Vuelo de un dron, capaz de llevar material, pero ajeno a esta información.

La Guardia Civil desarticula una organización criminal dedicada a la introducción de sustancias estupefacientes y otros objetos prohibidos en La Moraleja y otras cárceles de España

Se acabó lo tradicional, que en su día fue novedoso. Ver algo por internet, o encargarlo por teléfono y esperar a que llegue a la puerta picando al timbre. Es cierto que en algunos entornos, como el de las prisiones, Amazon, Ali Express o Tele Porro no llegan con tanta facilidad. Imposible eso de que llegue el repartidor sin más y lo deje mandando un mensajito. No. Tampoco es viable esperar a que alguien se arriesgue a tratar de pasar lo que las normativas no dejan que haya dentro de los altos muros de las cárceles. Altos, pero no infinitos. Y ahí es donde se ha centrado una organización: en utilizar el espacio aéreo sobre las cárceles, entre ellas la de La Moraleja en Dueñas, para hacer llegar pedidos que de otra forma no entrarían en prisión.

Y si se han hecho pruebas con drones para llevar medicinas, y hasta paquetes a lugares aislados, qué hay, supuestamente, más aislado que una prisión. Solo que eso no es legal.

Y por ello ha detenido e investigado a seis personas, como presuntas autoras de un delito de tráfico de drogas y pertenencia a organización delictiva criminal. Varios de los investigados, hallándose cumpliendo condena en distintos centros penitenciarios diseminados por la geografía española, formarían parte de una organización criminal especializada en la introducción de sustancias estupefacientes y otros efectos prohibidos en dichos centros penitenciarios y que harían de punto de contacto con el resto de la organización para garantizar la introducción de efectos prohibidos en los centros penitenciarios.

Tal y como explica la Guardia Civil en un comunicado, la organización desarticulada, originaria de Ceuta, dispondría de un grupo itinerante que se desplazaría por todo el territorio nacional para llevar a cabo su acción ilícita.

Es decir. Acudían como una empresa de servicios especializada con sede en Algeciras, allá dónde se necesitara una entrega difícil en centros penitenciarios de la península. En el seno de la organización existía un reparto de funciones, entre la que cabe destacar la del especialista en el vuelo de aeronaves no tripuladas (drones), la cuales adaptarían para el transporte de distintos objetos y que volaban en horario nocturno sobre los distintos centros penitenciarios.

De noche, y por las ventanas y con un sedal.

Los drones eran manipulados para eliminar cualquier tipo de iluminación que emitiesen y eran provistos de una cuerda y un sedal transparente atados a su carcasa, de donde pendían los objetos que introducían. Los drones sobrevolaban los centros penitenciarios y se dirigían a las ventanas de las celdas previamente acordadas, procediendo entonces el interno correspondiente a cortar el sedal y hacerse con los efectos transportados.

Imágenes facilitadas Guardia Civil de Córdoba

No se movilizaban para un solo ‘servicio’ sino que aprovechaban el viaje hasta  diferentes cárceles de España, para hacer múltiples entregas. “A partir de los datos arrojados en la investigación, los drones realizaban varios vuelos en un corto periodo de tiempo, haciendo distintas entregas en una misma noche”, explican desde la Guardia Civil.

Un accidente, el detonante.

Las operaciones eran prácticamente indetectables y solo cuando uno de los aparatos no tripulados colisionó y fue recuperado por los agentes de la Guardia Civil, comenzó la investigación en el Centro Penitenciario de Córdoba, donde, indicó la Benemérita, se encontraría “interno un integrante de la organización que ocupaba una importante posición en la jerarquía de la misma”.

Fruto del análisis policial, fue descubierto uno de los puntos desde los que la organización realizaba los vuelos de drones, ubicado a una distancia aproximada de 1 kilómetro respecto del centro penitenciario. Allí, entre la maleza, la organización tenía oculto material para la manipulación de las aeronaves in situ, tales como cuerdas, sedal transparente y cinta aislante.

Dentro del centro penitenciario, la organización criminal contaría con infraestructura suficiente como para recibir, ocultar y distribuir los efectos prohibidos entre los internos, contando para ello con reclusos especializados en las distintas funciones, entre las que destacaría el liderazgo del encargado de coordinar con el líder del grupo itinerante la operativa de vuelo, estableciendo la hora óptima para la recepción de la mercancía, haciendo uso de señales lumínicas y sistemas de geolocalización para señalar el punto de recepción de la misma.

Del mismo modo, una vez en el interior del centro penitenciario, la organización dispondría de otros reclusos especializados en la ocultación y distribución final de una mercancía que incrementaría su valor de mercado exponencialmente, “poniendo igualmente en grave peligro tanto la salud como la seguridad de los internos y de los funcionarios encargados de su custodia”.

En la fase final de la operación se procedió a la detención del líder del grupo itinerante, y al registro domiciliario de su vivienda habitual, procediendo a la aprehensión de material electrónico e informático, así como material de inhibición y detección de señales. Asimismo, a lo largo del desarrollo de la investigación, a la organización le han sido intervenidos cinco drones que ya habían sido utilizados para sobrevolar los centros penitenciarios o se encontraban a punto de hacerlo, así como teléfonos móviles Smartphone y varias dosis de hachís en forma de tabletas.

La investigación determinó que la organización investigada habría reproducido el modus operandi utilizado en el centro penitenciario de Córdoba, en los centros penitenciarios de Villanubla (Valladolid), Dueñas (Palencia) y Albolote (Granada).

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