marcilla de campos leyenda

Todos los pueblos tienen su encanto, su idiosincrasia, sus costumbres, sus tradiciones, fruto de siglos de historia. A los pocos que quedamos en Marcilla  nos da pena que todo esto desaparezca y luchamos por que se conserven todos estos valores

Por Fernando Estébanez Gil

Una leyenda es una narración popular que cuenta un hecho real adornado con elementos fantásticos o maravillosos.
Cuando a un marcillense le hablas de San Marcelo lo primero que se le ocurre es imaginarse el alto donde se ubican las bodegas y que recordamos lleno de bullicio en época de vendimias o las tardes de domingos y festivos.
Esta leyenda, rescatada del anonimato, tiene una base histórica que paso a relatar:
Son diversos los posibles orígenes de nuestro pueblo. Dicen que en la Prehistoria fue terreno celtíbero, más concretamente poblado por vacceos. Estos vivían en castros construidos en zonas elevadas para poder defenderse mejor. Por tanto los primeros pobladores de nuestro pueblo debieron asentarse en la zona más alta del municipio, en lo que ahora es el barrio de bodegas.
A lo largo de la Historia otros pueblos y culturas han dejado huella en la tierra que nosotros pisamos. Primero los romanos, luego los visigodos, más tarde los árabes. Épocas de frecuentes guerras donde los lugareños debían ingeniárselas para defenderse.
Pues bien, lo que ahora denominamos bodegas en principio no fueron excavadas para tal fin. Los que desde niños hemos recorrido el interior del alto de San Marcelo podíamos entrar por el Norte y salir por el Sur del montículo. Si observamos muchas de las cuevas que conservamos están separadas de la contigua por una pared de adobe.
RED DE GALERÍAS DE DEFENSA. Todo ello nos lleva a una conclusión: los antiguos pobladores de Marcilla utilizaron en época de invasiones una red de galerías con el fin de defenderse o simplemente para pasar desapercibidos. Cuando las incursiones de gentes germánicas o musulmanas devastaron villas y castros, nuestros antepasados se refugiaban allí.
Resulta fácil pensar que si dicha construcción tenía fines defensivos el acceso no debería ser fácil para el enemigo. Lo que ahora son las casetas que conforman los merenderos no existían en aquella época.  ¿Dónde tenía el acceso aquella red de túneles?…
 Si nos situamos en el alto y miramos alrededor con un poco de imaginación podemos hallar fácilmente la respuesta… Lo que ahora son palomares tenía una triple función: proveerse de carne de aves para el sustento, conseguir abono nitrogenado (palomina) y lo que es más sorprendente, salida de la red de galerías, al igual que en otros pueblos las cuevas comunican con iglesias o castillos. Dentro de cada palomar había una trampilla que quedaba oculta bajo la palomina y era difícil de descubrir.
Otro dato significativo que pudimos observar los que exploramos el interior de las cuevas era la presencia de huesos humanos en la parte más profunda. En mi opinión la razón más lógica es que lo que ahora denominamos zarceros eran auténticas trampas mortales para los enemigos. Era cuestión de taparlos con ramas y tierra. Al pisar se precipitaban hasta el fondo.
Cuando avanzó la Reconquista allá por los siglos IX y X, las guerras e invasiones quedaron atrás, los repobladores fueron plantando viñas y a partir de ahí surgieron lo que ahora conocemos como bodegas. Fueron utilizando las antiguas cuevas para guardar el vino y construyéndose lagares para su elaboración.
De todo lo narrado aún conservamos pruebas que lo demuestran. Es responsabilidad nuestra mantener el legado de nuestros antepasados que durante generaciones trabajaron duramente para construir el alto de San Marcelo.
 Cuando veamos una bodega en ruinas y observemos el surco del pico que hirió la arcilla debemos pensar en el enorme esfuerzo que nuestros antecesores realizaron y que no podemos dejar perder.
De todo lo narrado quedan pruebas que estáis invitados a visitar junto con otras sorpresas que encontraréis en Marcilla de Campos. Os esperamos.
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