La butaca del cine, por Javier Cáceres Herrero / Cinéfilo
«POP CORN, COKE AND RELAX. IN THAT ORDER»
No respires 2 (2021)
Vuelta al cole y vuelta a los Cines Ortega, que vuelven a abrir sus puertas un año y medio después, feliz noticia sin duda. La elección en mi regreso no ha podido ser más acertada, la secuela de “No Respires”(2016), sobre la que escribí en mayo de este mismo año. Regreso al hogar del “villano” invidente Norman (Stephen Lang), con unos hechos que se sitúan ochos años después de los sucesos de la primera entrega. Esta vez, convive con sus “hija” y los asaltantes, no son tres delincuentes de medio pelo, se trata de unos traficantes de órganos que buscan a la pequeña. Entre ellos, uno destaca por encima de todos, por un motivo de peso.
No ha sido en esta ocasión el uruguayo Fede Álvarez el que se ha puesto a los mandos de la dirección, si no su compatriota Rodo Sayagues, autor del guión del primer episodio. Y se ha notado su mano. Escenas más… gore, digamos y misma esencia, acción y tensión a raudales y a partes iguales. Sobresaliente -y mucho más delgado- Stephen Lang, otra vez y van muchas, acompañado por un agradable descubrimiento para mí, la pequeña Madelyn Grace, que actúa con una naturalidad y desparpajo sorprendentes. Ojalá podamos volver a disfrutar de su talento en futuras producciones, porque desde luego, ha dejado su huella en esta secuela.
Y sí, me gustaría también hacer un inciso en algo que los “grandes críticos” de la materia suelen pasar por alto casi siempre. El film contiene una historia, determinante en el desarrollo del mismo, que para los que amamos los animales, es cautivadora. Esos pequeños peludos, a los que rara vez se nombra en estas críticas, bien merecen un reconocimiento por todo lo alto. Te animo a que descubras de que estoy hablando -escribiendo, en este caso-. ¿Dónde?… ¡no creo que sea necesario decirlo!. Vuelve al cine, es cultura segura. Y si es en Palencia, ¡lo tienes todo!.
Una pastelería en Tokio (2015)
Una misteriosa mujer de 76 años, pasea por las calles de Tokio en busca de trabajo, cuando se topa con un anuncio en una pequeña tienda de Dorayakis, -dulce típico japonés-. Ante el rechazo en primer momento por parte del dueño, la anciana insiste en días posteriores hasta conseguir el puesto. Todo parece idílico, pero tanto la mujer como el dueño, tienen un dudoso pasado, que irán desgranando en diálogos, que conforme pasa el tiempo, se tornarán en la base de una amistad eterna.
La vida está llena de oportunidades, solo hay que buscarlas, ofrecerlas y aceptarlas. Ese parece ser el mensaje que quiere mandarnos esta deliciosa producción nipona con marcadas connotaciones dramáticas y sentimentales.
La directora Naomi Kawase nos regala una de esas historias para ver sin prisa y que te hace desear constantemente, que no acabe como imaginas, mientras vas viendo el desarrollo de los acontecimientos. Otro de esos guiones con olor a cine independiente, salpicado de esas increíbles postales visuales que dejan los cerezos en flor, típicos del país del sol naciente y que encontró en la pareja actriz/actor protagonista, los pilares perfectos donde sostenerse, pues la complicidad entre ellos es de tal naturalidad en su relación laboral, que bien podría servir como ejemplo para cualquier centro de trabajo.
“Una pastelería en Tokio” se alzó con el premio a Mejor Director, Directora en este caso, en el Festival Internacional de Cine de nuestra vecina Valladolid -que por cierto, celebra su 66 edición este mes de octubre, del 23 al 30- y no es para menos. Esa “bendita locura” con la que algunas personas riegan la vida, ha quedado plasmada a la perfección en este largometraje.
Otra joya del cine nipón, que hará que no te levantes de tu aposento desde el minuto uno.
La Vaca (2015)
Una película que comienza con un hombre cantando el “Macumba” de Georgie Dann, no puede ser mala. Eso pensé cuando vi el comienzo de “La Vaca”.
El relato es tan increíble como real, de hecho está basado en hechos reales que narran las peripecias de un hombre oriundo de una pequeña localidad de Argelia, que quiere llevar a su adorada Jacqueline -una encantadora vaca que os va a enamorar- a la Feria de Agricultura de París. Es tal la pasión que siente por ella, que sus paisanos financiarán el viaje hasta Marsella y desde allí, cruzará Francia con ella caminando.
Con estos mimbres que espero que hayan llamado vuestra atención, tenemos una brillante película dirigida por Mohamed Hamidi y que deja una actuación estelar del bovino y su dueño Fatah, encarnado por Fatsah Bouyahmed, un actor cómico que os va a hacer soltar más de una carcajada, acompañado por el conocido “actor de la mano en el bolso”, Jamel Debbouze, -apodado así por un accidente que tuvo en el cual perdió parte de su brazo derecho y que no le resta ni un ápice de su brillantez como artista-. Rápidamente os vendrá a la memoria su interpretación de Numerobis en “Asterix y Obelix: Misión Cleopatra” -2002-.
“La vaca” deja momentazos como el que se vive en su llegada a Marsella en la aduana. Amén de la sátira en clave cómica que se da en muchas de las escenas inverosímiles, regadas constantemente además, con un preciosa banda sonora a base de acordeones y trompetas.
Fantástica película francesa que ensalza con gran acierto el amor por los animales, colmada con humor del bueno y que como siempre digo, tan necesario es en estos delicados tiempos que estamos viviendo.
