El Museo de Palencia presenta una nueva zona tras su remodelación en la que muestra restos de diversas épocas encontrados en la capital tras obras civiles
El director del Museo, Francisco Javier Pérez, señala en declaraciones a la Agencia Ical que la media de hallazgos arqueológicos que entran se cifra en unas 4.000 piezas al año, de las que el 80 por ciento procede de actividades realizadas en la ciudad, mientras que el resto son de la provincia.
Se trata de miles y miles las piezas de la arqueología que se conservan en el museo, aunque es imposible poder exponerlas, dado que muchas de ellas “no tienen actualmente cabida en el discurso expositivo del espacio”, aunque están perfectamente documentadas en el almacén, afirma.
De romanos a medievales
Los restos más antiguos que aparecen son romanos, pero hay hallazgos de todos los niveles medievales y de la época moderna. Pérez recuerda que en la última intervención que se ha llevado a cabo en la calle Menéndez Pelayo, por encima de los niveles romanos han aparecido otros medievales y modernos, al llegar a documentarse unos hornos de cerámica de la baja Edad Media con producciones esmaltadas.
“Lo que más nos llama la atención son los restos romanos, pero también hay otros de la ciudad medieval y de la época moderna”. Y es que, en solares próximos a la calle Mayor se ha encontrado el foso de la antigua muralla, los cuales también están documentados en las nuevas vitrinas, añade.
Y es que el emplazamiento de Pallantia romana, en la fértil vega del rio Carrión, fue elegido en un momento impreciso de la segunda mitad del siglo I antes de Cristo, y hay que enmarcarlo en el proceso de romanización de la zona y en la planificación de la conquista del territorio cántabro para alcanzar el control de la península ibérica.
Es posible que la población vaccea que habitaba los cercanos poblados situados en el Cerro de la Miranda, al este, y en el conocido pago del Pico del Tesoro, al oeste, fuesen obligados a ocupar este nuevo emplazamiento. Además, la cita de ‘civitate Palantina’ en la tésera de Paredes de Nava, fechada en el año 2 antes de Cristo, así como la ocultación de los tres tesoros de joyas vacceas de Palencia, parecen avalar esta hipótesis.
Hallazgos
Pérez traslada que desde que se hace la excavación arqueológica en la ciudad hasta que llega a exponerse los restos hallados en el museo suele pasar un tiempo, ya que, independientemente del proceso de limpieza y de estudio del arqueólogo, en el laboratorio de restauración hay que tratarlo por norma general con tratamientos específicos.
La incorporación “no suele ser inmediata”, pero en el caso de la ciudad de Palencia, se tiene la opción de tener un espacio específico en el Museo, lo que hace que todavía sea más sencillo que se incorporen piezas nuevas.
Todas las intervenciones de arqueología asociadas a una obra civil son controladas por una arqueóloga territorial perteneciente a la Unidad Técnica del Servicio Territorial de Cultura de Palencia. Es aquella que informa a la Comisión Provincial de Patrimonio sobre los resultados, dado que el Museo no ejerce ninguna función de control o supervisión, simplemente recibe el material hallado.
Obras y ciudad
Las obras civiles y construcciones “no se paralizan”, porque en el momento en el que un promotor presenta el proyecto de obra, los primeros permisos administrativos ya le exigen la realización de un estudio arqueológico, que puede consistir en un control con unos sondeos y una determinada extensión en función de las dimensiones y la ubicación del solar.
Todas esas condiciones están especificadas en las normas urbanísticas del plan de Palencia, por lo que cada promotor sabe lo que se va a requerir en cada solar, porque “no logrará el permiso de obra sin el informe previo arqueológico de sondeos”.
En función de ese estudio previo, se puede llegar a exigir una excavación más amplia o puede darse como suficiente. Todos los restos hallados se documentan y se catalogan para, tras un informe técnico, ser depositados en el Museo de Palencia.
En las normas urbanísticas, la ciudad está segmentada por distritos y se sabe, a groso modo, la extensión que tenía la ciudad romana antigua, el núcleo medieval y el lugar en el que se ubicaban las necrópolis romanas. Aspectos que se han tenido en cuenta a la hora de elaborar las normas urbanísticas.
Aun así, puntualiza que pueden ocurrir casos excepcionales, como en la calle Osmundo Margareto (zona de Los Tres Pasos), donde aparecieron unas tumbas romanas en una zona más alejada de lo marcado dentro de la necrópolis romana. “Son sorpresas que se pueden dar, aunque estas zonas son añadidas a las normas para que se tengan en cuenta en futuras promociones”, asevera el director del Museo de Palencia.