La pintora Amalia L. expone este mes en ‘El Cafetín’ de Palencia por primera vez para representar, a través de su arte, cómo es la vida con trastorno bipolar, coincidiendo con el Día de la Salud Mental
El arte ha sido para Amelia L. una vía de escape. Una forma de expresar sus emociones, a veces oscuras, confusas y destructivas; otras esperanzadas o eufóricas. Esta joven palentina padece trastorno bipolar, una patología que ahora desnuda a través de la exposición ‘Colores bipolares’ que podrá verse este mes en El Cafetín, en la plaza del Padre Claret, coincidiendo con la celebración del Día de la Salud Mental el 10 de octubre.
Amelia L. reconoce que desde la adolescencia la pintura y el arte han sido las mejores vías de escape para sus problemas de salud mental, especialmente durante todo el tiempo que tardó en recibir un diagnóstico certero.
Su talento como autodidacta se vio potenciando acudiendo a talleres y cursos en la capital, como los que ofrecía la Universidad Popular de Palencia, o la formación porfesional en la escuela Mariano Timón. Su predilección por el retrato le ayudaba a plasmar sus emociones, a veces simples garabatos en tonos grises, y otras, imágenes luminosas y vivas.
El diagnóstico llegó, por fin, hace 12 años, como también los grupos de ayuda o la terapia en Feafes, que «fueron decisivos para mí», explica. Y mientras tenía la oportunidad de aprender a manejar sus brotes y a controlar su situación gracias a la medicación, un camino que tampoco le resultaba fácil, siempre acudía a los pinceles como punto de apoyo.
Le faltaba, eso sí, un paso decisivo: «dar la cara real. Reconocer y contarle a la gente que tengo trastorno bipolar y no sentirme mal por ello». Y así, tras una crisis agravada por la pandemia que le ha costado superar, ha decidido no solo contar, para normalizar, que padece este problema de salud mental, sino mostrar sus cuadros.
Una exposición cuya estructura es un propio relato de su vida diaria. «Los cuadros están ordenados de tal manera que el principio de la exposición apenas cuenta nada: son imágenes abstractas, grises, rayadas y garabateadas. Son obras que están hechas en momentos en los que lo estoy pasando verdaderamente mal y se nota», explica.
Poco a poco, sus retratos van transitando a los momentos de alegría y luz, que le dan la fuerza para afrontar los días negativos.
DAR LA CARA
«Con esta exposición no pretendo tanto hablar de cómo pinto, sino terminar con un estigma y contribuir a la normalización de los problemas de salud mental, que creo que es bueno para todos», explica. Por eso, ha hecho coincidir su debut como artista expositora con el Día Mundial de la Salud Mental, el 10 de octubre.
Y está segura de que después vendrán más exposiciones. «Ya estoy contactando con otras salas e instituciones para poder llevarlo a más lugares. Desde luego, Concha, de El Cafetín, me ha ayudado mucho a dar este primer paso», relata.
‘Colores Bipolares’ refleja un total de 30 obras creadas principalmente al óleo, aunque también en acrílico, en diferentes formatos. «En los momentos de mayor nerviosismo utilizo mucho la espátula y me expreso con manchas, garabatos y rayones». Gritos visuales que son el reflejo de lo que sus emociones manifiestan en ese momento. Otras veces es la medicación la que mueve su pincel.
«Desde que decidí dar el paso de contarle a mis amigos y la gente de mi entorno que tengo un diagnóstico de trastorno bipolar, me siento mejor y me ha sentado fenomenal», confirma. Seguro que esta experiencia no sólo es buena para ella, sino también para la visibilización de una realidad que está presente en nuestra sociedad de forma dolorosa e intensa.