Las obras de la capilla de San Isidro revelan una gran bóveda anterior a la catedral románica, situada a la misma profundidad que la de San Antolín, que podría datar de la época visigótica o prerrománica
Levantar el suelo de una catedral es siempre una aventura. Pero en esta ocasión, las obras de restauración de la capilla de San Isidro, en la Girola, han revelado todo un tesoro, la punta del iceberg que podría aportar una valiosa información sobre la historia de la ciudad de Palencia.
“Ya teníamos conocimiento de que la ciudad romana de Pallantia se halla debajo de esta zona de la ciudad, hay niveles bajo el suelo desde el siglo I d.C. hasta los siglos XIV-XV, cuando se inician las obras de la catedral gótica”, describe el arqueólogo Arturo Balado. Pero los responsables de las obras que se están ejecutando para la restauración de esta capilla, la última que quedaba por intervenir en la zona de la girola, no esperaban la “sorpresa” (y todos ellos abundan en el término) que iban a encontrar bajo los osarios y lápidas de esta capilla del siglo XVI: una bóveda que podría ser, apuntan, una especie de “segunda cripta” de la Catedral, y que parece comunicar el templo con el Hospital San Bernabé, cruzando la actual calle Hospital unos cuatro o cinco metros, hasta la capilla donde se depositaron los restos del Santo.
El hallazgo, del que informó el periodista Rubén Abad en Diario Palentino días atrás, se produjo hace unos meses, al principio de la primavera, aunque el Cabildo y la Diócesis han mantenido “discreción, que no secretismo”, en palabras del deán Dionisio Antolín, a la espera de ponerlo en conocimiento de las autoridades en materia de patrimonio, tanto a nivel autonómico como estatal, y tomar una decisión sobre cómo proceder ahora.
En una rueda de prensa ofrecida a los medios de comunicación tras el avance de la noticia por parte de Diario Palentino, los arquitectos y arqueólogo responsables de la intervención dieron a conocer los detalles y el valor que supone encontrar esta bóveda, que aparentemente tiene relación con la parte visigótica de la Cripta de San Antolín. En primer lugar, porque se halla a una cota anormalmente profunda para lo que esperan encontrar cuando se realizan catas de prospección arqueológica de este tipo.
“Suelo revuelto”
Dentro de las obras de restauración de la capilla de San Isidro, se aprovechó para realizar un sondeo arqueológico, como ha sido habitual en las fases previas de esa restauración integral que la seo viene experimentando en los últimos años. “Teníamos un conocimiento puntual de lo que hay en el subsuelo de la Catedral”, describe el arqueólogo.
“La ciudad de Palencia está sobre los restos de la Pallantia romana y la zona de la Catedral es uno de los enclaves más importantes. Eso estaba documentado y tenemos niveles desde época altoimperial, del siglo primero después de Cristo, hasta época tardorromana, siglos IV y V, en una sucesión de estratos que pueden alcanzar hasta los 3 o 4 metros de potencia, pero los restos romanos suelen aparecer hacia un metro y medio de potencia. Y eso es lo que pensábamos que íbamos a encontrarnos cuando hicimos este sondeo”.
Sin embargo, lo primero que vieron es que el suelo estaba “totalmente revuelto”, ya que en todos los niveles se encontraban restos romanos mezclados con otros del siglo XIV, momento en que se empezó la construcción de la catedral gótica. Y es que en aquel momento, tuvieron conocimiento de la existencia de la bóveda y la aprovecharon para asentar, sobre ella, las estructuras de la catedral moderna.
Florentino Díez, arquitecto responsable de la restauración junto con Ignacio Vela, explica que “desde el punto de vista arquitectónico son unos restos bastante sugestivos”, primero, porque están a una profundidad mayor que la catedral gótica y la románica.
“Por esta zona central había preexistente una catedral románica, que a su vez se asentaba sobre una catedral visigótica, que acaso se asentara sobre un martyrium romano, etcétera. Este descubrimiento demuestra esa relación íntima entre la catedral gótica y una estructura subyacente que hemos encontrado, que no es el cimiento de la catedral, sino algo que había antes, unos muros de cronología incierta”.
