DOBLE O NADA – OPINIÓN
Lo del pasado domingo en Madrid fue algo que difícilmente puede explicarse con palabras. A la salida de la boca de metro de O’Donnell, se respiraba un ambiente distinto. Frente a la Fábrica Nacional de la Moneda y Timbre, como si los ladrones de ‘La Casa de Papel’ se trataran, cientos de palentinos aguardaban el momento para entrar en el WiZink Center y tomarlo por las bufandas. Era habitual cruzarse con vecinos y amigos en los bares aleñados. Y eso, a los que pudimos ver. Luego, cuando el humo de la batalla se disipó, las RRSS mostraron a todos aquellos que no nos encontramos en el partido. Cada uno se movilizó como pudo para asistir a la cita. De igual forma, la gente reclamó la entrada que le permitió la web del club anfitrión, el Real Madrid, con el cual la Peña Basket Morado se sintió claramente agraviada.
Y no es para menos. “Somos más de 150”, fue el cántico que resonó con más fuerza en las entrañas del WiZink, haciendo alusión a las 150 entradas que el Real Madrid puso a disposición de los aficionados más morados del Zunder Palencia. La duda está en si el equipo local acostumbra a ofrecer tan pocas entradas al rival, o por qué había tantas localidades vacías, suponemos que de abonados, durante el transcurso del partido.
Sin embargo, la Peña no estuvo sola en sus cánticos, aplausos y vítores. Porque los varios miles de aficionados que pudieron hacerse con una entrada, poblaron de morado el WiZink Center. Seguro que hasta los más madridistas de entre la afición palentina deseaban que el balón no entrase en la canasta blanca.
Porque ahí estaba. El sentimiento morado que se nos prometió en la campaña de abonados, había superado todas las expectativas. Palencia abarrotó el pabellón madrileño para poner en jaque, por momentos, a la grada fans del equipo blanco.
No así en el resultado, como todos sabemos. ¿Hemos ido por delante en algún momento en el resultado?, preguntaba a un aficionado cercano. Y eso qué más da, respondió con vehemencia. Porque al margen del brillante juego que desplegó el Real Madrid, que dejó al Palencia tocado y hundido desde los primeros compases del match, tal y como contó Óscar Herrero en la crónica del partido, lo cierto es que, lo verdaderamente importante era lo que se estaba viviendo en ese preciso instante.
Palencia Baloncesto estaba batiéndose el cobre con el Real Madrid y los aficionados lo estaban disfrutando como nunca. Y solo es el principio de una larga temporada que Dios sabe cómo acabará. Pero qué más da. Que nos quiten lo bailao.
Porque, pasado el partido, los amigos palentinos y madrileños que allí nos reunimos, fuimos a picar algo a un local de moda de Madrid (como son todos, supongo) y bebimos unas Mahous todos juntos, riendo y recordando viejos tiempos. Y, en aquel momento, la vida parecía maravillosa, que diría Andrés Montes.
Paradójicamente, de regreso a la boca de metro de O’Donnell, el WiZink se había desvestido por completo para que allí pudiera jugar el Estudiantes, que ganó con claridad al Alicante 93-75. Y yo me acordé, sin maldad alguna, del ex técnico del Palencia, Pedro Rivero, que actualmente entrena al conjunto madrileño. Pero, qué demonios: ¡lo que te estás perdiendo, Pedro!