Situaciones como el fallecimiento de un familiar, un despido o una separación pueden sobrepasar a la persona que las vive. En estos casos, el apoyo de un abogado especializado va más allá de los simples trámites y causas judiciales
Hablamos sobre todo ello con el abogado palentino Diego Prádanos Niño
En anteriores entrevistas nos explicaba el servicio de acompañamiento y asesoramiento que realiza su despacho en situaciones de fallecimiento de un familiar, lo que alivia dolor y ahorra dinero momentos delicados
El problema que nos encontramos es que esa ayuda se presta en un momento en que la familia está en estado de shock o en un momento de dolor en el que realmente necesitan que alguien les descargue ciertas responsabilidades. A nadie le gustan los papeles, que es un término que escuchamos muchas veces en el despacho y que engloba tantas actuaciones administrativas, judiciales o fiscales. Pero para quitar esa responsabilidad, hay que ganarse la confianza. E intentamos trabajar mucho ese aspecto, para que alguien que apenas nos conoce confíe en dejar en nuestras manos algo tan relevante como una sucesión o un divorcio.
En el ámbito del derecho de familia, ¿ese acompañamiento también es importante?
En primer lugar, cada vez es más común que no divorciemos a las parejas, porque no están casadas, sino que el procedimiento se centre en el establecimiento de medidas paterno filiales. Esas parjeas, excepto el nombre de matrimonio, tienen todo lo demás igual: tienen un piso, una hipoteca, alguna que otra deuda, uno o dos hijos… Y han decidido separar sus caminos.
Y en segundo lugar, en este despacho estamos satisfechos de poder afirmar que en una mayoría de casos conseguimos que ese conflicto termine en un arreglo de mutuo acuerdo. Y eso es interesante porque les ahorramos dinero, pero sobre todo ahorramos un tiempo que necesitan para reconstruir sus vidas y superar esta etapa.
Cuando una pareja se mete en un procedimiento contencioso de divorcio o de medidas, eso dura años. Cuando ese conflicto de pareja se judicializa, llega un momento en que todo lo resuelven a través del Juzgado: los tiempos de visita de los menores, la compensación económica…
Cada pequeño conflicto se gestiona a través de una demanda, en lugar de hablarlo o de pedir la mediación de los abogados de cada parte. Y, muchas veces, lo que hacen simplemente es gastar dinero de manera absolutamente innecesaria. Otro problema es la falta evidente de funcionarios e la Administración de Justicia, que extiende todavía más unos plazos que ya de por sí eran largos. Cuando la Justicia pierde la noción del tiempo, deja de ser justa.
Para lograr ese acuerdo, vuelve a ser básica la confianza
Cada vez es más patente el aspecto psicológico en nuestra relación con el cliente: tenemos que conseguir hacerle entender que él solo no puede afrontar esa situación que está viviendo y que puede confiar en nosotros para ayudarle.
Y cuando hay hijos, se antepone el interés del menor
De hecho, nuestra propia legislación, a través del artículo 90 y siguientes del Código Civil, establece que esas medidas paterno filiales giran en torno al favor filii, que significa que hay que velar en todo momento por los intereses del niño.
«Ante un despido, es importante tener en cuenta los 20 días de plazo para iniciar acciones»
En su despacho también trabajan el derecho laboral, en el caso particular de los despidos. ¿Lo enfocan también en ese clima de confianza?
Los despidos están a la orden del día y algunos empresarios los toman como una partida de póker. Hablamos de despidos que no son por circunstancias profesionales, o, si lo son, no se pueden acreditar y el empresario lo sabe.Así que disfraza el despido de otras cosas: ya sea un despido por causas objetivas, porque el negocio va mal o por causas disciplinarias. Lo más habitual es que se despida «por una disminución continuada y voluntaria en el rendimiento del trabajo».
¿Cómo puede el empresario demostrar eso? Es muy difícil, pero de entrada, el trabajador se ve en la calle únicamente con su finiquito, sin ningún tipo de indemnización. Y el problema es que, de cada diez veces que un empresario hace esto, cinco, el trabajador no hace nada, aunque tenga la razón. Por desidia, falta de asesoramiento, o quizás por falta de confianza en la Justicia, que es algo que vemos a menudo.
Es importante tener en cuenta los plazos: si un trabajador sufre un despido o una modificación sustancial de sus condiciones laborales, tiene 20 días para poner todo en marcha. Y ahí es donde es importante asesorarse, porque hoy día todo el mundo tiene acceso a la normativa a través de Internet, pero eso da lugar a confusiones por no saber interpretar esos textos legales. Lo que hacemos los letrados es, precisamente, interpretar el derecho. De la misma forma que si nos duele algo acudimos al médico, es importante asesorarse ante situaciones como éstas, donde quizás redactando un escrito de reclamación ante el empresario, estemos cometiendo errores que ya no se pueden resolver después.
Y es que acudir a un abogado no es solo una cuestión de resolución de conflictos, sino de asesoramiento y apoyo… ¿Tiene conciencia la ciudadanía de este aspecto?
Vivimos en un país en el que la profesión no está precisamente bien tratada. De hecho, hace no mucho, un colectivo de abogados ha presentado una reclamación formal ante la RAE para que eliminen el sinónimo de abogado como «persona que enreda». Sin embargo, vivimos en un país en el que tenemos algo que no hay en casi ningún otro sitio del mundo, que es la justicia gratuita. Deberían usarnos más y darnos esa oportunidad. Desde luego, en nuestro despacho no nos podemos quejar de ello: a nosotros sí que nos dan la oportunidad, porque intentamos que el cliente se dé cuenta de que puede confiar en nosotros.