Rubén Fernández Mateos, doctor en Historia del Arte y guía del proyecto cultural “La Bella Reconocida”, atribuye algunas obras de autor desconocido al artista palentino del siglo XV Alonso de Portillo
Cada vez es menos desconocida y, sin embargo, la Catedral de Palencia continúa albergando importantes secretos. Detalles desconocidos sobre su historia y sobre las personas que la edificaron y llenaron de obras de arte que, lejos de abrumar a los profesionales que trabajan en la iglesia principal de Palencia, suponen un estímulo para continuar trabajando e investigando.
Sin lugar a dudas, el secreto desvelado más importante de este año que termina es el hallazgo de lo que parece ser una segunda cripta, de la misma época que la de San Antolín, aparecido durante las obras de restauración de la capilla de San Isidro. Pero otros descubrimientos más pequeños, que a menudo pasan desapercibidos, tienen un valor singular a la hora de ampliar el conocimiento que tenemos sobre la historia de este gran monumento.
El doctor en Historia del Arte y guía responsable del proyecto cultural “La Bella Reconocida” acaba de hacer otra aportación a ese conocimiento. No es la primera vez, por cierto, que hablamos de uno de sus descubrimientos en estas páginas, ni será la última, a juzgar por el celo con el que realiza sus investigaciones Fernández Mateos.
Tal y como publica en el artículo El entallador Alonso de Portillo (act. 1460-1513) y su taller: nuevas obras en Palencia de la revista especializada Santander. Estudios de Patrimonio, de la Universidad de Cantabria, el artista tardogótico Alonso de Portillo, de origen palentino, sería el autor de algunas de las esculturas consideradas como anónimas hasta el momento.
Estas son las obras que Portillo legó a la Catedral, cuya autoría revela el trabajo de Fernández Mateos.
Los sepulcros de la sacristía
Durante las obras de restauración de la sacristía, antigua capilla de Santa Catalina, se retiró el enfoscado de dos sepulcros correspondientes al arcediano del Alcor, Juan Alfonso de Orihuela (†1478), y al maestrescuela Lope de Tamayo (†1496). Al liberarse el enyesado aparecieron distintos relieves, así como la firma del escultor, confirmando una autoría que años atrás había sugerido la investigadora Ara Gil.
En su estudio, el guía de la Catedral ve una conexión estilística del maestro tardogótico palentino con otros trabajos conocidos, a otros trabajos del maestro, como los sepulcros de Covarrubias, Itero de la Vega y Villadiezma.
La imagen de Santa Apolonia
Fernández Mateos aporta nuevos datos sobre la imagen de Santa Apolonia que se exhibe en la nave del evangelio, en un retablo que realizó años después el berruguetesco Manuel Álvarez, en 1556. Está realizada en piedra y descansa sobre una peana con un ángel que porta un escudo cuartelado que todavía no ha sido identificado.
El mismo escudo, junto con el del obispo Diego Hurtado de Mendoza (1471-1485), apareció en una columna de la antigua catedral tardorrománica, durante el proceso de restauración de bóvedas y paramentos de la catedral en 2019. Fernández Mateos relaciona ambos escudos con el maestro palentino.
El sepulcro de Inés de Osorio
La sepultura de la benefactora de la catedral doña Inés de Osorio (†1492), ubicada en el costado izquierdo de la capilla del Sagrario, era una de las obras conocidas del autor Alonso de Portillo. Eran conocidos los escudos de sus costados, correspondientes a los linajes de los Osorio y los Dávila. Ahora, Fernández Mateos desvela la existencia de otro apellido, «Aceves», lo que «indica que este linaje tuvo que tener alguna relación con Inés de Osorio o con su sobrino».
San Juan Evangelista, San Pedro y San Pablo
En el costado de la nave del Evangelio de la capilla mayor, se abren dos hornacinas del siglo XVI con San Juan Bautista y San Juan Evangelista, esculturas de piedra de gran tamaño y policromadas, muy cerca de los escudos que ha investigado Rubén Fernández Mateos, de los que hablábamos arriba. Ninguno de estas tallas tenían autoría identificada hasta el momento.
«En mi opinión la figura de San Juan Evangelista habría que ponerla en relación con la obra de Alonso de Portillo, a quien se puede atribuir, a tenor de las características estilísticas que presenta», considera el autor, que apoya su afirmación en la disposición de la imagen similar a otras esculturas, los plegados gruesos y paralelos que aparecen en los ropajes, los cabellos o el perfil cuadrado del rostro, entre otros muchos detalles.
No está tan claro que la imagen pareja de San Juan Bautista corresponda también a Alonso de Portillo, aunque «tiene algunos rasgos portillescos», pero «las diferencias no dejan ver con claridad una atribución fundamentada». Las otras dos imágenes que pueden adjudicarse al cincel del escultor palentino son las de San Pedro y San Pablo, situadas en un retablo de madera del segundo cuarto del siglo XVI, que se embute en un arcosolio de un retablo pétreo en el lateral del coro de la nave de la Epístola.
«Ambas esculturas son de piedra, al igual que las que se han visto de los santos Juanes, y también son de gran formato. El estilo que muestran es el inconfundible de Alonso de Portillo, a quien hay que atribuírselas sin ningún género de duda», sostiene.
Ángeles tenantes de la portada gótica del claustro
La portada gótica de acceso al claustro se abrió para comunicar la nave lateral con el claustro antiguo. Está compuesta por un arco carpanel angrelado, varias arquivoltas apuntadas y un arco conopial de remate.
En las enjutas del arco carpanel se ubican dos ángeles portando escudos dispuestos sobre peanas y bajo doseles. Ambos ángeles tenantes, que sustentan el escudo del obispo Diego Hurtado de Mendoza (1471-1485), pueden atribuirse a Alonso de Portillo.
El San Pedro de la calle Santo San Pedro de Palencia
Fuera de la Catedral, en la calle Santo San Pedro, se exhibe todavía hoy en una hornacina acristalada una imagen de madera de San Pedro como papa. Según la tradición, en esta calle el beato Pedro González Telmo, más conocido como San Telmo, se cayó del caballo, y debido al ridículo, por ser una persona presumida, abandonó una vida de boato e ingresó en la orden de los dominicos.
Parece ser que en este lugar hubo un oratorio que en el siglo XIX ya no existía, explica Fernández Mateos, cuya investigación defiende que esta escultura, que se encuentra repintada, sería obra también de Alonso de Portillo.
En toda la provincia
El experto de la Catedral defiende que el cincel de Portillo estaría detrás de numerosas obras hasta ahora consideradas anónimas en la provincia de Palencia, actualmente en estudio. No hay muchos datos sobre la vida de este maestro tardogótico del último tercio del siglo XV, que trabajó para distintas localidades de la actual provincia de Palencia.
«Lo primero que hay que destacar de este maestro es su versatilidad, puesto que trabajó tanto la piedra como la madera», apunta Fernández Mateos. Además, tuvo su propio taller y practicó distintos géneros escultóricos, pues abarcó la escultura funeraria, monumental y la imaginería.