Con P de Palencia. Opinión
Este mes me enfrento a un papel en blanco con la cabeza llena de opiniones que intento censurar antes de levantar el lápiz.
Me entristece mucho ver cómo los periodistas de este país han olvidado lo más importante de su profesión: la imparcialidad. Sé que es prácticamente imposible comunicar sin que se adivine de qué lado estamos, pero lo que está pasando en España en estos momentos es poco más que un patio de vecinas acusonas y vengativas.
¿En qué momento alguien nos ha metido en la cabeza que Broncano es un progre de izquierdas y Pablo Motos un facha redomado?
Les aseguro que no voy a hacer apología de ninguno de los dos. De hecho, si me preguntan, considero que ninguno de estos personajes ha estado a la altura en las últimas dos semanas. El “prime time” se ha convertido de repente en un “rebota, rebota y en tu culo explota” vergonzoso. Esta expresión que tan a menudo utilizábamos los niños de mi generación cuando nos enfadábamos, es lo único que se me ocurre para definir tanta sin razón.
Tanto Broncano como Motos, son conductores de programas de entretenimiento. Repito, entretenimiento, no instrumentos políticos para arengar a las masas.
Para mí, tanto Broncano como Pablo tienen una forma de trabajar muy distinta pero respetable. De hecho, reconozco que el de Jaén tiene mucho mérito porque a pesar de no prepararse las entrevistas y jactarse de ello, tiene una mente rápida que le da mucho frescor a la parrilla. De él lo único que recuerdo que no me gustó fue una entrevista que hizo en otro programa al Doctor Cavadas. En esa entrevista a un Doctor que ha ayudado a muchísima gente desperada, con y sin recursos, le hicieron sentir incómodo y ridículo. Querido Broncano a veces hay que saber parar la broma. Sin embargo, entiendo, que es fácil meter la pata cuando hablamos de humor. Hacer reír no es fácil y él es, sin duda, un gran cómico.
En cuanto al conductor de El Hormiguero, en ocasiones ha hecho entrevistas demasiado empalagosas, pero esto, no es más que mi humilde opinión. Al fin y al cabo, estar en un programa diario durante casi 20 años, es una exposición constante. ¿Cómo no va a meter la pata una y mil veces? Aparte de esto, no son más que dos personas que intentan hacer su trabajo de la mejor manera posible en un ambiente de presión máxima, puesto que dependen del resultado diario de sus audiencias.
Cuando leo los comentarios de la gente que los apoya peleándose entre sí, me parece de una cretinez espantosa. Es como si existiera un rebaño del que no te puedes salir sin riesgo de que te pongan una etiqueta.
De todas formas, lo que más me escandaliza es ver cómo sus propios compañeros los linchan de manera pública. Hablo de Broncano, Motos y por supuesto Iker Jiménez y Carmen Porter.
Reconozco que con Iker y Carmen me cuesta mucho ser objetiva porque “el de los ovnis”, como le llaman, y su mujer me parecen dos trabajadores incansables que se dejan la vida en informar. Ver cómo la mayoría de los compañeros se les ha echado encima me ha entristecido enormemente.
¿Que un periodista se equivoca? Le falta tiempo al resto para ridiculizarle con una agresividad del todo inusitada. Ya lo decían hace 2000 años, “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra” porque Señores, me temo que la equivocación forma parte del día a día del ser humano y, de hecho, es un gran aprendizaje que nos ayuda a avanzar.
¿Qué ejemplo les estamos dando a las generaciones venideras si todo es discusión, agresividad y sesgo político?
De repente reflexiono y me enorgullezco de mi colectivo de pilotos donde el error de nuestros compañeros lo analizamos con todo el cuidado y el respeto del mundo y lo utilizamos para mejorar.
Sin embargo, hay algo que me llena de esperanza, hemos demostrado que la gran mayoría de los ciudadanos nos ayudamos en caso de catástrofe. Incluso los chavales a los que acusan de vagos y generación de cristal, han dado una lección de vida a nuestros políticos y líderes de opinión. Mientras ellos se pelean, esconden, traicionan y linchan entre sí, son los ciudadanos los que sacan el país adelante. Los que pagan los impuestos y se ayudan de manera desinteresada, mientras los que reciben el dinero de esos impuestos desaparecen.
Si esta es la televisión que nos espera, yo me bajo del carro.
Los programas de entretenimiento deberían ser una herramienta de evasión y no un instrumento para crisparnos y separarnos.
Con P de poder, porque el poder lo corrompe todo.