Los inviernos cálidos, las pocas heladas, las exigencias en las tareas de laboreo y la ineficacia de los fertilizantes están detrás de esta plaga
A. Míguez / ICAL
El ‘zabrus tenebrioides’, más conocido como zabro, es un insecto coleóptero de color negro y 15 milímetros de longitud. Su cuerpo tiene una forma alargada y convexa y, pese a su pequeño tamaño, puede llegar a convertirse en la peor pesadilla de los agricultores ya que se come el cereal sembrado. Arrasa con todo y el daño ocasionado llega hasta la raíz. Los profesionales del campo ya han dado la voz de alarma y se temen lo peor. En algunas de las explotaciones de la zona del Cerrato, en Palencia, los destrozos pueden detectarse ya casi a simple vista. Este insecto tiene especial predilección por el trigo o la cebada y sus larvas se alimentan del parénquima foliar pero respetando la nervadura. Eso provoca que la planta adquiera un aspecto deshilachado.
Lo sabe bien Santiago Arnáiz, un agricultor palentino. Él tiene su parcela en Espinosa de Cerrato y, aunque es pronto para evaluar los daños, ya se atreve a calcular que el zabro le ha destrozado más de 55 hectáreas de trigo a estas alturas del año. “El zabro se mueve bajo la tierra a base de galerías. Cuando llegan las heladas se mueren, pero como cada vez hace menos frío, consiguen sobrevivir y por las noches, salen al exterior para alimentarse”, explica con frustración.
En su caso, se dio cuenta “de que algo no iba bien” a principios del mes de enero. Desde entonces ha intentando combatir la plaga con un insecticida pero, mucho se teme, que este producto no es todo lo efectivo que debería. “Yo creo que ahí radica parte del problema”, asegura. “Hace unos años existían otros productos más agresivos pero ahora no están permitidos. El que podemos utilizar a día de hoy no lo mata y eso es algo intolerable. Las administraciones deberían hacerse cargo. Alguien debería asumir la responsabilidad”, incide Arnáiz.
Él no es el único agricultor afectado. “Aquí cerca vive otro chico con 16 hectáreas cultivadas y ha tenido plaga de zabro hasta en tres ocasiones. Las tres tuvieron consecuencias fatales para la cosecha y no creo que todas las veces haya sido culpa de él o de que haya hecho una mala gestión. Todos nos podemos equivocar una vez, pero no tres”, insiste. “También hay profesionales que ahora mismo tienen incertidumbre porque han empezado a detectar pequeños daños pero no saben si irá a más o conseguirán controlarlo. Es todo una incógnita”, explica el agricultor cerrateño.
Las exigencias en las tareas de laboreo contribuyen también a la proliferación del zabro hasta alcanzar niveles insostenibles para las explotaciones. Sin embargo, esta plaga no ha pillado por sorpresa a los agricultores ya que, tal y como recuerdan, el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (ITACYL) ya avisó de que este año, algo así podría ocurrir. “Se lanzó un aviso general en el mes de noviembre porque las previsiones no eran buenas y el otoño estaba siendo demasiado cálido. Sin embargo, y pese a las prealertas, nadie hizo nada y ahora mismo la situación es incontrolable”. A eso hay que sumar además, la plaga “cada vez más preocupante” de topillos. Un problema, el de la sobrepoblación de roedores, que ya se ha extendido al conjunto de la provincia.
Es por eso que exigen medidas a las administraciones. “Creo que ante problemas excepcionales hay que aplicar soluciones puntuales y eficaces. Es igual que cuando una persona necesita de antibiótico para poder curarse pero la farmacéutica no te lo puede dispensar salvo que tengas una receta médica. Esto es exactamente lo mismo. El uso generalizado de ciertos productos no está permitido pero los responsables pueden trasladarse hasta aquí y comprobar ‘in situ’ que esta tierra lo necesita para sobrevivir. No es tan descabellado”, reconoce Arnáiz.
Otra posible solución, en su opinión, es la quema controlada de rastrojos. “Eso es, sin duda, la menos contaminante y, por lo tanto, impediría que determinados colectivos se escandalizaran. Además, es más económica para nosotros. Desde Europa cada vez se nos imponen más restricciones y cada vez más duras. No podemos ni prevenir ni combatir las plagas y, si queremos hacerlo, el desembolso de dinero es cada vez mayor”, lamenta.
Ante esta situación, desde Asaja Palencia han recomendado a los agricultores seguir practicando una rotación de los cultivos (evitando siembras de cereal sobre cereal), retrasar al máximo la fecha de siembra o arar de una manera efectiva para poder remover y llegar a capas más profundas. “El laboreo del terreno permite eliminar el rastrojo y el ricio. Lo ideal es hacerlo con volteo para facilitar la exposición de las larvas al exterior”, señalan desde la organización agraria.
Por su parte, la Junta de Castilla y León, pide prestar especial atención a las zonas con antecedentes y recuerda que el tratamiento para acabar con el zabro debe aplicarse entre la nascencia y el estado de tres hojas. Es decir, cuando se observen entre 10 o 15 plantas dañadas por metro cuadrado en el caso de la cebada y entre 8 o 10 plantas dañadas si se trata de una plantación de trigo.