La localidad palentina de Cevico de la Torre es conocida por sus danzantes y la subida de las 96 escaleras en la iglesia de San Martín de Tours, enmarcado en la celebración del Corpus Christi
Música, tradición y sentimiento que se remonta al siglo XVII. El domingo del Corpus Christi en la localidad palentina de Cevico de la Torre se marca en el calendario como fecha irrenunciable, donde los danzantes comparten protagonismos con el Santísimo, así como con los niños que han realizado la Primera Comunión. Una fiesta en la que todos los vecinos se vuelcan, al tratarse de un acto del pueblo, que crea unión.
En primer lugar, los danzantes hicieron una parada en la residencia de la tercera edad para, posteriormente, dirigirse a las puertas del Ayuntamiento para recoger a las autoridades y dirigirse a la iglesia de San Martín de Tours. Cerca de una treintena de integrantes, con dos birrias y cuatro mozos de banda, centran la atención, cuyo momento álgido se concentra en la subida y bajada de las 96 escaleras de acceso al templo, que realizan con sus bailes tradicionales.
No sería posible sin la aportación musical, de la mano de Los Claveles, familia encargada generación tras generación de este aspecto, de la mano de dos dulzaineros y un redoblante. Para ello, interpretan un ‘Pasacalles’, para avanzar por las calles; ‘La Pelegrina’, al llegar a un altar y una especie de jota; ‘El Santo’, en lugares puntuales.
Una vez finalizada la Eucaristía, dio lugar a la procesión del Santísimo junto a los niños de Primera Comunión, que realizan paradas por los numerosos altares montados por el pueblo, todo ello con el acompañamiento de los imprescindibles danzantes.
Traje tradicional
La vestimenta es realizada por los propios integrantes o familiares, de ahí que la elaboración de la vestimenta siga siendo artesanal y no salga del propio municipio, afirma una de las danzantes, Sonia Ferreras.
El traje es particular, aunque comparta ciertos elementos con otras zonas de la provincia, cada danza presenta sus características propias. Por ello, destaca que, en el caso de Cevico de la Torre, visten tres capas de enaguas almidonadas, leotardos calados, pololos, una falda amarilla y por encima un tul.
A mayores, cuentan con una camisa blanca en la que se ata en la parte trasera un lazo amarillo en forma de ‘m’ en la espalda junto a una banda granate. De igual modo, se cuenta con lazos amarillos atados a los brazos, así como unas castañuelas muy especiales, porque están talladas con la imagen de la iglesia.
Es un traje “muy recargado y barroco”, lo que es muy llamativo, el cual “respeta y mantienen las formas y las tradiciones”, porque es unos de los días especiales del pueblo, lo que se traduce en un “sentimiento de arraigo”, apunta Ferreras.
Sentimiento familiar
Emma Díez es una de las integrantes del grupo de Danzantes, quien detalla que baila junto a su hija Zaida, que tiene 19 años, y con su hijo Rubén, de 13 años. “Es algo muy satisfactorio poder compartir con tus hijos una tradición con tanto pasado. Gusta que ellos quieran estar contigo y busquen mantener esta fiesta”.
Asegura que la iniciativa la tomaron ellos mismos, porque veían a los mayores y siempre les ha gustado. Aun así, reconoce que al chaval siempre ha querido bailar, aunque cada vez le llama más la atención el ámbito musical de los danzantes, aunque esa parte siempre la lleva a cabo una familia de Cevico, generación tras generación.
Díez señala que el ensayo se centra en los últimos tres fines de semana previos a la fiesta, ya que es muy difícil concretar fechas para que todos los integrantes del grupo coincidan. Y es que, todos pertenecen al municipio del Cerrato palentino, pero algunos residen en otras zonas, aclara.
La ilusión representa un elemento esencial a la hora de llevar a cabo, de manera satisfactoria, esta tradición, porque se trata de una fiesta que sirve para hacer comunión y crear sentimiento de pueblo, recalca.
