Las siete propuestas a concurso de la Gala de Coreógrafos del Contemporary Dance Contest de Palencia exploraron la relación entre la danza y la historia, una selección que enmudeció al público en un Teatro Principal completamente lleno
Tania Garrido se alzó con el Premio del Público, mientras que Marcos Pereira obtuvo la beca Artística de Estación Diseño, valorada en 6.000 euros
Si empezamos esta crónica por el final, diremos que anoche fue el momento en el que cumplió su sueño una mujer de elegante apellido francés, afincada en Castilla y León y dedicada al arte de la danza contemporánea. Retrocediendo un poco en la historia –porque esto va de eso, de historia y de danza-, averiguaremos que se llama Lola Eiffel, que hace siete años empezó un festival dedicado a esta variedad de artes escénicas demasiadas veces considerada “pequeña”, y que ese festival desarrolló varias ediciones en La Cistérniga, Valladolid.
Hasta que, por unas razones u otras –todos los episodios de la historia tienen incógnitas sin resolver-, Eiffel se sentó ante el concejal de Cultura, Fran Fernández, “alguien que entendía de lo que le hablaba”, y el festival cambió de sede a la capital palentina. Donde, además, creció.
Creció con la celebración anoche –seguimos rebobinando- de la Gala de Coreógrafos de la primera edición palentina del Contemporary Dance Contest, en la que siete artistas (cinco mujeres y dos hombres) presentaron creaciones vinculadas con la temática propuesta por esta edición: la historia y la danza.
La gala comenzó haciendo un guiño a la tendencia cultural de mezclar la tradición con la vanguardia, con una sesión que unía la bulería con el techno del burgalés José Puebla, acompañada de efectos audiovisuales, a quien se sumó después la bailaora flamenca Estela Sanz. Vanguardia y raíz como prólogo de una historia de historias: las siete propuestas a concurso, seleccionadas entre 35 candidatos, que fueron sucediéndose sobre las tablas del Principal.
La sorprendente e inquietante propuesta de Tania Garrido, Pupa, mostró al público palentino -educado en la contemplación de la danza gracias a la labor desarrollada durante años en las principales escuelas de la ciudad y a la programación del propio teatro municipal- cómo el género del butō puede servir para transmitir la angustia y el dolor del ser humano, pero también su capacidad de resistencia y adaptación.
Un género vinculado al Japón de después de Hiroshima y Nagasaki que la artista utilizó para mostrar el peso de la historia con cada movimiento, brusco e imposible. Y lo logró, porque al día siguiente, durante la clausura del festival con el artista internacional Anton Vander Linden en el Museo del Agua, se dio a conocer que su propuesta había sido, precisamente, la merecedora del Premio del Público. La madrileña trabaja desde el año 2003 con distintas compañías nacionales e internacionales como Sharon Fridman, Jesús Rubio, Lucía Marote, Karlik Danza y el Teatro del Silencio.
La relación simbólica entre la mujer y la serpiente subyacía en la propuesta Sis, en la que Andrea Carrión transitaba entre el pecado y la sabiduría, entre el miedo y la admiración que este mito ha suscitado a lo largo de la historia.
Una coreografía llena también de teatralidad y un toque de ironía a cargo de una artista que ha sido reconocida con premios como Creamurcia 2021, el premio a mecenazgo en los Alfonso X 2023 y el del festival de Madrid WE:NOW.
Si el tema de esta edición del CDC era la historia y la danza, la coreografía Cárcel de madres de la castellonense Mamen Agüera encajaba a la perfección. Sobre el escenario, una prisionera durante la Guerra Civil llora desesperada la pérdida de su bebé, en una propuesta concebida para honrar el sacrificio de aquellas mujeres y hombres que dieron su vida por sus ideas. Agüera ha coordinado, como productora, distintos departamentos de las compañías Yerbanegra, Malditas Lagartijas y Tingel Tangel Kabarett.
Inquietante y agotador resultaba también el baile desnudo y agitado en Nardo, cae, del colombiano Edu Migro, que ponía el foco sobre la explotación sexual masculina, un tema poco tratado desde la perspectiva del arte. Migro llegaba al Principal con el aval de reconocimientos como el Premio Instituto Valenciano de Cultura, el del Certamen Danza Festival Circuito Bucles y Carme Teatre 2023.
Sobre la voz de Clara Campoamor, la alavesa Paula Urquijo bailaba en Voz y voto subrayando con sus movimientos cada una de las reflexiones de la mujer que logró el sufragio femenino en nuestro país. Urquijo ha tomado parte en distintos procesos creativos, en festivales de calle como Dantza Hirian o PROPULSA Danza y ha llevado a cabo proyectos coreográficos propios como Ameba.
Sísifo contemporáneo era la reflexión del madrileño Marcos Pereira, que se servía del mito griego para hacer ver al público cómo somos víctimas de la repetición constante de nuestros errores, de un bucle de conductas que terminan por destruirnos.
Una propuesta que le hizo merecedor de la beca artística valorada en 6.000 euros que concede la Escuela Superior Estación Diseño de Granada, tal y como se supo al final de la gala. Pereira debutó por primera vez en el CDN con Tribus, regresó en 2021 con Y llegar hasta la Luna y en 2022 pasó a formar parte de la Fritsh Company del Psicoballet en el espectáculo On Time.
Cerró la gala la artista italiana Anna Deganello, con un elegante montaje sobre la música de Arvo Pärt titulado What is left, que reinterpretaba el arte rupestre jugando con su sombra sobre una imagen proyectada.
Una artista que ha trabajado con numerosos profesores y coreógrafos internacionales como Erion Kruja (Hofesh Schelter Company), Thibaut Eiferman (Batsheva Dance Company), Natasa Novotna o Natalia Vinas Roig.
Una gala conducida por la palentina Alba Frechilla, junto con Álvaro Caboalles, que concluyó con la entrega de becas de los cursos y actividades que se han desarrollado a lo largo de toda la semana.
“Hemos llegado aquí a Palencia para quedarnos. Para hacer de la ciudad la cuna de la danza con una semana de programación con una nueva imagen creada con mucho cariño. Con la fuerza de nuestro logo nos asentamos para que la danza tenga un lugar en el mapa nacional e internacional artístico. Y será aquí donde crezcamos más y mejor, donde coloquemos a esta disciplina que se considera la pequeña de las danzas escénicas, en el lugar que se merece”, concluyó la directora artística del festival, Lola Eiffel. Y confesó, así, haber cumplido su sueño.
