sergio lozano

Editorial de septiembre 2024

Con el final del verano a la vuelta de la esquina, Palencia y muchos de los municipios de esta provincia se visten de gala para celebrar lo que representa, sin duda, uno de los momentos más esperados del año: las fiestas patronales.
Desde Saldaña hasta Baltanás, pasando por Paredes, Herrera, Magaz, Fuentes de Nava, y, por supuesto, nuestra querida capital, Palencia, los municipios palentinos se llenan de vida, alegría y tradición. Este desfile de festividades marca el broche de oro a una temporada estival que culmina en una explosión de cultura y convivencia, donde el espíritu festivo se convierte en el eje que une a sus gentes.

Para mí, quien tuvo durante cuatro años la fortuna de coordinar y ayudar a programar las fiestas en honor a San Antolín en Palencia hace ya casi una década, estas fechas tienen un sabor especial. Son jornadas cargadas de recuerdos, de vivencias que se quedan grabadas en la memoria colectiva. 
Las fiestas populares son más que un simple entretenimiento; representan el corazón y el alma de un pueblo. Son la manifestación de su identidad, de sus tradiciones y de su sentido de comunidad. Invertir en ellas no es un gasto, sino una apuesta a largo plazo por el bienestar emocional y económico del territorio.

El poder de las fiestas radica en su capacidad para romper la rutina y devolvernos la alegría de vivir. Durante esos días, todos somos iguales; el sentimiento de pertenencia y arraigo a nuestras raíces fluye con intensidad. Las fiestas son una ocasión única para recargar energías y afrontar la recta final del año con nuevas fuerzas. Al fin y al cabo, tras un año de arduo trabajo y luchas, estos momentos de celebración con amigos, familiares y seres queridos son la recompensa que todos merecemos.

Es importante recordar, además, que detrás de cada actividad, de cada evento, hay un equipo de personas trabajando incansablemente para que todo salga bien. A menudo, este trabajo es silencioso y desinteresado, especialmente en los pueblos más pequeños, donde la vocación pública se vuelve esencial.

Desde los concejales de fiestas hasta los voluntarios locales, todos se esfuerzan por ofrecer lo mejor a sus vecinos y visitantes. Esta labor, muchas veces invisible, debe ser valorada antes de criticar o juzgar el resultado final, ya que está llena de dedicación y compromiso.
Las fiestas no solo enriquecen el alma de los ciudadanos, también son un motor económico vital. Sectores como la industria del espectáculo, la hotelería y hostelería, la restauración y el comercio local ven un impulso significativo durante estas fechas.

La pandemia mostró la fragilidad de estos sectores, pero también su importancia. Estudios han demostrado el “efecto multiplicador” de las fiestas patronales, donde cada euro invertido se devuelve con creces en forma de riqueza y empleo para la comunidad. La llegada de turistas y visitantes es una inyección de vida para el comercio local, que ve aumentar sus ventas y, con ello, la prosperidad de la región.

Septiembre nos promete momentos inolvidables en Palencia y sus municipios. Serán días para compartir con nuestros seres queridos, para reír, bailar y disfrutar de esos pequeños grandes instantes que dan sentido a la vida. Porque al final, esos momentos son los que nos recuerdan por qué vale la pena luchar y trabajar todo el año.
Que estas fiestas sean la chispa que encienda la llama del optimismo y la alegría en cada rincón de nuestra provincia. Vivamos cada celebración como un regalo único, que, en el fondo, es lo que son: un homenaje a nuestra tierra, a nuestra gente y a nuestras tradiciones.
Que tengáis unas fiestas llenas de pequeños grandes momentos.
¡Felices fiestas a todos!

 

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