Una cosechadora recogiendo cereal en Villalobón. / Óscar Herrero

La Alianza UPA-COAG denuncia la situación “límite” en la que se encuentra el sector cerealista de Castilla y León, que está sufriendo en primera persona unos precios que hacen muy compleja la viabilidad económica de sus explotaciones, teniendo en cuenta los altos costes de producción y la situación que vienen arrastrando con malas  cosechas en las campañas 2022 y 2023.

En un comunicado, advierten de que “la situación en Castilla y León es que desde hace semanas el precio de los cereales está en unos umbrales muy por debajo de los costes de producción, y sin embargo, el precio de los piensos, a los que se destina mayoritariamente ese cereal, no se abarata al mismo ritmo”.

La organización denuncia una campaña más “la realidad que sufren los productores, obligados a vender el cereal a la baja ante la presión especulativa que genera una situación límite a los productores más necesitados de liquidez, que deben responder a los préstamos bancarios o tienen que asumir las deudas contraídas por los altos costes de producción”.

Ante esta situación de indefensión, la Alianza UPA-COAG insta a las cooperativas regionales, que compran hasta el 80 % del cereal de Castilla y León para destinarlo a elaborar piensos, que “den un paso al frente, puesto que tienen una obligación moral a mayores con los agricultores cerealistas”.

En este sentido, “hay un modelo en el que podrían fijarse las cooperativas cerealistas de Castilla y León como es el de ACOR con el cultivo de girasol y colza, que hace rentable sus siembras a los agricultores”, indican en el comunicado. “La pipa de girasol común en la presente campaña en la Cooperativa se pagará a un precio mínimo de 370 euros por tonelada. En el caso del girasol alto oleico la cotización final será de un mínimo de 385 euros. Con estos precios, que finalmente como ha ocurrido en otras campañas serán superiores en sus liquidaciones finales, se garantiza al socio unos ingresos suficientes para impulsar el cultivo y lograr una rentabilidad para todas las partes”.

Los datos oficiales confirman que la necesidad de producción de piensos, a los que se destina la práctica totalidad del cereal, en Castilla y León es de 5,7 millones de toneladas, cantidad por debajo de la producción de cereal que ha habido esta campaña en nuestra región, y que es prácticamente la media de producción de nuestra CC.AA. en años normales.

Por otro lado, la Alianza UPA-COAG recuerda que las importaciones no llegan porque sí. “Cuando viene un barco cargado de cereal de un tercer país es porque hay uno o varios operadores que previamente han comprado ese cereal. Por ejemplo, uno de los mayores importadores de trigo en España opera precisamente desde Castilla y León; sus operaciones de importación condicionan totalmente los precios a nuestros productores”.

En la mayoría de las ocasiones -apuntan-, la importación de cereal no es la respuesta a un problema de falta de oferta de producto nacional, sino que es el modo de forzar la venta de éste a un precio mucho más bajo; lo que siempre se ha conocido como especulación.

Además, paradójicamente, “podemos ver en el mercado productos con el sello “Tierra de Sabor” que se han elaborado con harina molida en Castilla y León, o con leche, huevos o carne de animales alimentados con piensos molidos en Castilla y León, pero hechos con trigo, cebada, avena y centeno producido a miles de kilómetros de aquí, lo que no tiene sentido alguno, por lo que pedimos máxima responsabilidad y control a la Junta de Castilla y León”, reclaman desde la Alianza.

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