Gonzalo Dávila, voluntario en el albergue de Villalcázar de Sirga (Palencia), destaca que en el Camino “siempre hay algo de espiritual, de búsqueda”
Juan López / ICAL
“El Camino de Santiago es una búsqueda religiosa o de otra índole, pero siempre hay algo de espiritual, de búsqueda”. Gonzalo Dávila, voluntario en el albergue de Villalcázar de Sirga (Palencia), destaca la gestión hospitalaria que realiza en este establecimiento la Orden de Malta, la cual le otorga “un sentido espiritual”.
De ahí que el albergue cuenta con un pequeño altar, donde “algunos peregrinos rezan”. Está ubicado en un núcleo esencial de la ruta jacobea, frente a la imponente iglesia de Santa María la Blanca. Allí el tipo de donativo es la voluntad. “Si los peregrinos no pueden dar más, pues que no sea un coste importante. Hay gente a la que le viene muy bien”, señala Dávila.
Recuerda que este verano una de las anécdotas más destacables la protagonizó un alemán que llevaba recorridos 2.700 kilómetros desde Augsburgo en bici. También otros que caminan más de seis meses, algo que “muchas veces tiene que ver con la paciencia y la cultura de un país, de la gente”, como los que llegan desde Inglaterra o Dinamarca, enumera.
El edificio fue restaurado para ser albergue e inaugurado en 2017 por el entonces ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo. Cuenta con 30 plazas para peregrinos y es el primero de la zona adaptado para personas con movilidad reducida.