El diestro madrileño encandiló al público con su entrega y aplomo, lo que supuso, en última instancia, la salvación del astado
Esta tarde, la tercera de abono será para los rejones, siempre muy populares en Palencia
Tarde doblemente triste hoy para muchos en Campos Góticos. Por un lado, porque Julián López El Juli se despedía de la afición palentina en esta su última temporada como matador de toros y, por otro, porque no toreaba Morante de la Puebla. Tristeza, sin embargo, que se tornó en felicidad dadas las brillantes actuaciones de su sustituto, Fernando Adrián, del caballero rejoneador Diego Ventura y del propio Juli en esta corrida mixta, segunda de abono de San Antolín.
Abríó plaza Diego Ventura con dos rejones de castigo para probar a su rival, que anduvo tímido desde el inicio. Recurrió a Nómada y Nivaldo para el tercio de banderillas, que colocó en todo lo alto, con vuelta al ruedo incluida y múltiples quiebros. Tres banderillas cortas al violín, con la ayuda de Guadiana, prepararon el camino del último tercio. Después de tres rosas, Ventura agarró el rejón de muerte. Tres pinchazos y una estocada trasera no fueron suficientes. Descabello de rodillas y silencio.
Igual de serio con los rejones de castigo en el saludo de su segundo, el cuarto de la tarde, Diego Ventura, al que solo un posible caso de ahogamiento en el tendido le quitó el foco. Falsa alarma, gracias a Dios. Banderillas colocadas con engaños y quiebros para rematar la lidia a los lomos de Bronce. Siguió la fiesta con banderillas a dos manos de un rejoneador valiente y su montura, que no dejó de meterle la cara a un buen toro de Guiomar Cortes Moura. Encontró esta vez el hueco con el rejón de muerte. Oreja para Ventura, siempre querido en esta plaza.
Muy fino en el saludo Julián López el Juli en su penúltima actuación en el coso de Campos Góticos. Chicuelinas en el quite de un torero como pocos con el capote. Dedicó al tendido su primero de la tarde. Templó varios muletazos por el pitón derecho con una ejecución cartesiana. Igualmente delicado estuvo al natural, aplicando alguno de mucha enjundia. Siguió en el trasteo dedicando al respetable con un redondo y más oficio. Una pena que el astado de Zacarías Moreno se quebrase en el final de la faena. Falló estrepitosamente con la espada, pinchando por dos veces, pero no quitó la ilusión de un público que me gritaba: “Juli, quédate”.
Pequeño y manso resultó el quinto de la tarde, Brasileño, de tan solo 512 kilos, al que El Juli trató de ofrecerle el trapo todo lo que pudo, sin éxito. Más de lo mismo en una faena sin ligazón al inicio en los pases, con un astado cabezón, que recibió los pitos del público. Pero ahí es cuando aparecen los buenos toreros. El Juli no quiso despedirse de Palencia sin antes ofrecer unos muletazos de altura, tan profundos que llegan al alma y se encuentran en el tiempo y el espacio. Mucho Juli, que sabe álgebra y encontró petróleo por el pitón derecho. Montó un lío descomunal y, pese al pinchazo inicial, la estocada certera propició un agradecimiento eterno por parte del coso de Campos Góticos, que no le olvidará. Dos orejas y puerta grande para uno de los más grandes de su generación. Gracias, maestro.
Frenético fue el inicio de Fernando Adrián recibiendo con dos largas muy bien colocadas y una verónica de mucho mérito, clavando al toro en su sitio. Arrancó la faena citando muy cerca de las tablas. El diestro madrileño apuró los pases por la izquierda de un muy buen toro de Zacarías Moreno. Siguió metido en el trasteo de una faena que quedó un tanto deslucida. Pero tras el estoconazo hasta la bola, la plaza enloqueció y le entregaron las dos orejas.
Pasada la emoción, Adrián se encomendó al último de la tarde con dos verónicas de renombre. Preparó por chicuelinas al toro para que Tito Sandoval ejecutase un riguroso tercio de varas. Desmonterada la cuadrilla en otro sensacional tercio, en este caso, de banderillas, Fernando Adrián fue directo a por su enemigo, ofreciéndole la muleta de rodillas en los medios. Rápidamente, sacó la izquierda a pasear ante la atenta mirada de El Juli, a quién brindó el toro. Llevó al morlaco por donde quiso, con la templanza y la calma que conoce todo un triunfador de Madrid y que, a buen seguro, hizo olvidar a todos los que esperaban ver torear a Morante. El run run del indulto se hizo patente en la plaza por momentos, el mismo Juli se lo hizo saber desde el callejón. Forzó Adrián sobre manera la salvación del morlaco con entrega y pasión, toreando a placer de rodillas. Se salvó Finito, cuarto astado que se indulta en la Plaza de Toros de Palencia desde que se puso en pie. Un bonito regalo de despedida para El Juli.