Baloncesto base en Palencia (@fotografia.rdiaz)
Por primera vez en muchos años ninguno de mis dos hijos jugará al baloncesto durante esta temporada y esto me ha dado para echar la vista atrás, pero mirando hacía el futuro más inmediato. Hoy, estas palabras son para ellos dos y con maneras muy diferentes de ser parte de este deporte.
Víctor: tú siempre has tenido la otra versión del deporte, la menos competitiva e ibas a pasártelo bien con tus amigos, si ganabas bien y si perdías también. Ya no te acordarás, pero disfrutabas un montón en las escuelas de Filipenses con Chechu y Eva… aunque menudas sudadas te pegabas, jiji. De ti aprendí mucho sobre compañerismo y generosidad con tus compañeros, otra manera de sentir algo que se predica mucho, pero se lleva menos a la práctica. Pero a mediados del primer año de alevín, ya notaba que no darías el salto a la etapa autonómica. No te gustaba eso de pasar todo el día fuera de casa y no te lo pasabas bien con partidos “intensos”. Al final empezaste en esto a remolque de tu hermano y ahora, también en el mismo deporte que él, te vuelvo a ver feliz, eso es lo que de verdad importa.
Óscar: tu fuiste el “culpable” de que me picase el gusanillo de la canasta. Recuerdo con mucho cariño los años que estuviste en Filipenses y a tu querida Sama, lo que te ha tenido que aguantar cuando eras pequeño… Ella fue la primera que te puso una pelota en la mano cada vez que salías del comedor del cole (todavía guardo ese balón de minibasket de recuerdo). Luego, en un momento delicado, pero valiente, decidiste salir de tu zona de confort y afrontar un nuevo reto con otra persona que nos marcó de por vida a ambos, Juanki; gracias por enseñarnos tanto. Sin conocer a nadie te plantaste en otro club y volviste a sonreír, tu sonrisa era la mía. Hemos vivido muchas cosas, llorado juntos, reído, celebrado o hecho alguna que otra zanganada de “padre e hijo”, pero noté como se te empezaba a apagar la luz de este camino y jugabas, pero sin más. Llegó el día que me dijiste que lo dejabas y me partiste en dos Oskitar, ya que esto nos unía aun más y tenía miedo de perder esa conexión.
Pero como todo en la vida, hay veces que se deben dejar cosas atrás para poder avanzar y así ha sido. Un nuevo cambio de rumbo en otro deporte, volviendo a tener esa ilusión por aprender y crecer como persona.
Muchas veces nos centramos en lo que debemos enseñar a nuestros hijos y en ocasiones no paramos a ver lo que nos enseñan ellos a nosotros, más de lo que pensamos. Aunque ahora esté solo en esto del baloncesto, lejos de venirme abajo, me habéis enseñado que cuando se acaba una ilusión o te la quitan, siempre hay algo mejor por venir y generalmente sin buscarlo. ¿Sabéis cual es lo mejor de todo? que lo seguimos haciendo juntos. Gracias de todo corazón por estos años. Os quiere papá.