El municipio carrionés muestra este fin de semana todo su esplendor en la celebración de su Corpus Christi, declarada Fiesta de Interés Turístico Regional
Se habla mucho, hoy en día, de la creciente tendencia de la sociedad hacia el individualismo y el aislamiento. Que las personas se esconden tras su perfil de instagram y cada vez es más difícil encontrar ejemplos de auténtica colectividad. Tal vez suceda a nivel general pero, quien piense que no hay esperanza, quizá debería pasarse por Carrión de los Condes el fin de semana del 10 y el 11 de junio.
Su Corpus Christi, Fiesta de Interés Turístico Regional, es un verdadero ejemplo del éxito del grupo sobre el individuo, del anonimato sobre el ego de ciertas personas. «El año pasado nos dio por contar cuánta gente había elaborado alfombras la mañana del domingo: 300», explica orgullosa la concejal de Cultura del equipo de gobierno saliente, Lucía Miguel Bores.
Ante la grabadora, insiste en que no pretende atribuirse éxito alguno: habla como portavoz, como servidora de todos los integrantes de los 12 grupos que se dividen el trabajo de elaborar los más de 2 kilómetros de alfombras florales sobre los que procesiona el Carro Triunfante del siglo XVI, los niños de Primera Comunión y las bandas y agrupaciones musicales. «Nosotros estamos ahí solo para ayudarles, para poner
a su disposición lo que necesitan para hacer la fiesta cada año más grande».
Como, por ejemplo, más de dos toneladas de serrín tintado, que se utiliza para el fondo de las alfombras. Sobre él se disponen los pétalos y otros materiales, de manera que da profundidad y permite repartir mejor la flor disponible. O el césped que se corta esa misma mañana del campo de fútbol, los jardines municipales y la pradera de San Zoilo (en colaboración con el hotel). «Este año, con las elecciones, nuestros operarios municipales han estado muy liados. Van a tener solo diez días para prepararlo, pero son gente maravillosa y lo darán todo», nos dice Lucía.
La colaboración vecinal es tan ejemplar, que rápidamente enciende la mecha a otros sectores. Los bares llevan semanas almacenando los posos de café, que se secan para poderlos usar para demarcar los motivos. Y todos los establecimientos arriman el hombro, aunque sea prestando sus cámaras frigoríficas para conservar mejor los pétalos.
Este año hay poca flor (rosas, retama amarilla, aromáticas o arizónica es lo más utilizado), pero los grupos, divididos por zonas, agudizan su ingenio: desde cáscara de huevo hasta arroz molido o maizol teñido, para crear texturas diferentes.
«Se establece una sana competición entre unas y otras, siempre desde la colaboración». Los diseños de cada grupo son secretos y suscitan mucha curiosidad. Pero, eso sí, cuando un grupo ha terminado su calle, arrima el hombro rápidamente para ayudar al de al lado, o le presta el color que necesita. Como ayudan también los peregrinos, encantados con una experiencia que bien merece un alto en su camino.
El valor de esa cooperación, en la que no destaca ninguna persona por encima de otra, es lo que el consistorio ha querido reflejar en su campaña de este año: un cortometraje creado por la cineasta donostiarra Marina Palacio, vinculada con Carrión. Una acción más de las muchas que en estos años se han ido creando para conseguir el reconocimiento de Fiesta de Interés Turístico Nacional. Porque, en realidad, los verdaderos pétalos, capaces de superar su belleza cuando se muestran juntos, son los carrioneses y carrionesas que, la madrugada del domingo, se arrodillan para componer las alfombras.