A través de los recuerdos del fútbol, ese poderoso rehén de la memoria humana, la RFCyLF celebra talleres de reminiscencia con los más mayores, que les ayuda a entrenar el intelecto
Juan López / ICAL
Una larga mesa centra la visión de las personas mayores allí sentadas. Botas de 1920 con tacos de hierro infinitos, de adulto y de niño, balones que dejan ver los viejos pespuntes, arcaicas espinilleras, una carraca que se usaba para animar desde la grada y fotografías de jugadores y estadios de Castilla y León de principios del siglo XX. Todo el mundo se acuerda de dónde estaba el día que Andrés Iniesta anotó el gol que proclamó campeona del Mundo a la Selección Española, o cuando Casillas y Morata levantaron los trofeos de la Eurocopa en aquellos veranos de 2008, 2012 y este mismo 2024 en Alemania.
Israel Hernangómez, trabajador social de la residencia Domus Vi de Arroyo de la Encomienda (Valladolid), explica que estos recuerdos animan a las personas mayores a “sentirse más útiles, porque les devuelve a un pasado en el que unos eran jugadores, otros iban al campo con su padre o simplemente tienen un vínculo con un día concreto de su vida gracias al fútbol”. Ahora, un equipo de la Real Federación de Castilla y León de Fútbol (RFCyLF) lleva el balompié al interior de estos espacios, con todas sus emociones, gracias al convenio que la entidad federativa mantiene con los centros residenciales. Una veintena de personas mayores tuvo la oportunidad de recordar, emocionarse y ser protagonista de sus testimonios de fútbol.
La experiencia ha llegado ya a centros de Domus Vi de Zamora y Palencia, así como en Arroyo de la Encomienda (Valladolid), donde se pretende generar emociones y recuperar recuerdos asociados a la infancia y a la juventud de los residentes. A través de estos elementos los residentes consiguen hablar del balompié que practicaban o veían, o ahora disfrutan con sus nietos, recordando experiencias propias o de sus familiares, siempre, gracias al balón.
Pepe Lázaro jugó en el Circular, Arces y Betis de Valladolid cuando rondaba la veintena en los campos de tierra de la Federación, junto al antiguo Zorrilla, donde residía desde los cinco años. Hoy tiene 87 y habla de la diferencia del fútbol de antes y de ahora. “No tiene nada qué ver”, se resigna.
Recuerda que jugó de defensa y era una “extremo duro”. “Pero nunca lesioné a nadie”, matiza, entre risas. Disputó partidos en las instalaciones del Paseo de Zorrilla, “donde solo había un campo, de tierra y lleno de charcos, para todos los equipos de la ciudad que se amontonaban allí los sábados y los domingos”.
Fermín García promete enseñar una fotografía de Gerardo Coque, antiguo jugador del Real Valladolid, y él mismo cuando “no alcanzaban tres palmos del suelo”. Recuerda que más adelante fue uno de los jugadores que creó el equipo del barrio de Girón, que antiguamente se llamaba así, y “hubo que pedir permiso al Gobierno para poder usar el nombre” de este ministro de Trabajo vallisoletano en la dictadura franquista.
La mesa se anima
Las anécdotas empiezan a salir sobre la mesa una detrás de otra, más cuando Moisés de Tapia, documentalista de la Federación, Pilar Alonso y Ariana Carralero, de comunicación, proyectan fragmentos del documental ‘100 años de fútbol en Castilla y León’, que recientemente obtuvo el Premio Cossío en la categoría de Televisión.
De Tapia pregunta si alguno de los presentes sabe cómo se fundó el Real Valladolid. Algunos balbucean, otros creen conocer su historia, pero al menos todos mantienen abierta su mente. Atentos, escuchan que es la fusión de otros dos clubes anteriores, el Real Unión Deportivo y el Real Deportivo Español. Y les pasa la foto de Pepe Moré levantando el trofeo de la Copa de la Liga en 1984, el único título que posee. “Ese día estaba yo en el campo”, señala alguno de ellos.
De repente, Mercedes, una de las pocas mujeres presentes entre los 14 participantes, recuerda su primer partido de fútbol en el Nuevo Zorrilla allá por 1984; y Elpidio rememora emocionado ir a ver al Real Valladolid con sus hijos. Da la casualidad que está también presente Fernando, quien admite echar de menos, sin ocultar sus lágrimas, a su hermano Gonzalo Gonzalo, quien fuera presidente de la entidad blanquivioleta.
Y Lolo Garay, con una memoria prodigiosa para sus 91 años, reconoce sin problema a los futbolistas de la plantilla de una de las temporadas de la década de los 50 en el club pucelano; pero también a los jugadores de la Selección Nacional, campeona de Europa en 1964, con tres castellanos y leoneses en la alineación: el burgalés Chus Pereda, el palentino Isacio Calleja y el abulense Feliciano Rivilla. De aquella cita guarda uno de los recuerdos más bonitos de su vida: “Yo estudiaba en Madrid Física y Química y pudimos ir al Bernabéu a ver la final entre España y la URSS”. ¿Ah sí, estuviste allí?, le preguntan de nuevo. Y afirma positivamente sobre la primera de las hazañas del fútbol nacional.
También mantiene la memoria intacta en relación con la final de la Copa del Rey que el Valladolid disputó en el Estadio Vicente Calderón contra el Real Madrid en 1989. “Jugamos mucho mejor que ellos”, matiza desde el otro lado de la mesa Fermín, pero “si les perdonas, como ahora, pues te ganan”.
Detrás de cada residente hay una historia de vida, en muchos casos vinculada al balompié. Muchos de ellos tienen algo en común, pues casi tienen la misma edad que el Real Valladolid, que cumplirá su centenario en 2028. “Yo nací en 1932; yo en 1933; y en el 40…”, enumeran, orgullosos, cada uno de ellos. El fútbol no deja de ser un acto habitual del día a día, cercano a cada uno, o a cualquier familiar o amigo; siempre está presente en la vida de jóvenes y mayores. A través de fotografías, objetos, vídeos… es sencillo que esos recuerdos afloren. En abril, todos ellos irán de excursión al estado José Zorrilla, donde han vivido algunos de los mejores y peores momentos a nivel de emociones, las mismas que ahora afloran, entre la sensibilidad, y que termina con un sincero abrazo de residentes y organizadores.