Un abarrotado Teatro Principal recibió con ovación el retorno del grupo palentino, un homenaje a uno de sus fundadores recientemente fallecido en el que se recaudaron fondos para la Asociación Contra el Rabdomiosarcoma
“Se lo debíamos”. Yoli y Fran, dos de los fundadores de la Charlote Blues Band de Palencia, pronuncian esta frase dos veces durante nuestra entrevista. La primera, referida a su amigo y compañero de fatigas Jorge Moro, fallecido el pasado mes de septiembre. La segunda, en relación a la Asociación Contra el Rabdomiosarcoma, un tipo de cáncer infantil poco frecuente que se llevó la vida del pequeño Hugo y contra el que luchan ahora sus papás, Nacho y Yolanda.
En realidad, Yoli y Fran no tienen deuda ninguna. Pero la generosidad de estos músicos palentinos es, quizá, el valor añadido que eleva la calidad de su música hasta lo más alto: la entrega sobre el escenario, la audacia en los arreglos y la vocación de agradar al público, que comparten los otros cuatro integrantes del grupo, han convertido a la Charlotte Blues Band en todo un fenómeno musical en nuestra tierra.
Y prueba de ello fue la ovación y larguísimo aplauso con el que terminó su concierto de este jueves 25 de enero en el Teatro Principal de Palencia. Ese concierto que “debían” a Jorge, pero también a Nacho y Yolanda, con el que reafirmaban su regreso al escenario tras perder a su compañero y bajista.
Yoli Valdespina y Fran Martínez fundan la Charlotte Blues Band junto con el batería, José Antonio Martínez, y el bajista Jorge Moro, a finales del año 2022. No parten de cero: estamos ante músicos experimentados que han pisado multitud de salas, bares, escenarios y terrazas con otros proyectos. Pero era el momento de cambiar de repertorio.
Yolanda, flautista y saxofonista en continuo estudio y formación, recibe clases de armónica del prestigioso Danny Del Toro, un referente en nuestro país. “Ahí he conocido a compañeros que tienen unos grupos de blues increíbles. Yo venía de tocar otro tipo de música y pensé que tenía que hacer algo de este tipo”, explorando algunas de las grandes canciones de géneros como el Rythm & Blues o el rock de los años 50. “No un blues tan negro sino un repertorio más alegre que invite a la gente a bailar”.
Y lo hace. “Una de las cosas que más nos está sorprendiendo es cómo baila todo el público, desde chavales de quince hasta señoras de 90”, añade. Y Fran recuerda que en algunos conciertos ofrecidos el pasado verano en pueblos de Palencia, había chicas que iban a casa a buscar a sus padres para animarles a venir.
“Es un repertorio que anima a todos los públicos, ideal para conciertos vermut, atardeceres en las plazas de los pueblos o terraceo”, apunta mientras recuerda que en esta primera temporada estival han superado la treintena de bolos en apenas tres meses y casi sin hacer promoción, más allá de sus redes sociales en Facebook e Instagram. “Después de cada bolo, alguien se nos acercaba y nos proponía el siguiente”.
Un duro golpe
El bajista, Jorge Moro, una pieza fundamental de la formación, solía decirle a Fran antes de cada actuación: “vive este concierto como si fuera el último”. Esas palabras quedaron selladas para siempre en el guitarrista cuando supo que, un par de días después de actuar en Tariego de Cerrato, Jorge había fallecido por un infarto. “Estaba súper ilusionado porque la semana siguiente íbamos a tocar en Valladolid, lo que suponía empezar a dar a conocernos fuera de nuestra provincia, donde ya estábamos actuando bastante”, añade Yoli.
La pérdida de Jorge fue un golpe difícil de encajar. “Tuvimos que parar, pasar un duelo y decidir qué hacer”. Pero al mismo tiempo, recibieron el cariño de los seguidores a través de las redes sociales, lo que les ayudó a darse cuenta de que el mejor homenaje que podían hacerle a su bajista y fundador era continuar.
“Ninguno de nosotros iba a colgar el instrumento, así que lo mejor que podíamos hacer es seguir con este proyecto, que era suyo y al que le había puesto tantísima ilusión”.
Retomaron los ensayos e incorporaron al grupo a nuevos músicos: el teclista Óscar Erice, el bajista Pablo Hoyos y la vocalista irlandesa afincada en Palencia Keri Wilson, que tomaría el relevo Estefanía Mozaljova.
Un concierto solidario para regresar por todo lo alto
Ese homenaje a Jorge en forma de regreso a los escenarios merecía un gran concierto en el Teatro Principal. Y aquí vuelve a aparecer la generosidad que los caracteriza. “Pensábamos que quizá el Principal era demasiado para nosotros”, dice Yoli.
Y Fran añade que “le debíamos a Nacho y Yolanda, de la Asociación Contra el Rabdomiosarcoma, una actuación benéfica”. Porque este matrimonio palentino, un referente en la lucha contra el cáncer infantil, les habían invitado a tocar en anteriores ocasiones, con otros proyectos musicales, en sus galas benéficas. “Nunca nos había encajado y teníamos ganas de saldar esa deuda”.
Las entradas se agotaron en apenas unos días. Y si una semana antes del debut estaban nerviosos por las expectativas tan altas que estaba marcando el público, sin duda las cubrieron con creces.
La periodista palentina Eva Calleja fue la conductora de un espectáculo solidario que prometía ser una montaña rusa emocional desde que tomó la palabra para presentar a la Asociación Contra el Rabdomiosarcoma, un tipo de cáncer infantil raro para el que, desgraciadamente, no se destinan suficientes recursos para investigación y tratamientos.
En Palencia, esta organización tiene como embajadores a Nacho Villamediana y Yolanda Alonso, papás de Hugo, el pequeño luchador diagnosticado a los 3 meses, que falleció a los cinco años de edad. “Nosotros tomamos la decisión de transformar nuestro dolor para ayudar a los demás, para que ninguna familia tenga que vivir lo que vivimos nosotros”, explicaban sobre el escenario antes de recoger el cheque simbólico de los 3.000 euros recaudados en el evento, gracias también a la colaboración de patrocinadores y empresas como Saborea.
Un ejemplo de vida y superación que se coronó con el vídeo homenaje al pequeño Hugo, que sacudió en sus butacas a todo el público antes de comenzar a escuchar los primeros acordes de la Charlotte Blues Band.
A partir de ahí, la emoción fue transformándose en energía: la que transmitía la elegantísima Keri Wilson, con una afinación y técnica vocal impecable y una presencia escénica tan generosa como el propio grupo. Solo competía en protagonismo con la poderosa Yoli, que se entregaba a borbotones en cada solo de su saxofón o su armónica.
Así, Aretha Franklin, Eta James y otros grandes nombres del rhythm and blues y el rock clásico de los años 50 fueron sucediéndose sobre el escenario en versiones arregladas por los propios músicos, que las hacen suyas sin complejos a través de un diálogo de solos, improvisaciones y riffs como los que desatan la energía del guitarrista, Fran Martínez, siempre que tiene ocasión.
Energía que poco a poco iba haciendo saltar al público de sus butacas y que solo se interrumpió para rendir un cálido homenaje a Jorge Moro, unas palabras de amistad y reconocimiento de sus compañeros y una versión de Rehab de Amy Winehouse que el propio Moro adoraba.
El concierto terminó tan arriba, que el público tuvo que bailar en los palcos y el patio de butacas, liberando así toda la emoción contenida en una noche de esas que la mayoría de quienes la presenciaron recordarán por siempre con la piel erizada.