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«Hay que ver la Ruta con ojos de chiguito. Con esa pureza que permite encontrar el encanto en las cosas simples hechas de corazón»

Que Palencia mola, ya lo sabéis mejor que yo. Que tenemos la mejor provincia del mundo para echar el ancla y atracar nuestros cruceros, también lo sabéis. Lo que quizá no sepáis es acerca de los tres más nuevos y famosos habitantes que tenemos por aquí. Tres figurazas que han decidido adoptar nuestro código postal 34 como suyo. Se llaman Melchor, Gaspar y Baltasar, aunque este mes de enero suelen lucir más bajo la denominación de Reyes Magos.

Pues sí, mis buenas gentes. A partir de ahora tenemos a estos tres ilustres vecinos echando raíces en Becerril de Campos, el pueblo donde los días de sol se convierten en noches estrelladas en el mágico gesto de atravesar la puerta de la iglesia de San Pedro.

El pueblo de la línea meridiana y del péndulo de Foucault, y que nos deja la gran lección de que con creatividad y fuerza colectiva es posible transformar una ruina en un sitio de ensueño. Este Becerril con su conjunto histórico calificado como Bien de Interés Cultural.

Este pueblo que enamora. No, Sus Majestades no son tontas. Había que hacer como yo también hice: venir de lejos y elegir esta provincia para llamar de hogar. Y amarla cada día.

Los Reyes han decidido construir sus casas en el pueblo de la majestuosa iglesia de Santa María, del Renacimiento, del Canal de Castilla y del ayuntamiento modernista que un día fue escuela y que hasta hoy sigue educándonos con sus moralejas, a veces divertidas, a veces provocativas y siempre ciertas. Este mismo ayuntamiento que ostenta un reloj en su torre recordándonos cada instante: tempus fugit. Y por eso el mejor momento de estar en Becerril es ¡ahora mismo!

Este mes, pues, os invito a que convoquéis a los más pequeños de la familia para leer juntos esta columna. Y que sepamos todos, orgullosos, que aquí está -y sin fecha de caducidad- la Ruta de los Reyes Magos.

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¿Cómo es la ruta?

La aventura empieza justo donde están las tres casitas de los Reyes Magos, un poco apartadas del centro del pueblo. Hay que ver este punto de partida con los ojos de un chiguito. Con esta pureza que nos permite encontrar el encanto que hay en las cosas simples hechas de corazón, con la única intención de encantar a los más inocentes.

Y a partir de ahí, podremos ver lo curioso de aquella chimenea encendida de forma mágica. Del confort calentito de un antiguo sillón lleno de historias. De la belleza de aquellas cortinas en las ventanitas. Del castillo de Herodes. De la fábrica de juguetes. Y hasta de tirar una monedita y hacer un pedido en el Lago de la Solidaridad. Detalles sencillos y adorables por todas partes.

El punto cero de la Ruta nos ofrece lo especial que puede ser entrar en la intimidad de personajes que desde siempre tienen la única tarea de alegrarnos la vida.

Allí también encontraremos una novedad en la fauna palentina: camellos. Pero no cualquiera. Con un poco de imaginación conoceremos los animales que ayudan a los Reyes a hacer el reparto de los regalos el siempre esperado 6 de enero.

Pero… ¡Ups! Algo va mal… Uno de los camellos no está. Por lo que parece, es un animalito un poco picias y siempre se escabulle. ¿Y ahora? Pues aquí entran los pequeños visitantes para echarles una mano. ¿Qué os parece recorrer el pueblo hasta encontrar al escapista? La tarea, ya os lo adelanto, es de lo más divertida y absolutamente cultural.

A partir de códigos QR, los niños van buscando al camello etapa a etapa, como una especie de yincana, en un estimulante recorrido total de cerca de cuatro kilómetros.

En el paseo conocerán a los pajes y a las druix, unos simpáticos seres encargados de probar y ayudar a reparar los juguetes de los más pequeños de la casa. Las pistas estarán escondidas en los recursos turísticos más importantes de Becerril, de modo que podemos juntar juego y cultura en un combo perfecto.

No hay prisas. No hay tiempo establecido para el recorrido. Así que podemos hacer las pausas que queramos o extender la experiencia en los puntos donde más nos apetezca.

En verano, por ejemplo, bueno será hacer un pícnic a orillas del Canal de Castilla. Aquí os dejo la sugerencia. Cerrando la experiencia con llave de oro, al final de la Ruta hay una recompensa sorpresa para los niños. ¿Cuál será? Vístete del espíritu de la magia y descúbrelo.

La Ruta de los Reyes Magos es un producto más creado por los inspiradores hermanos palentinos Edu y Quique Ibáñez. Desde Velilla del Río Carrión, los Ibáñez y su equipo, siempre bajo la inspiración de su recordado padre, Max, también son los responsables de las exitosas rutas del Ratoncito Pérez y del Arcoíris, además de muchos otros proyectos siempre cargados de luz e ilusión.

¿Qué te ha parecido esta columna? Escríbeme. Siempre es una alegría compartir vida con vosotros. Mi e-mail: naidenobrega[arroba]hotmail.com

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