El estadio, casi a reventar, vibró con el esfuerzo incansable de los cerrateños, que dieron todo en el partido ante un Rayo Vallecano que se impuso 0-5
Era la noche en la que los sueños se volvieron realidad en Palencia, y aunque el marcador final muestra un contundente 0-5 a favor del Rayo Vallecano, el CD Villamuriel ha sabido ganarse el respeto y la admiración de todos los aficionados que llenaron La Nueva Balastera; y no fueron pocos. Desde el primer minuto, el equipo cerrateño dio muestra de coraje, plantando cara a un rival de Primera División y defendiendo cada balón como si de una final se tratara. Era el partido de sus vidas.
El ambiente en el estadio fue una caldera desde antes de empezar: familias, amigos y aficionados palentinos se vistieron de verde y llenaron las gradas con sus cánticos y banderas, creando una marea que empujaba a su equipo. Los vítores de “¡Sí se puede!” resonaron desde el primer minuto, y el Villamuriel, liderado por su técnico Tuco, saltó al campo dispuesto a dejarlo todo.
El partido comenzó con un Villamuriel aguantando con firmeza las acometidas de un Rayo Vallecano que no lograba penetrar la defensa cerrateña. En el minuto 30, Jaime Gómez tuvo en sus botas una oportunidad única para poner en ventaja a los locales, pero el balón se estrelló en el guardameta rayista, privando a los palentinos de ese grito contenido en las gradas. Fue entonces cuando el Rayo Vallecano aprovechó su gran físico y el desgaste de los verdillos y, con un polémico penalti a su favor, abrió el marcador de las botas de Raúl de Tomás, para luego ir ampliando la ventaja a 0-2 antes de mitad de partido.
Pese a la diferencia en el marcador, los jugadores del Villamuriel no bajaron los brazos en ningún momento. Cada falta, cada córner y cada contraataque demostraban todo su gran carácter y esfuerzo. El encuentro se fue relajando en la segunda parte. 0-5 terminó al final, pero sin antes dejar un estallido en la Balastera de nuevo en el minuto 86, cuando Miguel lanzó una falta peligrosa a la escuadra, obligando a una gran parada del portero rayista.
Cada intento, cada acercamiento al área, levantaba los aplausos y vítores de la afición. La marea verde mantuvo su aliento hasta el minuto 90, orgullosa de sus jugadores, que no se dejaron vencer por el marcador y lucharon hasta el pitido final.
Hoy, el Villamuriel se lleva de vuelta a casa más que una experiencia: el sueño de sus vidas y que recordarán por siempre. Palencia se enorgullece de un equipo que, en esta derrota, encontró una gran victoria.
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