una gran utilidad, por lo que hay que dejar de lado el pensamiento de que “solo hacen llorar o no querer salir de la cama”. “Lo que busca es nuestro desarrollo y que alcancemos un estado mejor al que tenemos cuando la sentimos”, agregan.
Las principales funciones de la tristeza se centran en atenuar el nivel funcional de la persona, centrar la atención en un mismo, instigar la búsqueda de apoyo social y promover la empatía por parte del entorno y facilitar la introspección y el análisis constructivo de la situación que ha generado el conflicto.
En ese sentido, subrayan que se distinguen tres formas de afrontar la tristeza, que comienza por la fase del retraimiento, en la que la persona triste se “aísla” del medio lo que le permite reflexionar y cambiar conductas que han resultado ser poco eficaces ante la resolución de problemas.
Sin embargo, aseguran que hay que tener en cuenta que la predisposición de una persona sumergida en la tristeza “le hace tener pensamientos y actitudes negativas que le ayudan a mantener esa actitud de inactividad”.
En segundo lugar, se localiza la moderación funcional, donde la tristeza “ayuda a atenuar el nivel de activación general del individuo. Esto otorga un ritmo más pausado a los procesos cognitivos que ahora examinan a fondo, la situación de conflicto como las conductas desplegadas fracasadas”.
En muchas ocasiones y para facilitar el procesamiento, esta actitud resalta las novedades de la situación y propician nuevas estrategias de acción. Por último, en el impacto social, se “promueve la empatía de los demás hacia nuestra situación y persona, lo que aumenta las posibilidades de un mayor contacto social que nos ayude a superar la situación”.
Sin embargo, aclaran a la Agencia Ical que, en muchas ocasiones, se da el efecto contrario, y la persona entristecida rehúye totalmente de las personas que les rodean presentando un hermetismo muy elevado.