Dos maestras palentinas publican un cuento que nos enseña a gestionar las emociones
Naide Nóbrega – Viva Palencia Viva
Uno de los grandes desafíos de la infancia es la capacidad de conocer y lidiar con sus emociones. La rabia, la tristeza, la decepción, la furia, los nervios o la ansiedad… No es nada fácil gestionar tantos sentimientos nuevos e intensos sin explotar en rabietas, llantos u otros comportamientos similares (que lo digan los papás y mamás lectores de este artículo). En momentos así, una buena salida para los peques es utilizar una conocida técnica del método Montessori: el bote de la calma.
Básicamente, estamos hablando de un frasco relleno de agua, un poco de pegamento, purpurina u otros elementos lúdicos que proporcionarán un bello efecto al agitarlo.
La idea es que el niño, en momentos de algún desequilibrio emocional, lo agite intensamente y observe como la purpurina se mueve, como viaja dentro de este botecito y cómo despacito, partícula a partícula, todo este contenido vuelve a su estado de tranquilidad, a su sitio original.
Hasta la decantación total de la purpurina -si la tarea se hace con concentración y atención plena- la magia surge: la respiración se tranquiliza, la calma se reestablece y el niño vuelve a tener el control total de su estado emocional de forma consciente e íntegra.
Esta técnica sencilla pero muy eficaz fue la gran inspiración para que dos profesoras palentinas de Educación Infantil, Lidia Candela y Andrea Manrique, escribieran a cuatro manos (y dos corazones) el bello cuento llamado El bote mágico de la calma, disponible a partir de este mes en las librerías de nuestra provincia.
En la historia, Maca, una niña traviesa, juguetona e inquieta, descubre el botecito mágico y a partir de ahí muchas cosas suceden en su vida. Con divertidas ilustraciones de la valenciana Aida Ibáñez, la obra aborda precisamente este control emocional y el desarrollo creativo de la personalidad infantil. La sugerencia es para niños a partir de 3 años, con ayuda evidentemente de un adulto lector.
«Hemos trabajado con niños y niñas muy pequeñitos y siempre nos ha gustado mucho la idea de la atención plena, del mindfulness, de ver cómo podrían controlar sus emociones.
Para eso siempre utilizábamos el bote de la calma, pero nunca encontrábamos un libro u otro recurso existente que lo explicara. Decidimos entonces inventar nuestra propia historia para contarles qué es el bote y cómo se utiliza», comenta Lidia Candela.
«No es un juguete. Es un recurso mágico para que el niño, cuando sienta algunas emociones o no sepa gestionar lo que está sucediendo, lo utilice para llegar a la calma y encontrarse mejor», complementa Andrea.
Las autoras están realizando presentaciones en distintas librerías palentinas por estas fechas. Por aquí dejamos la sugerencia. A lo mejor este año los Reyes traen juguetes, ropas, libros y… calma.