Bajo ese suelo revuelto, lo que apreció fue “un gran muro curvo en el que se abre una especie de cripta abovedada de la que no conocemos la totalidad de su desarrollo porque se va hacia la calle, pero de la que sabemos que tiene por lo menos cuatro o cinco metros de extensión hacia la calle del Hospital. Es muy posible que la prolongación de la misma acabe desembocando en la zona en la que están los restos conocidos de San Bernabé”, detalla Balado.
La excavación ha alcanzado una cota de unas profundidades “muy considerables, pero con todo y con ello tenemos muchísimas dudas sobre la cronología de lo que estamos encontrando”. Arturo Balado intuye que podría ser visigótica o, con más probabilidad, prerrománica. “Con todas las dudas del mundo, por el momento, me inclino a pensar que es de una etapa equiparable al arte asturiano ramirense, entre los siglos VI o VII incluso hasta el X”.
Posible relación con la cripta de San Antolín
Otra de las hipótesis de arqueólogo y arquitectos es que esta cripta podría estar relacionada con la de San Antolín y los restos del hospital de San Bernabé, al otro lado de la calle, “por las características técnico constructivas”. En primer lugar, porque la profundidad tanto de la de San Antolín como de la recién hallada cripta “es muy inferior tanto a la catedral gótica como a la catedral románica”.
En segundo lugar, porque “el tipo de sillares que aparecen en este muro solo se encuentran en la zona visigótica de la Cripta de San Antolín”. Y en cuanto a su relación con San Bernabé, porque allí se hallaron unos capiteles sobre unos pilares monumentales, “con un tipo de aparejo y de construcción que solo se pueden relacionar con esta cripta que hemos encontrado, y que además, si se prolonga su dirección hacia la calle, iría a desembocar directamente hacia esas columnas”, detalla Balado.
Plazos, autoridades y dinero
El hallazgo es interesante desde un punto de vista arqueológico y arquitectónico, pero también cultural y turístico, porque además de aportar nueva información, puede ser un nuevo recurso en el futuro. Pero para ello, en primer lugar, hay que determinar cómo proceder en el corto plazo.
La llegada a la profundidad freática ha impedido continuar con la excavación, y no hay que olvidar que el objetivo de esta intervención, enmarcada en la segunda fase del 1,5% Cultural del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, era la restauración de la capilla de San Isidro, aquejada de graves humedades, junto con la intervención en la Puerta del Obispo, la Capilla Mayor y la Capilla de la Virgen Blanca. “El conflicto que tenemos ahora es que las obras deben estar concluidas en febrero”, apunta el deán, Dionisio Antolín.
En este tiempo en el que se ha mantenido la “discreción sobre el hallazgo”, han podido conocerlo el propio ministro de cultura, Miquel Iceta, el consejero de Cultura de la Junta, Gonzalo Santoja, o el director general de Patrimonio Cultural y Bellas Artes del Ministerio de Cultura, Isaac Sastre. Y en general, a la espera de tener esos datos que certifiquen la época con la que se corresponde el hallazgo, coinciden en que éste es de carácter “extraordinario”.
Qué hacer con él es una cuestión que se está dilucidando actualmente en la Comisión Territorial de Patrimonio, que tomará una decisión, previsiblemente, en la próxima reunión del 31 de julio. Pero en todo caso, desde la Diócesis se insiste en que una intervención así es un proyecto a ejecutar en un largo plazo y exige una financiación enorme, por lo que no podría hacerse con recursos propios, que ya se han ido comprometiendo en las fases ejecutadas hasta el momento.
Así que, de momento, la segunda cripta tendrá que esperar hasta que se decida cómo intervenir, por dónde empezar a excavar y con qué dinero pagarlo, teniendo en cuenta que, como parece atravesar la calle, involucra también a otras administraciones públicas.
