Baloncesto base en Palencia
Por Rubén Díaz (@fotografia.rdiaz)
En unas pocas semanas comenzará una nueva temporada llena de retos e ilusiones, pero también de momentos duros y que cuestan asimilar de cara a seguir en esto una temporada más.
Es frecuente ver cómo unos pocos “locos” de esto (entiéndase bien la palabra) son los que continúan en la pomada año tras año y cada uno tiene su motivación para seguir o en muchos casos han hecho una coraza alrededor de su ilusión por este deporte, haciendo que nadie se la destroze por nada del mundo.
El otro caso son esos entrenadores que comienzan y luego no siguen por el motivo que sea, pero aquí es donde entro a valorar ese “motivo”. Es frecuente ver cómo las familias o los propios jugadores se encargan de tirar abajo el trabajo realizado por los entrenadores y es que valorar todo el trabajo que no se ve, cuesta. Lo que no se suelen parar a pensar es todo ese trabajo silencioso que hay detrás y esto es lo que realmente duele que no se tenga en cuenta, son muchas horas preparando entrenos, aguantar a los “entrenadores” personales en los partidos, las faltas de compromiso en los entrenos, las llamadas o mensajes un minuto antes de que no se puede entrenar… Es habitual que todos queremos al entrenador “bueno” para nuestros hijos, pero si no estamos dispuestos a pagarlos o valorarlos ¿qué hacemos?
Pues apoyarle y ayudarle en lo que se pueda, ya que la soledad del entrenador es muy dura y no nos paramos a pensar en eso, sumado a que se debe gestionar a un grupo de jugadores y, por ende, de familias que no miran más allá del partido de su hijo y sus estadísticas.
Hay muchas decisiones que no gustan y en especial que tu hijo no juegue, pero hay veces que el banquillo (bien usado por parte del entrenador) también enseña y aplica curas de humildad. Cuando hablo con los entrenadores y escuchando sus silencios en los partidos o fuera de ellos, se puede ver cómo se rompen la cabeza para motivar a los suyos y aquí lanzo mi pregunta ¿quién motiva al entrenador?
Muchos dirán que para eso le pagan (si se puede llamar paga a eso) y es que se nos olvida que son personas como los demás y también lo pasan mal con las decisiones que toman, siendo todas criticadas.
Parte de esa motivación debe venir por parte de la actitud de los jugadores y por alusiones de las familias, creo que en estas edades los resultados no acompañan a las dinámicas ganadoras de los equipos y es que se suele ver a “equipos disfrutones” que pierden la mayoría de los partidos.
En resumen: cuidemos los unos de los otros, hay que dejar de meterse en la parcela del entrenador y no llenar a nuestros hijos de comentarios (la mayoría para hacérselo mirar) que luego se trasladan a la cancha.