AUTO-GÓMEZ-MANRIQUE-2024

El convento de las Claras de Calabazanos ha renovado este fin de semana la tradición centenaria de un texto dramático pionero

La literatura palentina del siglo XV tiene dos hitos que transcienden a todo el mundo hispánico, hitos que tienen un apellido común, Manrique. Jorge Manrique, por un lado, es el autor de las ‘Coplas a la muerte de su padre’, uno de los grandes poemas escritos en lengua castellana y de la literatura universal. Por otro, su tío, Gómez Manrique (1412-1490), hermano del padre del poeta paredeño, es el autor del ‘Auto del nacimiento de nuestro Señor’, que es el primer texto dramático de autor conocido escrito en lengua castellana.

GALERÍA: “Callad fijo mío chiquito”… Que Villamuriel os arropa

Esta segunda obra fue encargada a Gómez Manrique por la vicaria del convento de Nuestra Señora de la Consolación de Calabazanos, doña María, y representada desde entonces en el cenobio de Villamuriel de Cerrato, por lo que este enclave de la provincia palentina está considerado como el origen del teatro español. Los Manrique están estrechamente vinculados al monasterio de religiosas clarisas, ya que fue fundado por doña Leonor de Castilla, madre de Gómez y de doña María, y además de esta, profesaron otras hermanas. Todos ellos están enterrados en el coro de la iglesia.

Un año más, el Auto de Navidad de Gómez Manrique se ha representado este fin de semana previo a la Navidad con un montaje en el que intervienen los grupos de teatro Cachivache, Cigarral y A Ninguna Parte, con María José Sánchez como directora artística y Jesús Fuente en la dirección técnica. La función, que está declarada fiesta de interés turístico regional desde 2023, cuenta con la ayuda de las religiosas clarisas –que perpetúan una tradición navideña centenaria–, del Ayuntamiento cerrateño y de la Diputación Provincial.

Medio centenar de actores participan en la representación del Auto, que se envuelve en un montaje que se inicia en el patio del convento con la llegada a caballo de la infanta Isabel, futura Isabel la Católica, y su séquito. Desde un estrado, un espectáculo de cetrería al modo medieval da la bienvenida a los espectadores. La primera función del sábado contó con la presencia del obispo de Palencia, Mikel Garciandía Goñi, y de la vicepresidenta de la Diputación, María José de la Fuente, además de una representación de la Corporación Municipal –el alcalde, Roberto Martín, participa desde hace más de veinte años en la función como pastor–.

El Auto del Nacimiento de Nuestro Señor se ha convertido en un hito en la Navidad palentina, con la iglesia conventual abarrotada en todas las funciones del sábado y el domingo y el patio convertido en un modesto pero coqueto mercado donde las religiosas venden sus productos de repostería. La función se ha ido enriqueciendo escénicamente en los últimos años, hasta configurar varios cuadros actorales y coreográficos que culminan en el texto de Gómez Manrique. El primer cuadro es la llegada alborotada de un grupo de cómicos a la iglesia para representar el auto, revuelo que es reprendido por una religiosa.

El segundo cuadro es la aparición de Gómez Manrique y de María Manrique, que escenifican el encargo de ella a su hermano para que escribiera una función dramática que represente el nacimiento del Niño Jesús. Acto seguido, aparece la infanta Isabel y su séquito. La futura reina católica frecuentaba el convento palentino por el apoyo que los Manrique prestaban a sus causas. Estos diálogos están escritos simulando el lengua de la época, pero con dicción moderna.

La intención de los promotores del Auto es recrear en la iglesia conventual el ambiente cultural renacentista en que se escribió la obra y la atmósfera de recogimiento, silencio y devoción  de la noche en que nació el hijo de Dios. Del primer objetivo se encarga los trajes empleados por los actores, que están ciertamente logrados, y la presencia del grupo de danzas Gratie D’Amore, de León, especializado en coreografías medievales y renacentistas, que actúa en el cuadro previo al Auto.

La representación del mismo reproduce el texto de Manrique en un castellano moderno para acercarlo al espectador, aderezado por un efectista juego de luces que remarca la nocturnidad y un acompañamiento musical sacro, con especial insistencia en el ‘Réquiem’ de Mozart. El Auto destaca las figuras de María y de José, con el llanto del Niño siempre presente, pero no olvida a los tres arcángeles, San Gabriel, San Miguel –que vence al demonio– y San Rafael.

El Auto no incluye a los Reyes Magos. Al Niño le adoran los pastores y un coro celestial, representado en un grupo de niños con inmaculada túnica blanca, que le entregan como presente los símbolos de la Pasión ­–la corona de espinas, la cruz, los clavos, la lanza…–, que padecerá 33 años después, con lo que Gómez Manrique representa en su obra el principio y el fin, la natividad y la muerte de Jesús, el hijo de Dios, el Salvador, y el mensaje universal cristiano de que ese niño que nació en Belén se hizo hombre, predicó y murió crucificado para salvar a los hombres de los pecados.

La función se cierra con una hermosa canción, ‘Callad, fijo mío chiquito’, texto también de Gómez Manrique al que pusieron música y entonan las religiosas clarisas desde su coro, que se puede considerar el primer poema navideño de la literatura castellana. Escuchar este villancico con las voces blancas de las monjas, aunque sean en estos momentos pocas, resulta un verdadero placer, sobre todo si pensamos que se canta en el mismo templo desde hace más de quinientos años.

Con la función ya terminada, el montaje continuó en el patio del convento con una exhibición de danzas castellanas a cargo del grupo Aldaba, de Villamuriel de Cerrato.

El convento de Nuestra Señora de la Consolación de Calabazanos ha vuelto a ser este fin de semana escenario de una tradición centenaria que aglutina fe, religiosidad popular, literatura, historia, devoción y belleza, simbolizada esta en los hermosos poemas de Gómez Manrique.

Isabel ya reina nombró a Gómez Manrique corregidor de Toledo, por lo que el Auto se representa también todos los años en los días previos a la Navidad en la iglesia de San Juan de los Reyes.

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