El manuscrito procede del Monasterio de Nuestra Señora de la Consolación de Calabazanos
El Museo de Palencia, entidad dependiente de la Junta de Castilla y León, seleccionó y presentó como ‘Pieza del mes’ un cantoral procedente del Monasterio de Nuestra Señora de la Consolación, en Calabazanos. La ‘Pieza del mes’ es una actividad cultural que se desarrolla en el Museo de Palencia desde el 2009 con el objetivo de acercar al público distintos elementos que conforman la colección permanente del centro. El Museo de Palencia recibió de la Comisión Provincial de Monumentos de Palencia en 1930 un conjunto de cuatro cantorales, entre ellos el seleccionado.
El cantoral es un libro manuscrito en el que se reúnen piezas litúrgicas para ser cantadas por una comunidad en su coro. Su gran tamaño permite observar las letras y las notaciones musicales desde lejos y su uso es exclusivo de catedrales, monasterios y colegiatas con cabildo. El manuscrito seleccionado está encuadernado con tapas de madera forradas de piel con decoración geométrica punzonada y cinco herrajes de bronce en cada tapa. El libro presenta la música pautada sobre un pentagrama de líneas rojas con pneumas en negro, figurando debajo el texto recitado, que está escrito con letra gótica. Algunas de las letras capitales están minuciosamente decoradas e incluso varias de ellas contienen miniaturas con escenas de la Anunciación o la Natividad.
Monasterio Nuestra Señora de la Consolación
Este convento fue fundado en 1440 con monjes benedictinos, en 1458 pasó a ser ocupado por monjas clarisas franciscanas, gracias a la intervención de Leonor de Castilla, viuda de Pedro Manrique de Lara y Mendoza, que falleció en el convento en 1470. Uno de los nietos de doña Leonor, Íñigo Manrique, ocupó las cátedras de los obispados de León y Córdoba e hizo entrega de uno de los cantorales al Monasterio, en el que era provisora una de su hermanas, María Manrique. En la primera página del libro figura un texto que alude a este regalo, que fecha en 1488.
El conjunto de cantorales fue donado por el Monasterio y forma parte de un conjunto de obras de arte que la comunidad de clarisas vendió, en la década de los años veinte del siglo pasado, con la autorización del Obispado de Palencia para poder realizar obras.