Colocan en la glorieta del Hospital una de las unidades del inaccesible servicio de alquiler de bicicletas de la ciudad
Palencia tiene cerca de 30 glorietas en sus calles. Aquello que parece que comenzó como una moda, con Heliodoro Gallego de alcalde (de quien se decía en chanza que discutía en casa por querer poner una glorieta en el pasillo de su hogar), ha sido la guía marco para la articulación de la circulación en la ciudad. Unas grandes, como la de las Ps (oficialmente Las Columnas de los Sueños), otras diminutas como la que estuvo pintada ante la estación de ferrocarril. Unas ágiles, otras ante las que encomendarse a todo el santoral antes de encararla, como la Brasilia con Cuba.
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Pero todas, o prácticamente todas, tienen en su interior ‘un algo’. Una fuente, una bandera, unos palos, una escultura…
Una de las que no tenía elemento alguno hasta ahora era la que, en la avenida de Donantes de Sangre y el camino viejo de Villamuriel, da acceso al aparcamiento del Hospital. Una inmensa pradera verde. Eso era.
Hasta ahora. Para ella, en Palencia nos hemos decidido por un tipo de arte nada presente en estos lares donde tenemos románico, gótico, modernista… Nos hemos sumado (un siglo después) al Dadaísmo. Copiando o inspirándonos en Marcel Duchamp.
Hemos elevado a la categoría de arte, como hiciera el francés con una rueda de bicicleta o un urinario, una bici que no sirve. Una de las que formaban parte de la quincena de las que estaba compuesto el inoperante, desde hace 9 meses, servicio de alquiler municipal de bicicletas de Palencia.
El artista o artistas, la autoría no ha recibido reivindicación (si es que la necesita), ha tirado de ready-made para sacar un objeto habitual de su entorno y colocarlo en un espacio destinado al arte. Si hace más de un siglo era un museo, ahora es lo alto de una rotonda. Aunque hay que recordar que no es la primera vez en que Palencia usamos bicicletas como monumentos. Hace lustros lo hicieron en Antigüedad para conmemorar el punto en el que Lance Armstrong se cayó y se rompió la clavícula (ahora es un monumento a los ciclistas).
En la capital ahora, la acción de colocar el ciclo de paseo, con cesta, sustentado orgulloso sobre su caballete, ha enaltecido lo que no sirve, para darle otro uso, el embellecedor. Y no sirve porque desde hace, al menos 9 meses, las bicicletas del Servicio de Alquiler Municipal languidecían en uno de los lugares más visitados de la ciudad: la Plaza de la Inmaculada. Sin vigilancia, sin protección. Al menos, ahora, la APP ha vuelto a funcionar, aunque solo aparezca una bicicleta disponible en toda la ciudad.
El ‘pajarón’ del sistema de alquiler municipal de bicicletas de Palencia
Suerte para una de sus ejemplares acabar, no en el cauce del Río Carrión sino, como monumento dadaísta, surrealista. Estilo con el que la ciudad ha operado durante los últimos lustros con las bicicletas y los ciclistas. Con una red inconexa de carriles bici; otros confeccionados como envidia de cualquier encierro taurino entre los miuras de los vehículos; con la pintada de carriles bici para luego despintarlos, con una señalización que merece otra entrada; con varios sistemas de alquiler de bicicletas municipales con un funcionamiento más que discutible a lo largo de los diferentes mandatos de los distintos colores… Con un plan de movilidad ciclista en la ciudad que sirve para ganar euros europeos destinados proyectos de asfaltado de calles, más que para potenciar el uso de este medio de transporte…
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La última, más allá del monumento a un sistema municipal inoperante, es la postergada instalación de cientos de plazas de aparcamientos inteligentes en la ciudad. Un proyecto que nació con Mario Simón de alcalde, con la colocación de cuatro aparcamientos frente a los Hospitales, en Campos Góticos y en Efides.
Una actuación que se financiaría con el Edusi. Luego, ya en la actual legislatura, este proceso se paralizó para dar paso a otro más ambicioso, sufragado por los Next Generation (más dinero de Europa y menos que poner por parte del Ayuntamiento) para un mínimo de 105 plazas de aparcamientos inteligentes en 11 ubicaciones diferentes de la ciudad.
El proceso de adjudicación del mismo fue paralizado por un recurso presentado ante el Tribunal Administrativo de Recursos Contractuales de Castilla y León. Gajes del oficio. Aquel recurso fue estimado parcialmente por el Tarcyl, en mayo de 2024. A grandes rasgos, le daba la razón al Ayuntamiento en su adjudicación a Benito Urban por 614.431,8 euros para la colocación de los 11 aparcamientos, pero le pedía que volviera a valorar y justificar las puntuaciones que dio a todos los ofertantes. Desde aquel 9 de mayo al 2 de enero de 2025, para cumplir con el mandato del Tarcyl y volver a convocar la mesa de contratación que volviera a validar la valoración de los técnicos municipales. Casi nueve meses en el cajón. Prácticamente el mismo tiempo que han permanecido las bicicletas de alquiler municipal con la “cadena fuera”.
Al menos, una de ella ha servido para embellecer una zona de la ciudad. Pero como arte vanguardista, hay quien no lo ha entendido y tras varios días expuesta sobre el césped, hoy ese ejemplo del dadaísmo palentino aparecía tirado sobre el césped. ¿Otra muestra de arte?, ¿un ejemplo del neodadaísmo al estilo de Pierre Pinoncelli? o, ¿simplemente una alegoría de la apuesta de la ciudad de Palencia por la bicicleta? Un arte efímero.