EDITORIAL DE SERGIO LOZANO
En las últimas semanas oigo, con mucha más frecuencia de lo normal y lo deseable, que no hay trabajadores en sectores importantes de nuestra economía. En la construcción, en todas sus variantes, en las explotaciones agrícolas, en los talleres mecánicos y eléctricos y, sobre todo, en la tan querida hostelería. A todo el mundo nos gusta divertirnos pero nadie quiere ser camarero. Son muchos los empresarios que afirman estar desesperados por la falta de trabajadores.
Por si fuera poco problema la escasez de materias primas, el precio desorbitado de la luz, el gas, y el combustible, ahora es, más difícil que nunca, encontrar personal.
Parece una contradicción o una paradoja. Las personas deberían ahora demandar más trabajo que antes para poder hacer frente a los altos costes y así poder mantener su nivel de vida, pero… lejos de toda realidad. Es cierto que siempre han existido empresarios poco serios, e incluso algunos sin escrúpulos, que al ser unos explotadores, ningún trabajador aguanta con ellos y siempre necesitan personal. Pero creedme que ahora no hablo de eso.
Repito, son muchos los empresarios serios, es decir, que cumplen los convenios laborales, que pagan puntualmente a sus trabajadores, que cuidan e incluso miman a sus plantillas, que crean buenos ambientes de trabajo y aún así, no encuentran mano de obra, especialmente en la hostelería.
Hablando con ellos me dicen que esto empieza a ser muy, pero que muy, preocupante. Algo está cambiando en esta sociedad y no para bien. No pretendo generalizar pero me transmiten los hosteleros que al hacer los horarios de los turnos en sus bares y restaurantes hay muchos empleados que sólo quieren trabajar de lunes a viernes y librar todos los fines de semana. De todos es sabido que la hostelería cuando gana un duro es en los fines de semanas y festivos (salvo los bares de polígonos, claro). Me comentan que cuando encuentran a alguien válido en muchos casos no tiene ni carnet, ni vehículo para desplazarse al trabajo. Otros en cambio no tienen ni papeles de residencia para poder darles de alta, y otros muchos no quieren contrato porque están cobrando una ayuda o el paro y no lo quieren perder. Así va España amigos.
Me comentan que si algunos días hay que hacer horas extras pagadas y cotizadas, nadie quiere, y les toca decir a los clientes que no pueden atenderles porque no tienen extras para poder dar un servicio digno y de calidad.
Me informan que hablan con muchos jóvenes hipnotizados que reciben los 420€ y no quieren más, están felizmente aletargados y apesebrados.
En otros casos se encuentran con personas con hijos que además reciben otras ayudas a mayores y bajo ningún concepto quieren que les den de alta para no perderlas. Y esa es la dura realidad, así es imposible contratar y sacar adelante los negocios. Se han acomodado a ese dinero o a vivir con sus padres y no tienen ninguna aspiración ni ilusión, practican el placer de “no hacer nada”, excepto mirar el móvil 12 horas al día.
Parte de las nuevas generaciones han perdido el amor propio, el orgullo de ser independientes y autosuficientes, el saber sacrificarse, el placer que reporta el trabajo bien hecho, en definitiva, la recompensa tras el esfuerzo, el querer trabajar para poder mantener sus aficiones o hobbies para así valorar más el precio de las cosas. Parte de culpa la tienen sus padres que por ese afán de pseudo proteger a sus hijos les convierten en unos vagos redomados sin voluntad ni criterio.
En fin que llevo 23 años cotizando autónomos para que nuestros mayores tengan su merecidísima pensión pero mucho me temo que cuando yo me jubile (si es que me dejan algún día), como tenga que depender de estas nuevas hornadas para cobrar una mínima pensión, lo llevo claro.
Agárrense amigos que vienen curvas.