Tina, What’s Love Got to Do with It (1993)
Son muchos y exitosos los biopics que se han llevado a la gran pantalla desgranando las vidas de cantantes famosos. El último y más recordado, el de Freddy Mercury, eterno líder de Queen, que otorgó el Oscar a Rami Malek por su magistral interpretación en “Bohemian Rhapsody (2018). Por el camino quedan otras películas de similares características y tan brillantes aunque menos premiadas. Jim Morrison, Ray Charles, Edith Piaf, Camarón ó Johnny Cash son algunas de las celebrities que tienen su film.
Coincidiendo con la llegada a Madrid del musical de más éxito en los últimos años en Broadway, este mes, me gustaría recomendaros “Tina, What’s Love Got to Do with It”, la historia de Tina Turner. O lo que es lo mismo, la reina del rock ‘n roll, una de las voces femeninas más fácilmente reconocibles del panorama internacional. Imborrable sonrisa la de Tina Turner, que escondía un oscuro mundo de malos tratos y vejaciones que ven la luz en esta cinta y que siempre se mantuvo fiel a su esencia y principios.
Dirigida por Brian Gibson -Coacción a un jurado (1996)-, “Tina” hace un repaso por la dramática vida de la cantante, haciendo hincapié en su espectacular voz pero también en su escabrosa relación con Ike Turner, el que fuera su despiadado marido.
La gran Angela Bassett -Malcolm X (1992)- está espectacular de principio a fin, no en vano, esta soberbia actuación la valió para alzarse con el Globo de Oro y estar nominada a Mejor Actriz en los Oscars. Hoy en día, se hubiera hecho justicia y lo hubiera ganado, estoy seguro, por méritos más que evidentes.
Dando vida al macabro Ike, estuvo el recordado Morfeo de “Matrix” (1999), Laurence Fishburne, que también fue nominado al Oscar como Mejor Actor y al igual que su compañera, se quedó sin un más que merecido premio.
Sorprendente la fuerza de esta mujer sobre los escenarios, pero más sorprendente la fuerza que tuvo en su vida para superar todos los obstáculos habidos y por haber.
CLÁSICOS DEL CINE
El Golpe (1973)
¿Películas con picaresca? ¡Muchas! A la altura de nuestro Clásico de este mes, ninguna. Por reparto, por guión, por premios, por una melodía inolvidable y por un final de los más sorprendentes de la historia y eso es mucho decir.
Supo sacar George Roy Hill lo mejor del trío de cabecera, Paul Newman, Robert Redford y Robert Shaw -a los dos primeros ya los dirigió en “Dos hombres y un destino” (1969)- y planteó un film, ambientado en los años treinta del siglo pasado, en plena Gran Depresión y en un Chicago dominado por la Mafia, donde conoceremos a Johnny Hooker (Robert Redford), un delincuente de poca monta que se ha metido en un gran lío con un rico magnate llamado Doyle Lonnegan (Robert Shaw). Cuando esto llega a oídos de Henry Gondorf (Paul Newman), un timador de altos vuelos y con más “tablas” en el “negocio”, entre ambos idearán un plan para dejar sin blanca al soberbio Lonnegan.
Es un placer absoluto revisar “El Golpe”, divida en seis actos bien diferenciados, fue la gran triunfadora de aquel año en los Oscars, con 10 nominaciones. 7 fueron las estatuillas que cayeron, entre ellas la única que tiene George como director, el resto, Película, Guión original, Dirección artística, Diseño de vestuario, Montaje y Banda sonora. Con rivales como “El Exorcista”, “Serpico” o “El último tango en París”, el mérito aún es mayor.
Los dos guapos oficiales del momento eran Redford y Newman, desbordantes de talento, -se dice que Brad Pitt basó su papel en “Ocean’s Eleven” (2001) en la actuación de Robert Reford- hicieron del timo un arte a base de humor sano, que se extiende durante todo el largometraje. Una bendición para los ojos del espectador, que vivirá la ambientación “gansteriana” de aquellos años, con vestuarios al más puro estilo Lucky Luciano muy acertados.
Nada hubiera sido lo mismo si Robert Shaw -Tiburón (1976)-, no hubiese encarnado el papel del mítico Lonnegan, importantísimo en la trama, como anécdota, hay que decir, que sufrió un inoportuno esguince de tobillo justo antes de empezar el rodaje y eso le hizo cojear durante todas sus apariciones. Para la memoria, la inolvidable escena de la partida de póker en el tren, que protagoniza junto con Newman y que es una oda al descaro y al “sinvergüencerío” más canalla, en el buen sentido.
Y por supuesto, la banda sonora, esa maravillosa y pegadiza melodía de piano que acompaña todo el film, es una de las mejores y más recordadas de la historia del Séptimo Arte. El tema principal fue creado a principios del siglo XX por Scott Joplin y rescatado y adaptado para “El Golpe”, con gran tino sin duda, por Marvin Hamlisch, quien por cierto, es uno de los pocos poseedores -12 exactamente-, de los cuatro grandes premios del espectáculo estadounidense: Grammy, Emmy, Tony y Oscar.
Nada mejor para despertar el interés de los que recelan del cine clásico, que sentarse a ver este PELICULÓN familiar, por el que no pasan los años, que además, dejó una segunda parte, estrenada en 1983, no tan conocida y que honestamente, nada tiene que envidiar a su predecesora. Con otro título, seguramente, hubiera tenido mucho más éxito.